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Bombas Gens empieza a batallar: estas son las armas del nuevo templo cultural

8/07/2017 - 

VALÈNCIA. “Y entonces le dices al ladrillo, ¿qué quieres ladrillo?”. Con esta pregunta, dirigida directamente al material con el que trabajaba, el arquitecto Louis Kahn quería poner freno a la falta de inspiración, invitando a sus alumnos a escuchar antes de actuar, a conocer los límites y las potencialidades de aquello que manipulaban. Esta misma cuestión formulaba ayer Vicente Todolí, director del área de arte de la Fundació Per Amor a l’Art, durante la apertura de puertas del esperado centro Bombas Gens, cuyo centro de arte se puede visitar desde hoy. Y es precisamente esa la pregunta que sobrevoló la presentación del nuevo templo cultural de València, una iniciativa que reivindica la singularidad de su colección y de su proyecto global, que incluye un centro de día y de coordinación de enfermedades raras. Pero, ¿qué quieres Bombas Gens? La antigua fábrica abre para dar a conocer la colección de la fundación privada, un punto de partida al que le sigue las colaboraciones con otros centros y una ambición internacional que se ha hecho explícita desde el primer momento.

“No tenemos límites”, aseveró Todolí en una puesta de largo que contó con Susana Lloret, directora general de la Fundació Per Amor a l’Art; Nuria Enguita, directora del centro de arte; Ramón Esteve, arquitecto; y los fotógrafos Bleda y Rosa. “Dicen que a la tercera va la vencida y en nuestro caso fue cierto”, indicó Lloret. “Mi marido, el presidente de la Fundació, había tanteado previamente un par de edificios. Pero cuando descubrió Bombas Gens se dio cuenta enseguida de que encajaba perfectamente, entre otras, con las necesidades de la Fundació. Estaba totalmente abandonado, pero ni aun así había perdido su elegancia. El edificio merecía un futuro mejor, y la Fundació merecía un edificio como este. Y es aquí donde iniciamos nuestro proyecto con el único propósito de compartir, de devolverle a la sociedad parte de lo que nos ha dado”. La antigua fábrica de bombas hidráulicas, proyectada en 1930 por el arquitecto Cayetano Borso di Caminati, comienza su (nueva) andadura con tres exposiciones con las que buscan poner en situación al visitante tanto por lo que respecta a la personalidad de la colección como al espacio.

Foto: EVA MÁÑEZ.

Aunque el proyecto que se completará con una segunda fase con la que se sumará el refugio antiaéreo de la Guerra Civil, el jardín trasero, la bodega del siglo XV y el edificio de nueva construcción que se destinará a fines sociales, el protagonista es ahora un centro de arte que ocupa cinco de las naves restauradas, que ya desvelan algunas de las piezas que hasta ahora no habían sido expuestas. “Una colección son muchos años de compromiso, ahora está en la infancia”, explicaba Todolí sobre la colección Per Amor a l’Art, que consta de unas 1.800 piezas de 140 autores, principalmente fotografía y pintura de tendencia abstracta. El que fuera director de la Tate defendió el papel de una colección que se teje “como una tela de araña” y que, por si alguien estaba interesado, no está en venta. “Las obras se compran, pero no especula y no se venden. Nos lo hemos autoprohibido”. De Marxalenes al mundo, el centro ya trabaja en colaboraciones con otras instituciones como la fundación americana Pier 24, aunque, confiesa Todolí, “con la colección podemos programar cinco años de exposiciones sin ningún préstamo externo”, con lo que no entra en los planes programar una exposición de un artista que no esté representado en la colección.

Pero la ambición internacional no la única capa para un centro de arte que hoy se presenta a los valencianos y que vive a un puente de distancia del IVAM o el Centre del Carme, y en el mismo lado del río que el Museu de Belles Arts de València. “Tenemos que empezar y ver cuáles pueden ser los nexos de unión”, indicó Nuria Enguita, preguntada por las relaciones que espera establecer con el resto de contenedores culturales de la ciudad. “Estamos empezando a tener relaciones con la ciudad”, recalcó la directora del centro de arte, que destacó la “buena vecindad” de la que fue participe como responsable de proyectos de la Fundació Tàpies en Barcelona, una coordinación que querría trasladar a València. “Si nos va bien a todos es mucho mejor”. Así las cosas, Enguita apuesta por un centro vivo, “que cuide al visitante independientemente de su bagaje” -por lo que han apostado por potenciar la figura del mediador de sala-, un acercamiento al arte en una ciudad que “se está recuperando” de una “drástica” pérdida de apoyo de las instituciones. Con los objetivos claros y el proyecto definido, no hay ninguna puntada sin hilo por lo que respecta a las primeras exposiciones, pensadas para presentar a un Bombas Gens con ganas de darse a conocer.

Tres exposiciones para dar la bienvenida a Bombas Gens

Con Geografía del tiempo, María Bleda (Castellón, 1969) y José María Rosa (Albacete, 1970) reúnen cinco de sus proyectos fotográficos más significativos: Campos de fútbol, Campos de batalla, Memoriales, Origen y Prontuario. La muestra se presenta como una oportunidad única de ver en un mismo espacio una amplia selección de obra de los artistas, un recorrido que tiene como punto de partida el campo de fútbol El ballestero, que fotografiaron hace ahora 25 años y que tiene como eje la construcción y representación del paisaje a través de la historia y de la memoria. “Geografía del tiempo alude a dos ideas distintas; una primera en relación a los paisajes que son mostrados, y que refieren al tiempo y la historia. Y una segunda que otorga un aspecto cuasi físico al concepto tiempo, como si éste estuviera formado por fallas, mesetas, y otros elementos de ruptura o de continuidad propios del terreno”, explican los artistas, que recibieron en 2008 el Premio nacional de fotografía otorgado por el Ministerio de Cultura de España.

Foto: EVA MÁÑEZ.

El segundo pilar de esta primera hornada de exposiciones es ¿Ornamento=delito?, con la que Bombas Gens expone por primera vez para de la colección privada, una muestra que propone una nueva mirada sobre la compleja relación entre ornamento, arte y abstracción. Fue en 1908 cuando Adolf Loos, en su manifiesto Ornament und Verbrechen, invitó a deshacerse del ornamento, un elemento que consideraba como un freno a la evolución, algo primitivo que debía ser desterrado. “El desarrollo de la cultura es concurrente con la eliminación de adornos de objetos de uso diario”, indicaba Loos, una tesis asumida en los primeros escritos teóricos sobre la abstracción, que condenaban un ornamento considerado superfluo. Sin embargo, el final del siglo XX y el principio del siglo XXI han abierto el camino a una reconsideración positiva del ornamento como valor intrínseco del arte, como elemento formal de experimentación y diálogo entre los cerrados conceptos de la abstracción y la figuración.

De esta forma, ¿Ornamento = delito? se sitúa en esta perspectiva atenta a la dialéctica entre la abstracción y lo ornamental como una estética de la diferencia que atraviesa órdenes y categorías artísticas. Todo ello mediante obras de artistas como Heimo Zobernig, Eikoh Hosoe, Cristina Iglesias, Juan Uslé, Teresa Lanceta, David Reed, Anna-Eva Bergman, Aaron Siskind, Albert Renger-Patzsch, Araki, Ángela de la Cruz, Harry Callahan, Herbert Franke, Imogen Cunningham, Robert Mapplethorpe, Esteban Vicente, Inma Femenía, Nicolás Ortigosa o Hans Peter Feldmann, entre otros. Si en esta muestra se hace hincapié en el contenido, también el continente tiene su hueco en el recorrido expositivo con una exposición que presentará al público el proceso de rehabilitación del complejo fabril a través de una serie de fotografías de Manolo Laguillo y distintos objetos que conectan el nuevo centro de arte con un barrio que un día tuvo como corazón la fábrica de bombas hidráulicas.

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