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Biznaga: “La noche es más un territorio fantasmal que una liberación”

4/05/2022 - 

VALÈNCIA. Biznaga lanzó un disco a menos de diez días del confinamiento de 2020. Y a los pocos meses, vinieron a València en un concierto con el público sentado, agarrándose de la silla y moviendo nerviosamente los pies mientras sonabas las guitarras afiladas y las letras inflamables. Desde ese año, el grupo ha estado componiendo el que ha sido su nuevo disco, Bremen no existe, “el reverso” de su anterior trabajo, con el que han dado la vuelta no solo a su sonido, sino también a su proceso creativo, a sus coordenadas, y a su discográfica. El grupo, que actúa en el Inciendari Fest este sábado, responde a las preguntas de Culturplaza a través de Jorge Navarro, bajo y letrista.

- Biznaga es un grupo que conecta mucho con la actualidad y lo que ocurre en el mundo contemporáneo. ¿En qué lugar os dejan estos tiempos?
- Este disco es consecuencia inevitable de haber estado encerrados primero y con restricciones durante año y medio. Además, no pudimos presentar el disco anterior, Gran Pantalla, que lo habíamos trabajado bastante y fue bastante decepcionante ver que toda la agenda de conciertos y los planes de futuro se truncaban. Sabiendo que iba a ir para largo e iba a tener un arreglo complicado, empezamos a barajar la posibilidad de trabajar en material nuevo porque asumimos que la época se iba a tragar el disco que acabábamos de sacar.

Cuando empezamos a trabajar las canciones, de manera natural el cuerpo nos pedía un disco en las antípodas del anterior, una especie de respuesta a Gran Pantalla: un disco más pasional, que apelara, que buscara y anhelara la calle… Y así, de alguna manera, lo hemos definido como romántico. Es inocente, desea la calle, desea encontrarse con con los colegas, y en general, cómo era la vida antes de toda esta movida, aunque tampoco es que fuera precisamente perfecta. Había ganas de recuperar lo poco que teníamos y habíamos perdido no. Es un disco muy contemporáneo y provocado por las circunstancias que nos han acompañado.

- Si ya estaba esa idea del futuro cancelado antes a la pandemia, parece que se ha acelerado por la cascada de crisis que explotan cada poco. Aún así, tengo la sensación de que en este disco tampoco queréis perder la esperanza del todo y habláis las grietas de ese futuro negro. (Una cosa muy punk, por cierto)
- Sí, nos gusta ubicarnos en esos pliegues, intersticios; buscar dentro del marasmo general esquinas que provean un poco de aire fresco. Nosotros hablamos de futuros cancelados desde una perspectiva temporal bastante amplia, el disco intenta establecer un diálogo entre pasado, presente y futuro cuando no está muy claro qué es qué. Se retrotrae atrás, en algunas canciones diez años, incluso en otras 30, para dialogar con cómo se estaban forjando algunas estructuras que han dado lugar al presente de hoy. Cómo en esa época, que hoy en día vemos como pasado, había una una clara tendencia pensar en un porvenir halagüeño que no se terminó de concretar. Los futuros perdidos son los futuros de antaño, pero eso nos ayuda a pensar los futuros de hoy, lo que será el mañana, para no incurrir en lo mismo. En ese sentido, es necesario tener un punto idealista para que no sigamos hablando dentro de otros 30 años de un futuro cancelado. Es importante mantener esa perspectiva idealista pese a que las cosas que se describen tienen también su parte jodida.

Foto: Carmen Morago

- En este espacio que ocupáis vosotros, ¿de qué manera influye vuestras propio día a día y vuestras militancias, si es que participáis en algún movimiento social?
- En mayor o menor medida, los miembros que componen Biznaga tenemos conocimiento, contacto, cercanía, implicación o participación directa en diferentes lugares y en diferentes niveles. Sin entrar en personalismos y en decir qué hace cada uno, sí que nos sentimos sensibles hacia esos movimientos, evidentemente. La calle no es únicamente hedonismo y frivolidad, la calle implica muchísimas cosas —aunque una cosa no está reñida con la otra—. Nosotros somos sensibles a esos movimiento tangenciales, pero no somos ni representantes ni las caras visibles de nada, ni nos erigimos en portavoces de absolutamente nadie. Hay muchísima gente que son activistas de verdad y que se parten el alma y que son la verdadera referencia para nosotros. Y de eso también habla el disco.

- Siguiendo con el contexto que vivimos. Cuando falla todo, ¡qué importante debe ser el grupo para vosotros! Juntaros y cantar y tocar con rabia, y compartirlo con el público. 
- Precisamente cuando dejamos de poder hacerlo fue cuando nos dimos cuenta de la importancia. El recorrido virtual de Gran Pantalla fue muy bueno, pero llegó un punto en el que eso se quedaba muy corto para un grupo como nosotros que necesita del contacto y de la experiencia real de performar esas canciones frente a un público y sentir la parte física del acontecimiento musical. Cuando tomamos conciencia de esto ya solamente se transformó en purito deseo de volver, y ahora que la cosa empieza a marchar, estamos nerviositos. Las primeras tomas de contacto ya nos han dejado como con los dientes largos. 

- En las letras, como tú decías, hay un carácter popular, pero a la vez también pedagógico, utilizando también referencias literarias y filosóficas. Cuidáis mucho las palabras para no caer en las trampas lingüísticas a las que nos tienen acostumbrados algunos medios de comunicación o los poderes políticos y económicos.
- El trabajo discursivo de Biznaga, y las palabras, han sido un factor fundamental y se han cuidado siempre mucho. Hemos tenido muy en cuenta lo que se decía y también cómo. Siempre hemos creído que si se hace de una forma correcta, una canción es particularmente efectiva en la transmisión del mensaje, así que importa muchísimo el cómo. También es cierto que, a base de escribir canciones, uno mejora y perfecciona sus habilidades expresivas dentro además de cada del género, que es particular. Yo creo que la de este disco es la versión más depurada de un aprendizaje con el que llevamos ya diez años. 

Se ha cuidado siempre mucho, pero creo que nunca lo hemos hecho de la de una manera tan efectiva como en este trabajo. Quizá ya no hay tanto que demostrar como al principio. También cuando uno empieza está buscando su voz y es más referencial —aunque Biznaga siempre ha sido muy referencial—. En en este disco, la voz está particularmente depurada y definida también porque está más al servicio de la melodía.

- La voz de de Álvaro da un paso más allá y en algunas canciones como Domingo Especialmente Triste o La escuela nocturna casi llega a rapear.
- Es que además de ser más rico melódicamente este disco, se introducían elementos nuevos, concretamente a nivel de voz. Decimos spoken word porque nos da cierto apuro decir rap, que es un terreno resbaladizo, pero ahí está: está declamando y recitando más que contando cosas. Por eso era más importante, si cabe, cuidar las palabras.

- Decís que es vuestro disco menos punk. ¿Eso tiene que ver  con el propio proceso creativo, con las referencias, con los mapas sonoros que hacéis…? 
- Es menos punk o más pop desde un punto de vista estético. Por fin afloran una serie de gustos que ahora sí que son influencias. Escuchamos muchísimas cosas y en la furgoneta cuando estamos por ahí igual lo que menos escuchamos es punk. Siempre hemos querido hacer pop, pero de alguna manera nos ha podido la urgencia y al final las canciones siempre han tirado de velocidad, de agresividad, de intensidad, de un sonido especialmente cuchillero. También nos hemos currado mucho la preproducción, cosa que nunca se había hecho. Se han introducido instrumentos nuevos, se ha grabado con claqueta… Y luego, las composiciones son menos frenéticas: hay una búsqueda mayor de la melodía y del estribillo, las guitarras son más luminosas… Metes todas esas esas variables en la coctelera y al final es inevitable que estemos hablando de un disco no tan punk en el sentido de cacharrero. 

- Esta nueva experiencia y estos cambios profundos, ¿tienen marcha atrás? 
- Es difícil saberlo pero sí que lo hemos hablado entre nosotros, y la verdad, nos cuesta ver la posibilidad de volver atrás después de haber dado este paso de haber trabajado de esta manera más cercana a lo profesional y más cuidada, con más tiempo y mimo.

- Lo generacional, los fantasmas o la actualidad son algunos de los pilares del disco. A mí me gustaría resaltar otro, el de la noche como un lugar contrario al orden y como un territorio más fácilmente conquistable. Cantáis: “porque la noche es nuestra y el día es de los demás”.
- Sí, se refiere a esa tradicional dualidad del día y la noche: el día como el momento del orden, cuando se dan las responsabilidades y el trabajo, y la noche como la disipación, cuando nos entregamos a los placeres artificiales. Eso está y siempre ha estado, pero tiene un poso de distinguir la noche, no como un territorio de la libertad en el que nos liberamos del yugo de las responsabilidades y que en la oscuridad somos libres, no. Tiene una parte de masoquista, y todo el disco en realidad tiene un halo fantasmal: habla de espectros y de fantasmas. La noche también es un terreno ambivalente en el que parece que estamos buscando una libertad que es abstracta, en la oscuridad parece que puede materializarse algo pero no siempre ocurre, como un fuego fatuo. Es más un territorio fantasmal que una liberación, un momento de sonambulismo.

- Qué difícil y qué responsabilidad es cantarle a la libertad. 
- Sí, es un concepto que está como degradado, desvirtuado. Lo han vaciado de significado como otros conceptos como el amor, o el arte… Son palabras muy grandes que utilizamos con muchísima —precisamente— libertad. A base de utilizar las palabras mala, acaban pervirtiéndose. Así que sí que se tiene una responsabilidad, las palabras pesan un quintal.

Foto: Carmen Morago

-  ¿Tú crees que el disco quiere ser un empujón para movilizar a la gente? 
- Me gustaría verlo así. Y los primeros que necesitamos empujones somos nosotros como banda y yo, ya particularmente, como la persona que escribe las letras. Como si escribiéndolo y obligando a que Álvaro lo cante estuviera más cerca de hacerse realidad, de aplicarme yo el cuento con una especie de exorcismo, un conjuro que quiebre nuestro comportamiento y adoptar una actitud más de hacer y no tanto de hablar. Me gustaría verlo así sin duda, pero haciéndome a mí participe de esa necesidad de pasar a la acción.

- Habéis conseguido un público amplio y habéis conseguido tocar y participar en lugares que otros grupos que cercanos a vuestro sonido y con discursos críticos no ocupan, como festivales. ¿Cómo os sentís con esa relación que habéis establecido con estas citas musicales?
- Desde el principio Biznaga siempre se ha movido de manera ambivalente en varios territorios. Hemos tocado en entornos más pop, en entornos más punk, y dentro de esos entornos punk, en diferentes tipos de entornos punk. Siempre nos hemos mostrado bastante ambivalentes y con pocos prejuicios. Sí que hubo un momento de discusión cuando se dio el primer salto a festivales grandes y a eventos que tenían patrocinios de marcas. Hubo que llegar a un consenso y derribar algunos muros mentales nuestros. Al final, por pura inercia, nos sentimos cómodos ya. Sí nos ha parecido fundamental no abandonar esos otros lugares. Hemos estirado los tentáculos hacia otros sitios pero sin abandonar donde ya los teníamos. Evidentemente no se puede hacer todo por pura salud, pero cada cierto tiempo hacemos movimientos que no están ligados ni con lo mercantil ni con nada que se le parezca. Al final hemos llegado a la conclusión de que podemos movernos en varios territorios si evaluamos cada propuesta como lo que representa. Si eres un festival con patrocinadores, vamos por dinero, así de fácil. Si eres un centro autogestionado, lo valoramos de una manera muy diferente porque nos mola ayudar de otra manera, que creemos que es la mejor, que es aportando nuestra música.

- ¿Una casa okupa con un equipo regulera es el mejor lugar de escuchar a Biznaga?
- Bueno, y si tiene un buen equipo de sonido, será el mejor lugar para escuchar a Biznaga y otros muchos grupos.

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