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Andrea Marcolongo: "Las obras de arte no tienen un pasaporte, tienen una historia"

16/06/2024 - 

VALÈNCIA. Se cierran las puertas del Museo de la Acrópolis y Andrea Marcolongo instala su tienda de campaña en la tercera planta. No la va a utilizar en realidad, porque a quién se le ocurriría dormir un solo minuto cuando se le da la oportunidad de estar, sola, en uno de los museos con el patrimonio más importante a nivel mundial. 

El resultado de aquella experiencia es Desplazar la luna (Taurus, 2024), un ensayo que mezcla la crónica con la historia de Lord Egin, responsable del saqueo del Partenón que ha llenado el museo de ausencias. A pesar de la magestuosidad de lo que puede observar, Marcolongo se fija precisamente en lo que falta, en lo que debería estar pero duerme en Inglaterra.

- ¿En este libro tú te querías contar a ti misma, querías contar al museo, querías contar su historia, o todo a la vez?
- Diría que todo a la vez porque, en general, antes de escribir un libro yo no sé exactamente dónde voy a llegar. Tengo unas ideas y sobre todo tengo una necesidad de escribir y de compartir con los lectores, pero casi nunca sé dónde voy a acabar.

- ¿Cuánto del libro se escribió y se pensó durante esa noche y cuánto antes o después?
- Fue mi editorial francesa la que me propuso de escribir este libro, porque tienen una colección que ya existe en Francia que se llama Mi noche en el museo (es decir, que no soy la primera que lo hace).  Pero entre la petición de mi editor y entre el permiso del Museo del Acrópolis pasó casi un año en el que mis ideas cambiaron mucho. Yo soy helenista, filóloga de formación, y no conocía en profundidad la historia de Lord Edgin más allá de que fuera el embajador que había robado los mármoles del Acrópolis. Cuando descubrí su historia, me pareció literalmente una tragedia griega. Y entonces ya supe que era esa la historia que quería resaltar.

- ¿Y cuántas de las ideas que hay en el libro surgieron después de esa noche? 
- Bueno, yo diría que lo que la noche me dio fue realmente. esa impresión de vacío que es el conductor del ser del libro. Porque, efectivamente, pasar la noche en la tercera planta del museo fue algo muy fuerte. Pude casi tocar ese vacío. 

- Es muy interesante que analices un museo a partir de sus ausencias y no de sus presencias, ¿Son tan evidentes?
- Sí, totalmente. Se trata de un museo nuevo, inagurado en el 2009, justamente para encaminar la devolución de los mármoles de Partenón. Es un museo que nació justamente por eso, para salvar sus ausencias, y espera la vuelta de los mármoles desde el día cero de su historia.

Un amigo me dijo cuando lo visitó que se había quedado un poco decepcionado porque está muy vacío. Y, efectivamente, para nosotros, que estamos acostumbrados al museo universal donde hay demasiado de todo (como el Prado, el Louvre, el British Museum o la Galería de los Uffizi), es un museo que llama mucho la atención por todo este espacio vacío.

- Realmente, ¿ves posible esa devolución esperada? 
- Yo soy una persona optimista desde siempre, pero también muy prudente. Creo que mi sueño más grande, si hablamos de arte, es que mi hija vuelva a ver los mármoles donde tiene que estar. Y tengo muchos amigos griegos que, además, son mucho más optimistas que yo. El actual gobierno griego parece que está haciendo muchísimo por esta causa.

- En España, la cuestión de la colonización está muy presente por nuestra historia en América. Pero cuando se plantea esta cuestión de las devoluciones, de la propiedad legítima de los estados, nos seguimos encontrando resistencias, a pesar de que el paso del tiempo nos va dejando negro sobre blanco que fueron apropiaciones injustas.
- Es un tema muy delicado. De hecho, el British Museum dice claramente que no quieren devolver nada. Por un lado está el peligro de ser populistas y decir que todas las obras de arte griegas tienen que estar en Grecia. Las obras de arte no tienen un pasaporte, tienen una historia. La Gioconda, por ejemplo, es italiana, pero está en el Louvre porque Leonardo Da Vinci la donó al país. La gente que dice que hay que devolver la Gioconda es simplemente ignorante.

La historia de una obra de arte, además del artista, es el resultado de un robo, de una violación, de un pecado… Claro, hay que planteárselo siempre y ser honesto. Por lo menos hay que informar a la gente de dónde has salido las obras, que no caen desde el cielo.

- De Lord Egin fascina pensar cuál es el momento en el que una misión casi artística y cultural acaba convirtiéndose en un saqueo. ¿Cuál es el momento del clic
- Si esta no fuera historia no fuera verdadera, sería una tragedia griega, porque es verdaderamente una historia prácticamente perfecta. Lord Egin, además, es un mediocre, ni siquiera hablamos de un gran apasionado del arte. Yo diría que el clic hay que buscarlo en la mirada occidental: en la época del Imperio Otomano, Grecia era considerado casi un país del tercer mundo. Y la mirada occidental nos decía que todo lo que nos guste, podemos llevárnoslo.

Y así fue. Los franceses ya lo habían intentado, pero nunca tuvieron la autorización. Lord Egin, por una serie de circunstancias afortunadas o desafortunadas, lo consigue. Napoleón pierde en Egipto. Lord Egin se encuentra con un gran poder en la corte del sultán, que lo cubre de regalos, Y él dice, “vamos a ver si pido también los mármoles que me contestan”. Y el sultán dijo que sí. 

Por eso el otro lado del clic está en el hecho que nadie, nunca en 2000 años, se había planteado que el Partenón merecía la pena protegerlo. Es decir, también hay una cuestión de no darle valor a las cosas que son del pueblo.

- Lord Egin ni siquiera llegó a ver nunca el Partenón íntegro; cuando llegó ya estaba totalmente despedazado, Todo este esfuerzo, toda esta campaña política, para ni siquiera poder haber disfrutado de esa belleza de la que se quiso apropiar. Este es el punto casi de tragedia griega.
- Totalmente. Por eso cuando la descubrí entendí que tenía que ser la historia de mi libro. Él acaba perdiendo todo por el saque. Su mujer que lo deja por otro, pierde todo su dinero porque es  muy complicado desplazar los mármoles a Inglaterra, pierde su carrera política, muere solo y enfermo…

- Planteas muy lúcidamente que si alguien se hubiera atrevido a tocar una piedra en Roma, hubiera sido considerado desde el principio un absoluto crimen de la humanidad reconocido además por todo Occidente, pero que en Grecia esa misma piedra parecía no haber valido absolutamente nada. ¿Qué le otorga valor al patrimonio mundial? 
- Grecia era y es el sur del mundo, o por lo menos el sur de Europa. En 1800, Europa era todo el mundo, así que se miraba a Grecia como hoy en día miramos a África. El valor de las cosas está siempre en la relación entre quien tiene el poder y quien no lo tiene. No hay un valor en sí, sino una propiedad del poder.

- En la Europa actual, especialmente los partidos conservadores, hablan muchas veces de proteger los valores europeos que están fundados en la democracia griega, en la tradición grecorromana. No sé si sientes cierta hipocresía cuando se está hablando en estos términos.
- Sí, totalmente, yo siento irritación y noto la ignorancia. Mussolini en Italia hizo lo mismo diciendo que había que volver al Imperio Romano. Es imposible ser de derechas y creer verdaderamente en los clásicos, porque, por ejemplo, el primer valor de la Grecia antigua era la hospitalidad. Grecia no era un país con una bandera o un pasaporte, era un sistema de ciudades, estados diferentes, cada uno con su fundamento político, sus dioses, sus festividades, todo diferente pero unido en una cultura griega. Y desde Ulises se entiende que el deber de la gente era acoger, que es exactamente lo contrario a lo que defienden estas personas. 

Es hipocresía y también es conformismo, porque mientras se dice que hay que defender las raíces griegas, no hay ningún interés en estudiarlas en los programas escolares.

- ¿Qué te ha quedado de esa noche? 
- Lo que ha cambiado en mí gracias a esta oportunidad que hay veces que me sigue costando creer, es sobre todo la relación que tengo con el arte en general y los museos de hoy en día, que se han convertido también en un parque de atracción turística. Tener la posibilidad de disfrutar sola en una noche de una obra de arte es increíble porque hoy en día casi no tenemos tiempo de acercarnos a las obras. 

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