CRÍTICA DE CINE

'Bridget Jone's Baby': el hilarante canon social

17/09/2016 - 

VALENCIA. Cómo es el amor, a qué saben los besos (sin cerrar los ojos), cómo vestirnos hoy, qué coches comprar esta década, cómo gestualizar el rechazo y reírse a media tarde, quién ser los domingos o a quién parecerse y de qué color elegir los zapatos con el traje del éxito. Lo que somos, cómo somos, desde los primeros pasos y hasta los últimos tiene en el cine de palomitas un cálido aliado para ese rasgo de supervivencia que es la imitación. Cuál es el ritmo de esa sociedad, a qué canon se atiene y, con todo, qué procesos personales se han de vivir, qué relaciones se han de tener y cómo para continuar con cierto espíritu activo, positivo, de sonrisa compartida... 

El cine, un siglo y pico más tarde, sigue siendo un instrumento inmejorable para economizar esa profunda influencia, la misma que antes podía estar en la publicidad, la literatura, la tradición oral o cualquier otro storytelling efectivo. Desde hace 15 años (El diario de Bridget Jones, Sharon Maguire) resuelve muchas de estas cuestionas, para un público que, siendo masivo, muestra una hambrienta demanda de patrones sociales. Y así se concluye qué posición laboral poseer para sentirse realizada, qué peinado hacerse, qué corte de falda adecuarse, cómo mirar en el trayecto del cortejo y -de esto mucho- qué música pop hacer que suene para poder asemejarnos al resto, para cumplir los hitos, para ser una mujer de Occidente lo suficientemente optimista y lo suficientemente agradecida por ello, lo suficientemente rubia, blanca, de edad social entre los 30 y los 50, lo suficientemente necesitada de patrones, de foros online con soluciones naturales, preocupada siempre por el peso y por cuidar la carótida que irriga al patriarcado que nos hace sentir como en casa.

Bridget Jone's Baby es la celebración de todos esos cánones y el divertimento a través de ellos. Maguire, que no se encargó de una segunda parte en cualquier caso descafeinada hasta para los fans de la franquicia, ha logrado restablecer el mismo cine de hace 15 años con su nueva película. Lo ha hecho sin haber logrado filmar ni una sola película reseñable en este tiempo, con Renée Zellweger de nuevo brillante y al frente pese a no haber hecho cine en los últimos seis años y, como final sintomático de todo ello, aunque parezca increíble, como si el cine se hubiera quedado congelado en su evolución desde aquel entonces. Desde un tiempo en el que la buena y londinense de Bridget no tenía un blog -como cualquier personaje homónimo de su talla tiene hoy en día-, sino un diario, el canon social está exactamente en el mismo sitio. O más o menos en el mismo sitio.

La llegada a los 40 de Bridget sin un brazo velludo del que colgarse desencadena una desesperada huida hacia adelante. Allí, en esa celebración de la música pop que es cada una de las películas masivas británicas, un festival de música es el primero de los desbarres de la protagonista. Alcohol, glamping, canciones de Ed Sheeran (que es un señor muy de gustarle a madres y abuelas) y un affaire canónico, con un Patrick Dempsey que es el perfecto y healthy príncipe azul de nuestro tiempo. La segunda variable para completar el triángulo amoroso llega de ese receso vital que pasa por reincidir en una vieja relación, esa recuperación del tiempo perdido por un futuro mejor y que -para completar un tridente de redondas interpretaciones- queda en manos de Colin Firth.

El lugar es el mismo, aunque con esta situación un tanto más alocada para la tercera edad británica (quizá, o no). El cine es el mismo, como si la tecnología, las fórmulas o métodos no hubieran cambiado en plena explosión tecnológica y reflexión de los géneros. ¿Para qué? ¿Por qué inventar una nueva manera de contar las cosas si Bridget Jones con una sola mirada -una nueva mirada- es capaz de aproximarnos a tantos cientos de miles de mujeres, según parece interpretar su director? Y aunque las interpretaciones son redondas, difícilmente mejorables y en plena comedia, lo que sobresale es el guión. El texto, en el que participa Emma Thompson -que también actúa- reserva diálogos hilarantes, giros a la cotidianidad con la bandera ondeante del humor británico, del absurdo y de esa capacidad que tiene ese pueblo bárbaro para demostrar que tiene mucho más sentido del humor que la Europa Continental.

El embarazo inesperado de Bridget le hará enredar a dos hombres, dos candidaturas a ser el padre del primer hijo de una Bridget "añosa" que a los 43 estaba decidida a marcar su propio ritmo, a separarse del canon, a punto de descarrilarse ante la cámara... pero no. Claro que no. Ni un chiste de sobra  para cualquier noche que exija dejar la mente en blanco, pero que sobre todo un texto inteligente que solidifica la idea de un 'mito femenino' generacional con el canon que ya perseguía hace 15 años. El tiempo no pasa, el cine no cambia y si alguien estaba convencido de la máxima de que las personas son siempre iguales, podrá asentir en silencio y sonreírse en mitad de una sala llena de carcajadas y buen rollo durante dos horas de de agitada narración.


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