VALÈNCIA. La propuesta de la programación especial de arranque de temporada de Sala Russafa, Alcem el Teló, esta semana se centra en el teatro para niños y niñas como muestra de apoyo a una de las ramas de las artes escénicas que ha visto descender fuertemente el número de representaciones desde que se declaró la pandemia. La reducción (o el cese, en muchos casos) de las actividades escolares ha limitado el acceso de los más pequeños a estos espectáculos que, en muchas ocasiones, suponen sus primeros contactos con el teatro, con todos los beneficios que éste tiene a la hora de transmitirles valores y aprendizajes, conectando con el imaginario y la imaginación de los niños, que suelen quedar fascinados por la representación.
Una de las compañías valencianas expertas en crear esos universos tan atractivos para los pequeños es Bambalina Teatre Practicable, todo un referente en la escena autonómica y nacional. Desde su creación, Jaume Policarpo está al frente de la dirección artística de esta formación que ha recibido más de 30 reconocimientos, entre los que destacan el Premio Max al Mejor Espectáculo para público infantil, juvenil y familiar en 2018 por Kiti Kraft o el de Millor Espectacle Teatral en los Premis de les Arts Escéniques Valencianes 2018 por La Celestina, citando solo los más recientes. Una trayectoria que incluye una cuarentena de producciones y que en 2021 cumple 40 años.
“Hemos pasado por muchas etapas y te das cuenta de lo rápido que pasa el tiempo. Por eso lo que más me preocupa ahora es el futuro. Queremos empezar un relevo generacional para que el sello Bambalina continúe, aunque yo, dentro de unos años, me retire para dar paso a creadores más jóvenes”, comenta Policarpo, quien es consciente de que estos procesos requieren tiempo. “Creo que el teatro que hacemos tiene una personalidad clara y reconocible, pero no es personalista. Estoy convencido de que miradas jóvenes pueden retomar el testigo y aportar nuevos matices”, señala el autor, director e intérprete.
El arranque de ese proceso de relevo se plasma en CU-CU, un proyecto para el que Policarpo animó a Águeda Llorca. “Trabajando con ella como actriz te das cuenta de la sensibilidad, del complejo imaginario que tiene. Pensamos que ese universo tan personal podría tener un reflejo escénico muy interesante”, comenta Policarpo, para quien ha sido muy enriquecedor volver a ponerse al servicio de la creatividad de otra persona a la hora de dirigir un espectáculo.
“Al final, yo diría que Cu-cu es fruto de una creación casi colectiva”, explica Llorca, agradeciendo la implicación de sus compañeros de elenco, Jorge Valle y Pau Gregori, así como del propio Policarpo en el proceso requerido para la puesta en pie de este espectáculo. Todo empezó con escritura a la manera clásica, pero Llorca se dio cuenta de la potencia que tenían las imágenes para contar lo que tenía en mente. “Me interesan mucho las artes plásticas y el collage te permite yuxtaponer objetos y situaciones para crear mundos surreales. Es muy divertido y estimulante para la imaginación de los niños”.
Reproducciones a gran tamaño de ilustraciones y fotografías se convirtieron en una herramienta para interactuar con el propio cuerpo de los intérpretes, conformando un universo onírico donde hay orejas o narices gigantes, por ejemplo, con los que mostrar que la diferencia puede vivirse como algo positivo, una seña de identidad personal en un proceso tan delicado como es el crecimiento.
“El libreto ha acabado convirtiéndose en una sucesión de notas para los actores y acotaciones sobre la puesta en escena. No hay texto, contamos las historias que componen la obra de manera visual y con mucho humor, sin intentar dar lecciones”, explica la creadora e intérprete que sube al escenario junto a Valle y Gregori.
“Los niños necesitan sentir que pertenecen al grupo, por eso pueden desarrollar ciertos miedos o complejos ante la diferencia. Pero aprender a vivir con ella y aceptarla puede ser un refuerzo muy positivo”, explica la creadora de este espectáculo que hereda el sello Bambalina.
Para ella ha sido un gran honor que la compañía le haya ofrecido esta oportunidad. Mientras que para Policarpo, la propuesta de Llorca encaja perfectamente en el concepto del títere contemporáneo de Bambalina, donde cualquier objeto que el actor pueda animar o manipular es una herramienta más de la representación.
Del 16 al 19 de septiembre, Sala Russafa acoge el estreno absoluto de esta pieza que marca el arranque de una nueva etapa en Bambalina. Y con la que espectadores a partir de 5 años se adentrarán en un universo sin prejuicios, donde se puede volar con las orejas o hablar sin la erre.
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