VALÈNCIA. La obra nueva en València se encuentra en un momento de inflexión. La ciudad acusa una escasez de suelo y las grandes pastillas que hay pendientes, como son las que integran el PAI del Grao, el sector de Benimaclet o el del Parc Central, siguen bloqueadas en la administración local. Una circunstancia que está mermando la llegada de nuevas promociones inmobiliarias.
Además, los promotores siguen criticando que los tiempos para la obtención de una licencia en la capital del Túria siguen siendo bastante dilatados, lo que ralentiza las inversiones del sector. De media, aseguran, se tarda unos 18 meses frente a otros municipios valencianos como Torrent, donde la obtención del permiso se puede resolver en unos dos meses. Un cúmulo de factores que está provocando que la oferta se desplace a zonas del área metropolitana. La tendencia se viene observando en los últimos años.
Y las consecuencias no dejan lugar a dudas. De acuerdo con el último informe elaborado por la Cátedra Observatorio de la Vivienda de la Universitat Politècnica de València (UPV), la oferta de vivienda nueva ha menguado cerca de un 50% en la Capital del Turia en solo dos años y ello está derivando en precios al alza porque mientras se estrechan los nuevos proyectos la demanda sigue muy activa. En zonas de la ciudad como Extramurs o Campanar la subida se ha situado en un 40% más entre los dos últimos trimestres del pasado año 2021.
Asimismo, los datos del propio consistorio valenciano también corroboran esta progresión a la baja de la oferta de nuevas viviendas en la ciudad. Así, el número de peticiones de licencias de obra nueva en el cap i casal ha caído de forma drástica en los últimos años, y en especial, en 2021: la cantidad de solicitudes es la más reducida en los últimos años. Una enfriamiento de la construcción que contrasta con el dinamismo de hace tan solo tres años. Si bien es cierto que la pandemia frenó la puesta en marcha de nuevos desarrollos, ahora los expertos achacan esta parálisis a la escasez de suelo y "las trabas administrativas".
Con todo, las cifras de la concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de València, que dirige Sandra Gómez, son claras y reflejan un desplome de las peticiones para conseguir una licencia de obra. Así, el pasado ejercicio de 2021 se solicitaron 98 solicitudes de licencia de nueva planta para 868 viviendas, la mitad que en 2020, cuando estalló la pandemia. Aquel año se pidieron licencias para 1.692 vivienda y ello pese a que, con el estallido de la crisis sanitaria, hubo varios meses de parón de la economía y muchas compañías frenaron sus inversiones.
De esta forma, la obra nueva cae a mínimos en el último lustro. Mientras de 2015 a 2016 se pasó de solicitudes para 329 viviendas a 1.319 -cuatro veces más-, el siguiente año la subida fue de casi el doble, con 2.483 solicitudes. En 2018 fueron 2.990, un 20% más; y ya en 2019, se llegaron a las 3.223, el máximo en los últimos ejercicios. En 2020, el año completo se cerró con 1.692 peticiones para nuevas viviendas y este pasado 2021 la cifra se ha situado en las 868.
Además, hay que tener en cuenta otro dato nada desdeñable: del total de licencias pedidas el pasado ejercicio, un cuarto pertenecen a la promoción de viviendas de protección pública, con 227 viviendas. Y 90 de ellas corresponden a la empresa pública municipal Aumsa, según explican en el consistorio valenciano.
Así pues, la vicealcaldesa, responsable de Urbanismo y presidenta de Aumsa, Sandra Gómez, destacó el impulso del sector de la construcción especialmente en el ámbito público. "Tendrá su reflejo en 2022, cuando estén en construcción, generando empleo y vivienda pública a la vez", indicó en este sentido, para añadir que el plan de vivienda pública de Aumsa busca "atender las necesidades de vivienda de los colectivos con especiales dificultades para acceder al mercado inmobiliario".
En ese sentido, Gómez señaló a grupos sociales con "bajo nivel adquisitivo" o con "otras características o circunstancias específicas" a los que se quiere dotar "de una vivienda digna, de calidad y adecuada". Así pues, en esta ampliación del parque de vivienda pública para el alquiler asequible tiene también la finalidad de "fomentar nuevas edificaciones con mejoras en materia de calidad constructiva y eficiencia energética, siguiendo las directrices de la estrategia europea en política de vivienda, aplicar la estrategia para incorporar la perspectiva de género y mejorar la calidad de vida".
En el sector privado, lo cierto es que sigue habiendo imponentes obras en marcha en el cap i casal. Un ejemplo es el de Turianova, el proyecto de AQ Acentor, que levantar un barrio desde cero sobre unos 300.000 metros cuadrados de superficie total. También varias grúas sobrevuelan el cielo de la Avenida Antonio Ferrandis, ya que la mayoría de grandes promociones que hay ahora en marcha se concentran en cuatro zonas en la ciudad: Malilla, Patraix, Quatre Carreres y Moreras, donde quedaron terrenos urbanizables parados tras la crisis de 2008. Pero poco a poco los suelos se agotan y aunque quedan pequeñas parcelas para una quincena de viviendas, no resultan del todo atractivas para la mayoría de compañías.
El cambio de gobierno en 2015, con la entrada en el ejecutivo local de Compromís, PSPV y València en Comú -plataforma de Podemos-, supuso un viraje en la política urbanística. Primero con el edil Vicent Sarrià al frente de Urbanismo y ahora con Gómez, la política urbanística se centró en el crecimiento sobre la ciudad consolidada, evitando la expansión de la urbe y su afección sobre la huerta valenciana. Estrategia acompañada también desde la Generalitat con la Ley valenciana de la huerta y el Plan de Acción Territorial.
Por su parte, el sector pide a la administración desbloquear los desarrollos urbanísticos pendientes y revisar el modelo de ciudad. De lo contrario, avisan, se perderá inversión y riqueza y los precios seguirán subiendo por la falta de oferta de calidad para atender la demanda existente. Al respecto, hace unos días en rueda de prensa, Antonio Olmedo, presidente de la Cátedra del Observatorio de la Vivienda y, a su vez, presidente de los promotores valencianos, advertía de la "gran inseguridad jurídica" que existe en la ciudad, donde cada vez hay más problemas para iniciar nuevos proyectos.
Y es que, pese al esfuerzo de la Generalitat Valenciana por desatascar el embudo que existe en el área de licencias de varias ciudades valencianas, a través de entidades colaboradoras ECUV, el resultado no está siendo del todo satisfactorio. Esta herramienta buscaba que entes externos acreditados validaran los proyectos técnicos para descargar a los funcionarios de estas tareas, si bien no parece estar funcionando como se esperaba. "Sigue habiendo mucha dificultad para sacar adelante licencias de obra nueva con mucha traba burocrática, que redunda en una lentitud excesiva de los proyectos", señala Francisco Zamora, presidente de la patronal de la construcción en la Comunitat (Fevec).
El sector lo tiene claro: hay interés por invertir en el sector residencial en València, pero es necesario actuar en la ciudad para que la escasez de suelo no genere unas subidas de precio que provocarían un grave desequilibrio entre oferta y demanda. "Es urgente abordar mecanismos más eficaces para la gestión de las licencias urbanísticas a fin de generar mayor seguridad en la inversión que supone un proyecto inmobiliario", subrayan también desde el Observatorio de la Vivienda.
Esta situación ha llevado a que muchas compañías busquen oportunidades en zonas del área metropolitana de València. Ya en pandemia el mercado inmobiliario valenciano detectó un fuerte interés por estos municipios por el auge de la vivienda unifamiliar. El duro confinamiento propició un cambio en las prioridades de los futuros compradores que buscaban zonas ajardinadas y lejos de la urbe.
Ahora, la demanda ha vuelto a mirar a la ciudad, pero los promotores no encuentran suelos y se están lanzado a impulsar proyectos en el cinturón de València. Torrent, Mislata, Bétera o Quart de Poblet son algunas de las zonas en donde la obra nueva va en aumento y que están conquistando poco a poco a los agentes inmobiliarios.