VALÈNCIA. Alberto San Juan (Madrid, 1968) afrontó la escritura de su obra Macho grita «con la pequeña esperanza de entender cosas que sirvan hoy para la vida”. El monólogo está programado en La Rambleta este próximo 26 de abril, pero su autor no indaga en la masculinidad y la violencia patrias solo, sino arropado por la música en directo de una banda. La propuesta es una inmersión musical en el pasado histórico de España de la mano del mito de don Juan, a fin de localizar dónde está el origen de la lucha fraticida que no nos abandona. Ese buceo le ha supuesto a su protagonista, dramaturgo y director una conclusión general y un crecimiento personal. En lo particular, su proceso creativo ha sido «un estímulo para intentar ser más tolerante, menos dogmático, más humilde y más pacífico». En lo común, al tumbar nuestra memoria en el diván, ha emplazado el origen de «la esquizofrenia española, en guerra consigo misma para servir al poder», en la conquista de Granada. En ese año-mito 1492, que auna tanto el fin de las campañas militares de los Reyes Católicos contra el reino nazarí como la expulsión de los judíos y la llegada a América de Cristóbal Colón, se halla el meollo del desgarro de este nuestro país.
- ¿Se podría decir que Macho grita es una lección de historia?
- No. Es una comedia musical a través de la cual busco compartir preguntas acerca de nuestro pasado. Acerca de un pasado en el que además de occidentales, fuimos (somos, por tanto) orientales.
- ¿Qué peso tiene la lectura de Carta sobre el exilio, de María Zambrano, en la decisión de escribir esta obra?
- Es un detonante. En este ensayo, Zambrano habla de la "historia invisible" de España. El enunciado me provocó una gran curiosidad: ¿qué es lo que no vemos? En el siglo XXI nos quitamos una gran venda y descubrimos que en España había, y sigue habiendo, más de 100.000 desaparecidos del franquismo en fosas comunes bajo nuestros pies. Y en el proceso para montar este espectáculo yo me he quitado otra: los musulmanes y los judíos eran tan hispanos como los cristianos.
- ¿Cómo conviven en un mismo texto María Zambrano y Cantinflas?
- Cantinflas ya no está, porque introducía una canción llamada Bestias desnudas que ya no está en la obra. La cita era: «Ayer estábamos bien, pero era mentira. Hoy es mejor, porque estamos mal, pero es verdad». No obstante, todo convive en este mundo. Todo está en relación. Por eso no es posible completar nunca un genocidio, erradicar una parte. Cualquier acto contra algo vivo es un acto contra la vida entera.
- ¿Por qué es imposible completar un genocidio?
- Como digo en la obra, no es posible delimitar con precisión un grupo humano y separarlo por completo del resto. Siempre queda algún pariente, algún amigo, algún amante... No se puede despojar quirúrgicamente una parte de la humanidad y separarla. El desgarro queda abierto siempre.
- Si la historia nos ha demostrado que el genocidio es impracticable, ¿por qué entonces hay grupos que se siguen empeñando en llevarlo a cabo?
- Creo que el capitalismo, que es el sistema que gobierna el mundo, consiste en practicar genocidios. Convertir la vida en mercancía es acabar con la vida. Ahora toca acabar, por ejemplo, con el acceso a la vivienda: se convierte en mercancía y deja de ser un derecho. ¿Por qué siguen ocurriendo genocidios cuando es imposible que sean un éxito?¿Por que continúa el capitalismo adelante cuando es inviable? El capitalismo supone el crecimiento material sin límite y lo material los tiene. Quizás seamos una especie suicida.
- ¿En qué momento decidiste darle voz a los perdedores de nuestra historia?
- No tengo tanta voz como para dar a nadie. No hay tal pretensión. Si es cierto que aparece la voz, literal, de algunos derrotados, pero también la de unos cuantos victoriosos. Y, al fondo, todos perdemos en una guerra. Cualquier victoria no deja de ser una ficción.
- ¿Qué otro gallo nos cantaría de no haber eliminado a las poblaciones judías y musulmanas en la España del siglo XV?
- No lo sé. Pero me gustaría habitar un territorio que a la vez fuese europeo, africano y asiático, occidental y oriental, del norte y del sur.
- ¿Cómo casas en este monólogo la historia de España con el machismo?
- Hablo de "lo macho" como una actitud vital determinada por la voluntad de dominio, un sistema de poder. Es posible que, en ese sentido, Isabel la Católica fuese una de las más grandes "machas" de nuestra historia. Aunque pongo en duda cualquier afirmación que hago, porque soy muy ignorante.
- ¿Cómo se recompone esta sociedad si al pasado se le despoja de su memoria por unas pretendidas leyes de concordia?
- El sociólogo Angel Luis Lara dice: «la identidad nacional española es fruto de una amnesia impuesta mediante la violencia". Bien no suena.
- Desde el 15M, todas las obras que has escrito e interpretado tienen que ver con tu amor a España y, sin embargo, el eurodiputado de Vox Herman Tertsch te ha definido como un ser que odia. ¿Dónde está aquí el teléfono roto?
- Insisto: Amo España. El tal Terscht no me parece materia sobre la que emitir opinión.
- ¿Qué pueden ver otros de contradictorio en la crítica constructiva como un acto de amor?
- Eso habría que preguntárselo a aquellos que ven en la crítica una agresión. Pero cuando a mí me duele una crítica es porque señala algo que me acompleja. Quizás tiene que ver con eso.
- ¿Tiene más razón el que menos grita?
- No necesariamente. Quizá Netanyahu hable bajito en los consejos de ministros.
- ¿Por qué, si sobre el escenario aparecen cinco señores de mediana edad vestidos de traje, te muestras en calzoncillos y calcetines en el cartel promocional?
- Eso me dijo un amigo, que era publicidad engañosa. Pensé que tenía razón. Ahora la obra acaba de forma coherente con la publicidad que hacemos.
- ¿Es por esa intención de mostrarte vulnerable y reírte de ti mismo por la que te has lanzado a cantar y bailar sin ser un as en ninguna de las dos prácticas artísticas?
- En ese aspecto, no hay reto, porque no me presento a Operación Triunfo, simplemente hay una parte del relato que se cuenta musicalmente. La obra es musical, hay música prácticamente todo el rato y yo hablo casi en la totalidad de Macho grita, pero algunas veces canto, lo cual no me ha supuesto ningún reto, porque no es un concurso, sino una obra de teatro. Y bailar, no bailo, simplemente, me expreso corporalmente. Me muevo.
- Leí en una entrevista con motivo de la promoción de la serie Balenciaga, que no tienes miedo a subirte a un escenario solo, pero en cambio, sí sientes cierto temor al escuchar la palabra acción en un rodaje. ¿Eso cómo se come a estas alturas de tu carrera?
- Eso habría que consultarlo con un psicólogo. Imagino que son inseguridades de toda la vida no resueltas. Si en el teatro no me sucede, supongo que es porque soy más dueño de lo que hago, ya que en los últimos 10 años, todo lo he escrito y dirigido yo. Así que, básicamente, hago lo que me da la gana. Frente a la cámara siento miedo porque no controlo el proceso, mientras que en el escenario decido cuándo entro, cuándo salgo, cuándo me pongo de espaldas y cuándo, de frente, cuándo hablo, grito o susurro.
- En la serie de Disney + se revisan los 30 años que el modisto vasco vivió en París y en Macho grita, te remontas a 1492. ¿Qué importancia tiene mirar al pasado?
- Así como te decía que en las raíces de la infancia podría entender por qué me da miedo cuando se enciende el piloto rojo de la cámara, también tiene sus raíces históricas la dificultad que existe hoy en España para aceptar al que piensa distinto a ti. Todo lo que pasa tiene sus consecuencias y genera nuevos sucesos, así que mirar al pasado es fundamental para poder caminar hacia el futuro.
- En la obra se revisa la historia de España a través del mito de don Juan, pero parece que intentaron disuadirte por la diferencia de edad con el personaje original de Zorrilla.
- Hablando con la Compañía Nacional de Teatro Clásico esa frase estuvo, pero lo cuento con humor y con amor, porque quien me la dijo es amigo. Además se pueden hacer muchas versiones de Don Juan, como también de Hamlet o Segismundo en La vida de sueño. Los tres son hombres muy jóvenes, pero una cosa maravillosa del teatro es que todos ellos se habrá interpretado cientos y cientos de veces y seguirán haciéndose. La edad es determinante, pero se puede ser Don Juan o tener el donjuanismo a los cincuenta y tantos.
- El hecho de haber anhelado durante años interpretar Don Juan Tenorio, ¿habla de tu propio machismo?
- Soy machista, racista y clasista.
- ¿Qué cerca te hallas hoy en día de ser feminista?
- Intento ir despojándome de mi machismo, de mi racismo y de mi clasismo. Dudo que alcance a completar el proceso.