Algo está cambiando en Valencia, algunos centros de arte vuelcan su mirada hacia proyectos que reivindican la espontaneidad, el fomento del pensamiento crítico y, especialmente, la integración social
VALENCIA. Los cambios en materia de cultura sacuden nuestra ciudad que despierta tras un letargo institucional que dejaba en manos de los centros privados y las iniciativas autogestionadas todo el peso de la oferta cultural interesante sin un claro apoyo gubernamental para los artistas que ahora empieza a atisbarse. José Luís Pérez Pont, Director gerente del Consorcio de Museos de la Generalitat Valenciana, ha activado en pocos meses tras ganar el concurso del cargo una serie de medidas que dan cuenta de su preocupación por poner el arte contemporáneo al alcance de todos y facilitar que éste sea un vehículo para generar pensamiento crítico, así como dar visibilidad al trabajo de creadores de todas las disciplinas mediante procesos transparentes. Tras lanzar desde el Consorcio tres convocatorias para proyectos artísticos en la institución, el Centro del Carmen adquiere relevancia y coherencia en su programación, hasta hace poco bastante errática, posicionándose como un museo de visita obligada en el recorrido por la ciudad, al menos esa es la intención y el rumbo que parece ir tomando.
La determinación de Pérez Pont por hacer a la institución más participativa, más accesible y democrática se ve reflejada en el programa Altaveu, mediante el cual tiene cabida una programación de carácter social atendiendo a los agentes culturales que trabajan por visibilizar injusticias sociales así como estimular la integración de colectivos desfavorecidos o en riesgo de exclusión. En ese sentido el 29 de septiembre el Centro del Carmen inaugurará una exposición conmemorativa del colectivo valenciano Lambda de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales en su 30 aniversario, precedida por la muestra inaugural de este programa enfocado a lo social que fuera inaugurada el pasado jueves 1 de septiembre bajo el título "Antropometrías. Del YO al NOSOTROS", registro de un conmovedor proyecto de integración infantil expuesto hasta el 18 de septiembre en el Centro del Carmen donde se organizarán talleres didácticos también en el marco de la exposición tanto con infantes como con adultos.
"Antropometrías. Del YO al NOSOTROS" es un proyecto de la artista y educadora colombiana afincada en Mislata, Valencia, Salomé Rodríguez y realizado en el colegio Juan Manuel Montoya del barrio de Nazaret de Valencia, que tiene la consideración de CAES, Centro de Educación Educativa Singular, un sistema educativo que reafirma el principio de igualdad en el ejercicio del derecho a la educación centrándose con especial ahínco en prevenir y compensar las desigualdades educacionales derivadas de factores sociales, económicos, geográficos, culturales y étnicos o de cualquier otra índole personal o social con riesgo de exclusión. El colegio, con un equipo docente comprometido y digno de reconocimiento, lleva años garantizando las condiciones más favorables para la escolarización durante la etapa de educación infantil, abogando por todos los niños de la zona cuyas condiciones personales supongan una desigualdad inicial para acceder a la educación básica y para progresar en los niveles posteriores, motivo por el cual incorporan en su programa una parte artística importante que involucra a niños y progenitores a fin de que se sientan integrados, dispongan de igualdad de oportunidades y en la medida de lo posible se les proporciona a los infantes lo que en casa tienen difícil recibir al rozar los límites de la pobreza profunda. Por ejemplo, una dieta variada o el propio seguimiento tutorizado para adquirir habilidades respecto a la higiene personal, cómo asearse uno mismo y su entorno, ordenar y compartir juguetes etcétera, comunicación e idiomas, pues muchos vienen de situaciones en las que habitan chabolas y sus padres tienen auténticas dificultades para salir adelante incurriendo así en la posibilidad de no ofrecer una educación regularizada; ahí entra la función específica de la escuela que en estos casos se vuelca más de lo habitual, siguiendo un programa pionero en Europa que incluye a artistas y otros profesionales de diferentes áreas que acuden a motivar a los alumnos y estimularles para el futuro.
El colegio Juan Manuel Montoya, que saca adelante numerosos proyectos de atención a la diversidad e inclusión social, cuenta con un gran número de alumnado inmigrante y refugiado, con desconocimiento de la lengua vehicular del proceso de enseñanza, pertenecientes a minorías étnicas o culturales en situaciones de desventaja socioeducativa, colectivos socialmente desfavorecidos y que presentan en inicio un desfase escolar significativo que sus padres no tienen herramientas para solucionar y que además provocan en los infantes una sensación de inseguridad, timidez o falta de autoestima frente a compañeros que están en situaciones distintas pero que conviven juntos a fin de no crear guetos. Rodríguez, como artista especializada en videoarte y performance, ya había trabajado anteriormente con colectivos similares como colectivos de mujeres en riesgo de exclusión o maltrato, personas que han sufrido desahucios o vivido en la calle, siempre con el objetivo de brindarles apoyo y sobre todo darles voz a través del arte, visibilizando injusticias sociales y haciendo un llamamiento a la acción. El proyecto que ha llevado a cabo en el colegio se ubica en esa línea, en coherencia con su trayectoria.
Un centenar de niñas y niños de entre 3 y 12 años de este centro que en mayo renovó su patio de recreo pintado con dibujos de los propios alumnos en colaboración con el CEFIRE de Valencia, han plasmado su particular boceto antropométrico en la instalación de la artista llevada a la sala como obra colectiva con la que se pretende que "establezcan vínculos de respeto entre todos, de ellos mismos hacia sus cuerpos y hacia los de los demás, como ejercicio de autoconocimiento, haciendo crecer su autoestima al ver que son capacer de crear, de colaborar para hacer arte, que lo que está colgado en las paredes del museo es parte de ellos, eso les da fuerzas, alegría y el hecho de que sus familias lo vean expuesto les motiva a involucrarse en el proceso educativo y fomentar que estudien y se relacionen", explica la artista con ánimo de favorecer la multiculturalidad y la integración social vía un proyecto que ya está dando sus resultados y que evita el abandono escolar.
Rodríguez se formó en su país de origen, Colombia, con estudios en Sociología y Maestría en Bellas Artes en Cali, y en Valencia se licenció en Bellas Artes además de tener un Doctorado en Arte Público. Su producción ha girado en torno a la instalación, performance y happening, influenciada por el trabajo de artistas que la han inspirado en su carrera como Joseph Beuys, Kounellis o Ana Mendienta. Ha expuesto en diferentes salas de Europa como la sala B Born en Berlín, centros culturales de Castellón, Xativa, Valencia, Madrid y Barcelona. También en distintos lugares de Chile, Colombia y Cuba, participando en festivales, cabe destacar su colaboración aquí con Intramurs. Pero es la primera vez que un proyecto suyo de esta magnitud e índole colaborativa ve la luz con el soporte de una institución involucrada al nivel del Consorcio de Museos, por lo cual está muy agradecida ya que dar visibilidad a esto facilita que se siga otorgando ayudas europeas a escuelas que experimental con tales programas, es decir, mostrar los resultados favorables incita a seguir adelante e incluso a aplicar el método en más centros.
¿Qué hace diferentes a este tipo de exposiciones? El discurso expositivo, por su contenido social y su capacidad para generar acción, para dar continuidad a proyectos que sin visibilidad corren el riesgo de extinguirse y para crear conciencia, pensamiento, romper con la pasividad, innovar dinámicas. Frente a la loable reorientación del Consorcio, encontramos una fundación privada acogiendo otro proyecto social que se enmarca en la pasada quinta edición del Festival 10 Sentidos, dirigido por Meritxell Barberá e Inma García, y que se mantiene como actividad extendida hasta el 17 de septiembre, a saber, la exposición "A lo Caos". La Obra Social de Bancaja promueve y desarrolla acciones encaminadas a facilitar el avance y mejora de la sociedad en un entorno de igualdad, según explican en su página web. En el marco del citado festival, que siempre gira en torno a las relaciones entre arte y discapacidad, está siendo sede de la muestra gracias al impulso de entidades que conocen bien los nuevos horizontes creativos que abre la confluencia entre arte y discapacidad. DKV Seguros, la Fundación DKV Integralia y la Fundación Bancaja impulsan este proyecto en el que se puede visitar una selección de trabajos artísticos con diseños realizados por La Casa de Carlota. Se trata de un estudio de diseño profesional con un equipo creativo insólito porque está formado por personas con síndrome de Down y autismo que trabajan de forma integrada y absolutamente normalizada con jóvenes estudiantes de escuelas de diseño y de Bellas Arte, ilustradores y directores de arte.
La exposición cuenta con tres apartados: en primer lugar, una selección de obras realizadas por La Casa de Carlota, firmadas así en colectivo como asociación; en segundo lugar, un recorrido por algunos de los trabajos artísticos que se realizan en su estudio y por último, el resultado de un conjunto de talleres que se han dado exprofeso para la muestra de la mano de artistas ligados a la Colección DKV y a Valencia, por ejemplo, siete artistas de distintas disciplinas creativas (Esther Señor y Carmen Cifrián en fotografía, Juan Olivares en escultura, Juan Sánchez en pintura, Moisés Mahiques en dibujo y Sonia Rayos y Silvana Andrés en arquitectura) para que, cada uno de ellos, trabajaran durante dos días en la Fundación Bancaja, dirigidos por Inge Knouws de La Casa de Carlota, con un grupo de veinte personas con distintas capacidades para crear una obra.
"A lo Caos" es pues una apuesta por el impulso creativo desde la amplitud y la heterogeneidad de los talentos. Una genuina forma de visualizar la complejidad creativa de la mente humana y apartar los estigmas sociales. Encontramos obras maravillosas de diseñadores discapacitados adultos que dibujan fresco y sincero con aire infantil que conmueve y provoca empatía, transportando, como el proyecto de Salomé Rodríguez, a la propia infancia en la que pintábamos hasta con los dedos sin prejuicios. Una exposición comienza y la otra termina, aunque ambas finalizan casi a la vez, queda poco tiempo así que proponemos un recorrido por las dos estableciendo estos puntos comunes conceptuales que aseguran una experiencia única. Exposiciones divertidas y cargadas de honestidad, en las que contemplamos diseños súper frescos, directos, que llegan a la gente cumpliendo su función integradora y generan en el espectador una mirada libre de prejuicios, empatizando con esa espontaneidad que de niños todos tenemos pero vamos perdiendo por presiones sociales, amoldamiento a normas a veces carentes de sentido, falta de estímulos o recursos educativos o aglomeración de miedos que coartan la creatividad.