ENTREVISTA AL FOTóGRAFO DE CASTELLÓN

Paco Poyato, sobre festivales, fotografía y su experiencia en el FIB o el Primavera Sound

7/04/2020 - 

CASTELLÓ. La fotografía, por norma, suele ser un trabajo bastante solitario. A menos que te especialices en los macro festivales y en los conciertos. Aunque la acción de disparar sigue dependiendo de una única persona, terminas rodeado de cientos de personas. Paco Poyato es además de esos fotógrafos a los que no les importa hablar con el público, prefiere interactuar y así crear imágenes que digan más del momento que estos están viviendo que del que él pueda imaginar. "Mi modo de trabajo es algo parecido a una ‘caza’ para nada sangrienta", afirmaba el mismo profesional en una entrevista al magacín Darkroom. Pero a este madrileño instalado en Castellón desde hace 34 años le interesa también retratar las experiencias humanas compartidas. Lo que somos como colectivo versús lo que somos como individuos. Por eso es en macro eventos como el FIB, el Mad Cool o el Sónar donde encuentra todas las herramientas posibles para desarrollar su trabajo. Escenarios en los que, removido también por su pasión por la música, lleva metido nada menos que 15 años. Sin embargo, la de esta temporada podría ser la primera interrumpida.

-Las primeras citas en el calendario como el Primavera Sound o el SanSan ya han sido aplazadas, pero si el estado de alarma continúa es probable que también tengan que cancelarse los festivales veraniegos. ¿Cómo afecta esto a tu trabajo?
-Este año tengo que trabajar para el FIB y el Mad Cool y de momento no nos han dicho nada, pero imagino que se aplazarán o incluso que acabarán por no hacerse. Justo hablé hace poco con un compañero que trabaja este año para el Primavera Sound y aunque lo han movido a agosto tampoco tienen seguro que se pueda llegar a celebrar. De momento está todo nuestro trabajo en el aire como lo están los festivales. No hay nada claro, aunque podamos salir a la calle, quizá no se permitan tales aglomeraciones.

-Llevas fotografiando festivales desde 2006, ¿cómo lidia alguien acostumbrado al barullo de la muchedumbre con el silencio del confinamiento?
-Un poco mal. Intentas hacer ejercicio, leer o hablar con amigos para mantener el contacto, pero estoy acostumbrado a salir a la calle y el hecho de no poder hacerlo me impide sentirme realizado. Aunque es cierto que me está dando tiempo para ordenar mi archivo de fotos, me siento como cojo por no poder salir y hacer todo lo que haría. 

-Fue precisamente en el FIB cuando empezó tu pasión por este mundo. ¿Cómo recuerdas ese primer año en el festival de Benicàssim? 
-Hasta entonces había ido como un asistente más, pero fue mi primera vez como fotoperiodista en un festival. El hecho de entrar a los fosos y hacer fotografías a los grupos, el poder tener más cerca a los artistas, fue como un sueño. Me gustaba mucho asistir a festivales como público, pero hacerlo como periodista fue genial. Me agrada fotografiar tanto a los músicos como a la gente, cómo invierten estos su tiempo libre.

-¿Le seguiste la pista tras los años o eres de los que se desencantó con el FIB?
-Llevo yendo desde 2006 como fotógrafo y la verdad es que me desencanté un poco en relación a cuando asistía como público. Tanto por el ambiente como por los grupos. El nivel ha ido disminuyendo, aunque sigue siendo un festival bastante chulo, con bandas fabulosas. Además, cuando vas a trabajar, te da un poco igual el cartel mientras puedas fotografiar al público. 

-Has podido hacer fotografías para los mejores festivales nacionales. ¿Qué se siente al trabajar para el FIB, el Sónar o el Primavera Sound?
-Fotografiar en macro festivales como el Primavera o el FIB se trata sin duda de una gran experiencia, sobre todo debido a la gran afluencia y a la variedad de la gente que asiste, esto te permite innumerables situaciones para fotografiar, además de poder disfrutar de aquellos grupos a los que uno solo puede ver en este tipo de festivales.

-Te han pedido también encargos para el Leyendas del Rock. Es probable que en estos festivales no haya tanto “postureo” como en los anteriormente citados. ¿O nada que ver?
-No, tienes toda la razón. Hay festivales más auténticos, por la gente que asiste a ellos, y uno podría ser este, que está enfocado a la cultura heavy. En el Leyendas te encuentras a gente que lleva las vestimentas que lleva porque son así, es verdad todo su mensaje. Otro festival al que no he ido y me da la sensación de que debe ocurrir lo mismo es el Resurrection.

-¿Cuesta más hacer fotos en estos sitios tan bohemios? 
-Creo que no, porque te encuentras a más gente a la que quieres fotografiar. En otros festivales es verdad que el público está más dado a ello, pero probablemente no encuentras a perfiles tan peculiares. Por eso este tipo de eventos los disfruto más. 

-En realidad, ¿es posible hacer algo que no sea mainstream en este tipo de sitios?
-Claro, siempre dependerá de para quién trabajes o cómo concibes tú el tipo de fotografía que vas a hacer. No es lo mismo hacerlas para un medio, que seguramente querrá algo más mainstream, que si vas a hacerlo para ti mismo. El tipo de cliente marca mucho. Hay festivales como el Arenal Sound donde es muy complicado salirse de la corriente porque el propio público te pide fotos y es difícil buscar ese momento más natural en el que la gente pasa de ti. 

En mi caso, cuando trabajo para mí mismo, muchas veces hago las fotografías sin pensarlo y acabo encontrando situaciones más graciosas y cotidianas. 

-Y ahí, mientras las redes sociales echan humo con todos los stories y fotografías que se suben por segundo, ¿por qué resulta tan valioso que haya un profesional generando más imágenes de los conciertos?
-Está claro que las stories también ayudan a los festivales a tener difusión y a mostrar las experiencias personales de cada uno, pero es importante que los profesionales puedan dar su visión personal de lo que es el festival. Dotarles a estos momentos de imágenes con calidad.

-De tu porfolio llama la atención que el 90% de los retratos son del público. ¿Te interesa dejar a los cantantes como un actor secundario? ¿O es que realmente lo son? Ponemos como precedente que muchos festivales venden las entradas antes de que se hayan dado nombres. 
-Sí es cierto que una parte importante son los artistas, pero a mí me gusta retratar al público, que son los verdaderos protagonistas. Los festivales están hechos para que la gente disfrute y al final muchos lo que hacen es eso, vender experiencias vitales. Te dicen, ven con tus amigos, porque va a ser para recordar. Y es eso justo lo que me gusta buscar, no en sí la experiencia, sino cómo disfrutan. De esa manera puedo hablar mejor del tiempo en el que vivimos, donde el ocio y la diversión tienen cada vez un mayor peso dentro de nuestras vidas. La idea es la de realizar un retrato de la sociedad contemporánea a través de sus hábitos asociados al tiempo libre y a la diversión, algo que hoy en día se ha vuelto casi utópico debido al estado de confinamiento y alarma provocado por la pandemia del Covid-19

-¿Hay alguien que vaya a un festival y no quiera que le fotografíen? ¿Se ha dado el caso?
-Sí, hay ocasiones en las que preguntas a la gente o sin preguntar les haces una foto y te piden que la borres o que no les hagas y sin problemas. Pero por lo general a la gente que va a festivales les encanta que les fotografíes. Sería un 1% los que no quieren, o incluso menos. 

-Ahora que es momento de descubrirnos a nosotros mismos (o eso dicen), ¿qué otro tipo de fotografía que no tenga nada que ver con la música te interesa?
-Me gusta la fotografía documental. En tiempos de confinamiento estoy recurriendo mucho a los fotolibros. Últimamente estoy con uno del fotógrafo Americano Alec Soth, se llama From Here To There: Alec Shot's America, que retrata la visión personal que tiene el fotógrafo sobre la América actual a través del repaso de sus trabajos. 

-Por último, ¿qué trabajos tienes pendientes?
-A partir de abril tendría que estar en Berlín, por medio de la beca Hàbitat Artístic de Castelló. Se ha cancelado, pero espero poder retomarlo en mayo. Era un proyecto con el que iba a estar tres meses en la ciudad alemana para documentar las diferencias culturales y económicas que todavía hoy existen entre la parte este y oeste de Berlín. También estoy trabajando en Make Heavy Metal Great Again, un proyecto que trata el concepto de identidad y su relación con las subculturas, sobre cómo nos representamos y la importancia de pertenecer a un grupo para dar un cierto significado a nuestra existencia. En este caso, se centra en la documentación de una subcultura como el heavy metal, centrándose en el proceso de resurgimiento llevado a cabo por las nuevas generaciones. 

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