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director de la orchestre d’Auvergne

Roberto Forés: "Hace falta apoyar la educación musical, es un mal endémico"

2/04/2019 - 

CASTELLÓ. La única vez que Roberto Forés Veses vino a Castellón como director de orquesta fue hace cerca de cuatro años. Aun así, vino otras tantas como instrumentalista, pero eso no quita las ganas de su visita. El valenciano ha alzado el prestigio de su nombre desde fuera de España. En efecto, dirige la Orchestre d’Auvergne desde 2012, famosa orquesta de cámara francesa conocida por la calidad de su música. Ahora bien, desgranar su currículum y lista de logros sería un hecho casi tan épico como fue el del aniversario de Valencia Plaza, tras otorgar su premio a Plácido Domingo. Por eso son maestros. Sin más, Veses es reconocido por lograr modernizar formaciones como la que ahora dirige. También, por recorrer medio mundo entre violines y violas, o por grabar álbumes dedicados a obras de Beethoven, Alban Berg y Schreker. Así, su tour recala ahora en el Auditori. Una cita que tendrá lugar a las 19:30 horas del jueves 4 de abril, con piezas de Strauss, Mozart y Shoenberg. Antes, atiende en una entrevista a Castellón Plaza.

-Lleva desde 2012 a cargo de la Orchestre d’Auvergne. ¿Son siete años más que suficientes para desarrollar las ambiciones que tenía planeadas para la formación?
-Sí, es un periodo suficientemente largo para haber logrado resultados y haber llegado a un objetivo. En efecto, empezamos a ver resultados ya en el cuarto y quinto año y ahora ya va sobre ruedas. 

Lo que nosotros queríamos era, evidentemente, tocar cada día mejor para hacer mejor música. Y de acuerdo con eso llegaron otros objetivos como hacer giras internacionales o grabar discos. En ese caso, hay que tener una gran cualidad que la Orchester d'Auvergne ya tiene. Grabamos dos discos mínimo cada año o incluso tres. Así mismo hemos viajado a Japón, Polonia y América Latina. Esto es señal de calidad.

-En ocasiones se tacha a las orquestas de quedar ancladas en el pasado. ¿Ha tratado, en su caso, de modernizarla?
-Sí, todo forma parte de un desarrollo y del trabajo del día a día. Cuando llegué, la orquesta tenía unas costumbres e ideas de trabajar totalmente distintas a las mías, porque cada maestro lleva su fórmula y su manera de hacer las cosas. Luego es una cuestión también de química con los músicos. Pero más que modernizarse, lo que hacen falta son cambios. Los cambios y la evolución son siempre positivos en las artes.

-¿Porque, cómo se puede versionar la música clásica sin que pierda su sentido?
-La música clásica se puede versionar sí se hace con sentido, el sentido que cada uno le quiera dar. Igual para mi la música puede ser algo muy serio, pero para ti puede ser el entretenimiento de una tarde o de una noche, y lo haces por tanto de forma más ligera. En mi caso no me considero muy purista o tradicional. Personalmente, creo que siempre debemos estar abiertos a nuevas formas de trabajar. 

-Si miramos las orquestas como un conjunto podemos pensar que detrás no hay músicos con aspiraciones propias que alcanzar. Sin embargo, a usted le gusta fomentar lo contrario. ¿Qué ocurre si un músico no mira más allá?
-Debe ser como en todos los trabajos. Si bien hay personas con motivaciones muy altas y deseos muy arduos, también otras personas que por natura no tienen tantas ambiciones; el trabajo del director es sacar jugo a todos sus músicos que son forzosamente diferentes. 

-¿Se ha focalizado en su caso demasiado en la música de cámara?
No, soy consciente de que todo enriquece. A mi me gusta mucho hacer música con orquestas de cámara, pero también me gusta mucho hacer música sinfónica con grandes orquesta y hago ópera muy habitualmente, me interesa mucho trabajar con cantantes. Y todo ello no es excluyente sino todo lo contrario, es complementario para mi trabajo. Haciendo ópera, por ejemplo, aprendo muchas cosas que me sirven para el sinfónico y al revés exactamente igual. 

-¿Viene de una familia de músicos?
-Sí, mi padre era músico y tengo un tío que también. De pequeño siempre he ido a conciertos y, claro, tocaba en una. Es evidente que eso condiciona. 

-¿Siempre quiso ser director de orquesta? ¿O esta ambición vino a raíz de formarse cada vez más?
-Sí lo pensaba, pero como lo puede pensar un niño de 7 años. De hecho, lo pensaba desde pequeño. Me decía, "sí, eso lo puedes hacer". Luego cuando te pones a estudiar te das cuenta de que no es así. Pero con el paso del tiempo, al ir evolucionando sí que ves que puedes lograrlo gracias a trabajar, estudiar mucho y tener mucha constancia. Y bueno, así fue. 

"En España tenemos auditorios, pero faltan orquestas detrás"

-¿Cuál es su mejor recuerdo como músico en València?
-He dirigido muy poco en València, poquísimo. Aun así, lo que recuerdo con más cariño es cuando fui a dirigir la Orquesta de València, donde trabajé unos años y, por ello, me reencontré con algunos compañeros. 

-Su carrera, para muchos vertiginosa, ha florecido completamente fuera de España. Aunque este es un país con gran tradición musical ¿Cuáles son todavía sus flaquezas?
-En España tenemos básicamente auditorios y con una acústica maravillosa, pero faltan orquestas detrás. No hay suficientes respecto al número de auditorios. Aun así, sin duda lo que hace falta es más ayuda presupuestaria para que las orquestas puedan hacer una programación de calidad y los músicos tengan unas buenas condiciones de trabajo. Al igual que apoyar la educación musical, que es un mal endémico. 

-Aquí en Castellón cuesta llenar el Auditori más que otros espacios culturales. ¿No entra la música por defecto en la agenda de la sociedad actual? 
-No culparia a la gente. En mi caso no conozco mucho lo que ocurre en Castellón o València, porque soy como extranjero. Pero de Francia y otros países donde trabajo, sí que te puedo decir que es crucial que la orquesta haga esfuerzos. Los músicos han de ir donde está la gente. Llamar su atención, provocar curiosidad. Y eso significa hacer conciertos en barrios marginados, hacer conciertos especiales, programar algunos por la mañana para familias, impartir talleres para niños y actividades para jóvenes universitarios. Eso es lo que yo por lo menos intento con mi orquesta.  

-Entre las obras que ha elegido figura Metamorphosen de Strauss, una composición que el músico compuso tras descubrir que el Teatro Nacional de Múnich había sido destruido durante la segunda guerra mundial. ¿Le preocupa la falta de amparo que continúa teniendo la cultura a día de hoy?
-Sí, me preocupa eso y me preocupa también que los que estamos en el sector, y los que no están pero les gusta la música, no estemos alerta para reclamar a los políticos e instituciones más apoyo. Es algo con lo que tenemos que vivir siempre, no podemos dejar de demandar para que el político de turno sepa que la cultura es una inversión y nunca un gasto. La cultura siempre va en beneficio de la sociedad y nunca está de más, no es dinero tirado a la basura. 

"Al Frente Nacional se le hizo un cordón sanitario. Fue el único medio gracias al cual no ha gobernado"

-¿Cómo viven los artistas el apogeo que está teniendo la extrema derecha en Francia?
-Es un tema preocupante desde el momento que como decíamos tenemos vida personal, con una familia y niños. Qué te puedo contar... es público lo que ha pasado en Francia. Al Frente Nacional se le hizo un cordón sanitario por parte de la derecha y de los socialistas, y ha sido el único medio gracias al cual no han gobernado. Eso denota que en Francia hay buena salud política pero la preocupación está. Misoginia hay, machismo hay, pero ninguna sociedad se escapa de eso. Lo único que podemos hacer nosotros es ir a tocar a barrios para acercarnos a gente que nunca vendría a un concierto, que no tiene medios económicos ni medios sociales o educativos. Hay que mostrarles que hay un futuro más allá de todo eso. 

-¿Ve terminar su carrera en la Orchester d’Auvergne?
-No. Antes hablábamos de curiosidad y de la necesidad de evolucionar y desarrollarnos. Esto es muy importante para las orquestas pero también para los directores. Me gusta conocer nuevas realidad y culturas, por eso, si todo se desarrolla bien, Francia no será mi destino final. 


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