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presenta 'El silencio de la guerra'

Antonio Monegal: "La cultura no nos salva de la guerra, que sí tiene un fuerte sustrato cultural"

24/05/2024 - 

ALICANTE. Antonio Monegal, catedrático de literatura y literatura comparada de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), recibió en 2023 el premio nacional de ensayo por Cómo el aire que respiramos: el sentido de la cultura (Acantilado). Acaba de publicar El silencio de la guerra (Anagrama), una obra dedicada al sustrato cultural de la guerra, que presentará este viernes, 24 de mayo, a las 19 horas, en la librería Pynchon & Co. 

— ¿Qué es la cultura?

— En el libro intento buscar una solución a esta aparente confusión entre las dos formas de entender la cultura: una entendida como la alta cultura, como las artes, el pensamiento… Esto es una visión un poco restringida de lo que es. La cultura también es la forma en la que las personas nos relacionamos con nuestro entorno y como los demás, las tradiciones. La cultura es como una caja de herramientas donde cada sociedad tiene unos recursos y unos modales. Cómo comportarse ante una determinada situación, el amor, la muerte. La cultura puede venir influida por las costumbres, en la forma que comemos, qué vestimos, por los medios de comunicación de masas... He querido destacar el aspecto más antropológico de la cultura.

Si nunca llegamos a definir lo que es cultura, nunca llegamos a aclarar el por que es importante.

— ¿Hace falta ser un erudito para hacer cultura o cualquiera puede expresarla?

— Por eso el libro se llama Cómo el aire que respiramos, no sólo porque es necesario para la vida de todo el mundo sino porque además es invisible. La gente que dice que no le interesa la cultura, se está refiriendo a que no le atrae cierto tipo de cultura. Los que hacen blogs, publican en redes sociales, están participando en un intercambio cultural. Todos los ciudadanos participamos de manera activa o pasiva en la producción cultural, hay gente que nunca va al cine pero que se pasa todo el día viendo películas o series, eso es cultura. Desde que alguien se organiza colectivamente se está construyendo cultura. El lenguaje es cultura, la religión es cultura.

El sistema de aprendizaje del ser humano es complicado, necesitamos ir aprendiendo unos de otros, todo es cultura.

— ¿Algunos elementos que se consideran cultura no lo son? Los toros por ejemplo hoy en día están muy en tela de juicio…

— La cultura no es solo lo bueno, la cultura puede hacernos mejores o puede hacernos peores. Los modelos supremacistas son también culturales, si uno defiende una identidad que es excluyente eso también es una construcción cultural. Si los toros no son cultura, no sé qué son, porque evidentemente naturaleza no son. Los toros tienen una historia, unos rituales, eso se ha construido culturalmente, otra cosa es que consideremos que los valores que representan la sociedad no los acepta. Una cosa es que algo sea cultura y otra cosa muy distinta es que el Ministerio de Cultura lo subvencione o lo acepte. Si hemos evolucionado como sociedad y velamos por la dignidad de los animales, quizá eso deba evolucionar. Hay muchas cosas que han ido cayendo con el avance de la historia. Estas transformaciones ocurren cuando hay un consenso masivo en la sociedad. En Estados Unidos llevar armas no es un problema cultural, de hecho hay gente que tiene más armas de las que necesita, las coleccionan.

Tenemos que quitarnos de la cabeza la idea que todo lo que es bueno es cultura y de que todo lo que es malo es incivilizado, simplemente no nos gustan, pero también son culturales.

— Hablas de que la administración debe fomentar la cultura. El bono cultural generó controversia porque se aplicaba a determinados aspectos que para algunas voces no era cultura.

— El bono cultural es una forma de conceder al ciudadano la libertad de disfrutar de lo que le apetece. A mi me parecería mal que se cribara los tipos de libros que se pueden comprar, porque sería una intromisión del Estado, pues lo mismo ocurriría si no dejas comprar con esa ayuda videojuegos. Para lo que para mí era leer tebeos y cómics en mi época, para las nuevas generaciones jugar a los videojuegos representa otro tipo de cultura.

— Hablas de que se tiene que fomentar la cultura a través de las administraciones, ¿interesa a la clase política?

El problema no es que haya una estrategia calculada para evitar el desarrollo del pensamiento crítico de los ciudadanos, sino más bien una dejadez o una incomprensión del retorno de la inversión que se hace en cultura. Falta un trabajo pedagógico de explicar por qué es importante invertir en cultura, hay una aparente ausencia de rentabilidad social. Todo el mundo quiere que se financie la educación y la sanidad, pero no consideran necesario que se impulse la cultura. Los tres aspectos influyen en el enriquecimiento colectivo de una sociedad

— ¿Cómo se debe leer un ensayo, con espíritu crítico o con docilidad de pensamiento?  

Creo que todo se lee mejor con espíritu crítico. Me parece estimulante cuando alguien lee uno de mis ensayos y me dice que no está de acuerdo con lo que he escrito.  

— Acabas de publicar El silencio de la guerra, ¿por qué decides tocar un tema tan espinoso referido a la cultura?

— En mis investigaciones me doy cuenta de que el tema de la guerra es una preocupación constante. Por un lado la gente que ha vivido una guerra dice que no se puede conocer lo que significa si no se ha estado nunca, y por otro lado, es un tema que está representado en diferentes ámbitos de la cultura. Mi idea viene de cómo podemos conocer la guerra quienes no hemos vivido una, este es el desafío que se plantea; no es un libro de historiador ni en el desarrollo de las guerras, sino en sus representaciones, porque esta visión condiciona nuestra visión sobre ellas. El libro sobre la guerra se ha publicado dos años después del libro sobre cultura, pero estaba escrito antes. Al haber explicado en el anterior el concepto de cultura, viene bien leer después el otro para entender la representación cultural de la guerra. La cultura no nos ha salvado de la guerra, pero sí que tiene un fuerte sustrato cultural.  

— La guerra es un tema recurrente en la cultura, sin embargo ¿no da un poco la sensación que pese a ello no dejamos de verla como algo épico que nunca va a pasar?

— La guerra la tenemos presente de manera absoluta. En nuestro país la Guerra Civil todavía tiene mucho calado social y político. España es después de Camboya el país con más fosas comunes no excavadas, con víctimas no identificadas. Esto a la vez hay que conciliar con que Europa ha vivido unos largos periodos de paz de la que nos hemos beneficiado todos. El ver el conflicto bélico como algo que no va con nosotros representa un paréntesis histórico. Sin embargo, hemos tenido una guerra en los Balcanes, a menos kilómetros que la guerra que está sucediendo en gaza. Este fenómeno de ignorar la guerra de al lado nos hace olvidar que a nuestro país vienen muchos refugiados huyendo de esos conflictos. Ahora tenemos una sensibilización sobre este tema porque da la casualidad de que ahora se está hablando de que Europa se tiene que rearmar, pero nunca ha dejado de haber enfrentamientos armados. Esa alerta europea viene cuando Estados Unidos ha decidido dejar de ser el protector de occidente, y eran los americanos los que luchaban por nosotros. La Guerra Civil ha hecho a España una sociedad especialmente alérgica al militarismo. Las guerras no es que nos pillen lejos, es que les damos la espalda.

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