VALÈNCIA. En el universo de las artes los temas se repiten constantemente. La literatura, el cine y la danza hablan sobre el amor, los miedos, las dudas... también se centran en retratar a ciertas figuras históricas e incluso se en eventos que están en la memoria de todos. Existen cientos de cuadros sobre la guerra civil y hay decenas de documentales sobre la tragedia del 11 de septiembre, aún así cada uno consigue arrojar una perspectiva única sobre lo sucedido. Los enfoques permiten conocer tanto la historia como al artista, y nos acercan a nuevas lecturas desde las que comprender la sociedad.
Estas interpretaciones sirven a modo de protesta y de alguna manera reflejan, como un prisma, diversas opiniones y lecturas sobre la historia que se cuenta. En el Centre Cultural La Nau esta conversación se establece alrededor del Arte contra la violencia de género, con una exposición que presenta las obras de una treintena de artistas -Tantas mujeres en una misma, tal y como reza el subtitular de la exposición- y su visión sobre este tema tan concreto que tristemente se sigue cobrando víctimas.
Desde la obra de Concha Jerez hasta la de Isabel Oliver la muestra repasa la visión de Maruja Mallo, Ingrid Lozano, Soledad Marina y Úrsula Ochoa entre otros tantos nombres. Para hablar de un tema tan amplio y eterno como este se cuenta con todo tipo de técnicas que retratan esta crítica social: desde fotografías hasta collage, pasando por la instalación de la mano del dúo valenciano compuesto por María Jesús González y Patricia Gómez, quienes rescatan unos espejos desgastados de un psiquiátrico y trozos de muro para reflexionar sobre cómo se trata a la mujer de forma distinta al hombre en según qué espacios.
Esto se comprende dentro del ámbito de la exposición: Las mujeres no somos armas de guerra en el que tal y como explica la comisaria de la muestra, Sermíramis González, se habla de cómo las mujeres viven todo tipo de violencias simplemente por ser ellas mismas: “Las mujeres en una guerra se convierten en rehenes y esclavas sexuales, y tienen un índice de supervivencia mucho menor. También en según qué espacios son tratadas de forma diferente por el simple hecho de ser mujer, por eso queremos rescatar que no somos objeto de guerra”, añade sobre esta parte de la muestra.
A su vez la exposición se expande a lo largo de toda La Nau. Un solo espacio no es suficiente para comprender la visión de todas estas mujeres, es por ello que Arte contra la violencia de género se puede visitar tanto en la Sala Acadèmia como en la Sala Estudi General. En el primer espacio se reflexiona sobre Acabar con la violencia de género y la idea de que Las mujeres no son armas de guerra. En la Sala Acadèmia se expone la obra que trabaja Contra los estereotipos sexistas y sobre la Resiliencia y supervivencia.
En la segunda sala se encuentra la obra de Maruja Mallo quien a través de Maniquí (1962) alude al surrealismo para reflexionar sobre el papel de la mujer en este movimiento artístico más allá de ser musas para los creadores masculinos. El texto de sala habla sobre la reflexión que hace Mallo sobre “la fragmentación de los cuerpos de las mujeres, que tanto sirvieron para su cosificación”. Finalmente, acompañando a cada texto viene indicado a qué colección pertenece cada obra, en este caso a la de la Universitat de València, un préstamo que González agradece enormemente: “Esta muestra es posible gracias a los préstamos de las universidades, nosotras componemos el relato con estos fondos y no hay mejor espacio que el de la propia universidad para remitir a esta reflexión”.
En la Sala Acadèmia se encuentra también la obra de María María Acha-Kutscher, quien a través de Les Speculaires (2011) reflexiona sobre una serie de mujeres que presentan una condición física excepcional que las hace únicas y las “retrata”. Lo hace interviniendo fotografías originales de finales del siglo XIX y principios del XX, en las que las presenta con la dignidad que intentaron arrebatarles a través del desprecio social. Esta obra se actualiza a través de la muestra Indignadas que se encuentra en el claustro exterior, en la que María María Acha-Kutscher expone unos enormes pósters que dan vida a La Nau como señales de reivindicación y con mensajes de lucha feminista.
“Queríamos sacar la lucha al exterior y hacer reflexionar al visitante, la imagen se trabaja en digital para que se pueda ampliar lo máximo posible y quede como pancarta”, explica sobre el resultado final. También se puede comprender la segunda parte del relato en otra sala más, en la que habla sobre la lucha de las mujeres, su emancipación y su lucha a través del retrato visual de las mujeres en diversas marchas de todo el mundo.
Esta instalación, junto a la pequeña sala que acompaña a la acción en el exterior, busca servir como diálogo entre estas exposiciones que celebran un feminismo latente en La Nau. Una muestra que se puede leer y reivindicar desde la figura de Carmen Calvo hasta la de Maruja Mallo y contando el relato de todas las que ya no están, haciendo de voz por las que pueden seguir luchando por un mundo más justo.