Artur Heras, un plátano y un viaje al pasado

VALÈNCIA. El IVAM cambia su cara y lo hace de la mano de uno de los grandes. Artur Heras es el encargado de realizar una nueva intervención en la fachada principal del museo, sumando su nombre a un lista que cuenta con primeros espadas como Carmen Calvo o Miquel Navarro, quienes ya han dejado su sello en la ‘cara’ del museo. Es ahora el turno del artista de Xàtiva, que vuelve al centro cultural con un proyecto con el que echa la vista atrás a su propia producción, una obra que parte de otra realizada en la década de los 70 y que busca interpelar a esa ciudad que pasea por delante del museo, un visitante curioso, pues se topa con la obra quiera o no. Este es el punto de partida de Plàtan-siesta, que desde ayer -y hasta el 10 de marzo- se despliega en el museo, una pieza de unos 50 metros cuadrados en las que se presenta un plátano tumbado en un cama. 

El artista estuvo acompañado durante la presentación por el director del museo, José Miguel G. Cortés, con quien ya trabajó cuando Heras dirigía la mítica Sala Parpalló. “Ya entonces Artur me pareció un gran artista y una gran persona, dotado de una notable inteligencia y una amplitud de miras”, relató Cortés durante el encuentro. Una presentación, por cierto, que es uno de sus últimos actos al frente del IVAM. Fue hace apenas unos días cuando la comisión de valoración seleccionó a Nuria Enguita como futura directora del centro, que previsiblemente se incorporará a final de mes, dejando atrás Bombas Gens. Preguntado por esta cuestión, Cortés aprovechó para dar la “enhorabuena” en público a la nueva directora y desveló que tuvo una charla telefónica en la que le tendió la mano de cara a la transición. Así, trasladó a su sucesora al frente del IVAM que "todo aquello en lo que yo pudiera ayudarle o colaborar para que el museo fuera cada día mejor o estuviera mejor, no solamente es que no tenía ningún problema, sino que me ofrecí a ello”, explicó.  

Artur Heras se encarga ahora de poner imagen no solo a la fachada del IVAM sino también al inicio de un curso extraño, con una pieza que remite al mundo de los sueños. “La cama es, probablemente, el símbolo más onírico de cuantos existen en el hábitat cotidiano del individuo; es el lugar donde nacen y mueren, pero también es allí donde se acomodan y sueñan. Es sinónimo de concentración humana en hospitales, acuartelamientos y similares. Habla de la memoria, de la gravedad de los cuerpos sólidos, de una materia pesada que hay que transformar en vez de olvidar”, relata el artista. Y es que, en la cama "para todo: lo bueno y lo malo". Sobre la figura del plátano durmiente se alza un gran símbolo de interjección, una cabeza en exclamación, que forma entre otros puntos un pequeño mapa de constelaciones, un agujero por donde se cuelan y desaparecen los sueños.

La pieza es también un homenaje a la pintura, de la que dice "ya no es la primera dama" frente a otros formatos, una pintura que sale de las salas de exposición del museo y que, en cierta manera, presenta un solitario bodegón. Además, explica el artista, se conecta con la mirada de otros creadores como Kafka o Magritte y, de una manera más explícita, con la banana que Warhol pintó para The Velvet Underground, una obra que buscaba desde un principio presentar una imagen clara, sin artificios, consciente de que convive en una jungla urbana protagonizada por coches y apresurados vecinos. Una ciudad distinta pero no del todo. Así, Heras retoma una pieza de hace medio siglo aunque, advierte, esto no es una excepción, pues apuesta por una concepción no lineal de la evolución creativa. "La memoria es muy importante", recalcó, al tiempo que defendió la necesidad de, como hace con su obra, "mirar por el retrovisor qué hemos hecho que ha salido bien o mal".