"Si parece que un faro está en un sitio diferente, no es el faro lo que se ha movido" decía la escritora australiana M. L. Stedman tras escribir La luz entre los océanos. Y es que los faros son como la mirilla de la puerta de nuestras casas, están ahí quietos, contemplando lo que pasa a su alrededor, inmutables al paso del tiempo. Por eso es innegable, ademas, la historia que albergan en su interior. Ya sean por los piratas en busca de una nueva tierra que conquistar o por los propios fareros que custodian, todavía hoy, el mar para salvarguardar a miles de marineros en peligro. Pero los faros también son belleza, bañados por parajes naturales, por el mismo mar o por distintos monumentos. Tan solo en España existen cerca de 187 construcciones que iluminan cada noche nuestras costas.
Aún así, tampoco hay que olvidar que su legado y la situación de quienes los custodian ya no es la misma que hace centenares de años. En la actualidad, este oficio no superará las más de cincuenta personas, pudiendo perfectamente desaparecer. Por eso, como nunca está de más poner sobre un listado esos pequeños torreones que todavía resisten al paso del tiempo, desde Cultur Plaza nombramos algunos de los más emblemáticos de nuestra Comunitat.
El faro de Oropesa es uno de los más longevos de la Comunitat, y es que sus luces se encendieron por primera vez el 1 de abril de 1857. Desde entonces, el edificio se convirtió en pieza clave para el tráfico marítimo, además de ser un potente impulsor del comercio de la ciudad. La razón se debe a que sus cimientos se sitúan en el cabo de Oropesa, el cual divide en dos porciones la costa de la provincia junto a la Torre del Rey.
Pese a ser saqueado y inutilizado durante la Guerra civil, en febrero del año pasado, el presidente de la autoridad portuaria de Castellón, Francisco Toledo, y el alcalde de la localidad, Rafael Albert, anunciaron su intención de promover el faro como Bien de Interés Cultural, dotándole así de una vida turística y social.
En la región de l'Alfàs del Pi también se encuentra uno de los más singulares faros de la Comunitat. Tocando el parque natural de La Sierra Heleda, se halla el Faro de Albir, una torre construida en 1863 con el objetivo de señalizar el extremo septentrional de sus montañas. En sus inmediaciones se encuentran las ruinas restauradas de una torre de viligancia, la Bombarda, que era utilizada durante el siglo XVII para avisar de los frecuentes ataques de los piratas beberiscos. Décadas más tarde estuvo habitado por dos familias, hasta que a principios de los 60 se mecanizó su funcionamiento.
Actualmente, sus paredes albergan un cometido más allá del mar. En este caso, Albir cuenta con un centro de exposiciones donde se muestran los restos culturales y medioambientales de esta zona de Alicante. Por ejemplo, hay una muestra que permite descubrir fósiles formados hace más de 100.000 años, conocer peces o aves marinas. Pero también se utiliza como un centro de interpretación donde hay además una sala de exposiciones de arte.
El faro de Cullera es de los pocos que le quedan a la provincia de València, junto al cabo Canet o al Antiguo Faro de la ciudad. Su actividad empezó un 1 de agosto de 1858 y desde entonces ha sido restaurado y ampliado en varias ocasiones a fin de poder hacerlo más habitable. Sin embargo, en la actualidad, sus instalaciones no se pueden visitar por razones de seguridad. Aun así, sus acantilados y las vistas de puertas hacia fuera están permitidas a todo el que se aproxime.
Situado a orillas de la playa, el faro de Nules es de las contadas torres construidas íntegramente por una mujer. En este caso fue la arquitecta madrileña Blanca Lléo quien en 1992 alzó el edificio consiguiendo, además, el primer premio en el concurso nacional del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU), del mismo año.
El faro es a su vez un referente territorial por su posición en la entrada principal del mar, que lo hace visible desde cualquier punto de la costa. En efecto, es un importante punto de posicionamiento para los marineros de municipios de alrededor, especialmente de Burriana, Castellón y Sagunto.
El faro de Tabarca, ideado en 1850 por el el ingeniero Agustín Elcoro y Berocíbar, está situado en el extremo oriental de la isla alicantina y fue construido aquí mismo para poder avisar de su situación a los diferentes marineros que permanecían en los islotes rocosos y escollos que la rodeaban. Se trata pues de una de las torres más longevas de la Comunidad y por ello se considera como un prototipo de la ingeniera romántica del siglo XIX.
En 1871, Elcoro y Berocíbar propuso una serie de normas para que todas las torres de la costa alicantina se encendieran y apagaran a la vez. Desde entonces, el Faro de Tabarca se ilumina cada día un cuarto de hora antes de la puesta de Sol y se apaga un cuarto de hora antes de la salida del sol. A día de hoy, el edificio alberga un laboratorio biológico que sirve a la Reserva Marina de Nueva Tabarca, declarada en 1986.
Su diseño se plantea como una torre cónica de 30 metros de altura que anexa la entrada con la planta superior gracias a las típicas escaleras de caracol que permiten ascender por la construcción. Aún así, el de Canet es de los pocos faros que están habitados en la actualidad y por ello no se puede visitar.
Bajo las viviendas del castillo del Papa Luna se halla el faro de Peñíscola. Un torreón situado a 56 metros sobre el mar, y construido en 1899, que lidia entre las calles del núcleo histórico y las vistas hacia el mar. Su interior, como suele ocurrir, no se puede visitar pero ayuda a completar las vistas de la ciudad antigua de Peñíscola, coronada íntegramente por este castillo-fortaleza del s. XIV.
El mirador del Faro de Santa Pola es de esos lugares que hacen que todo el entorno de su alrededor sea visto de otro modo. Así, aunque el Faro Santa Pola no sea accesible, el mar y el pasaje que lo rodea lo convierten en un atractivo para marineros y visitantes. El torreón fue construido en 1858 sobre otra antigua torre que se había edificado en 1552.
El Faro de La Nao pertenece al municipio alicantino de Jávea y aunque no se puede visitar, su mirador también permite apreciar los lugares que quedan regidos al rededor: la Isla del Descubridor, el Cap d’Or, el Penyón d’Ifach y del Mediterráneo en general, como las numerosas calas, cuevas e islotes. Este es además reconocido por ser el extremo "más oriental" del golfo valenciano, situándose al sur, y por tener una gran costa acantilada y muy accidentada.
El archipiélago de las Islas Columbretes es uno de los espacios naturales protegidos más importantes de la Comunitat Valenciana, así lo han logrado los cuatro grupos de islas volcánicas que la forman y su reserva natural de 19 hectáreas. Ante tal patrimonio natural, parece difícil no mencionar el faro de Columbretes, una torreo construida en 1859 en la más grande de sus islas, a 30 millas del cabo de Oropesa.
Una crónica social es un muestrario de la sociedad humana, con sus prototipos, con sus modelos de generosidad y bajeza