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'Carnival Striptease', repaso teatral a la violencia estética contra la mujer

La obra parte del trabajo documental de la fotógrafa Susan Meiselas para denunciar los cánones de belleza del siglo XXI

11/05/2022 - 

VALÈNCIA. A principios de los años setenta, la fotógrafa Susan Meiselas siguió con su cámara la estela de varias ferias ambulantes que itineraban en verano por pequeñas localidades de los Estados de Nueva Inglaterra, Pensilvania y Carolina del Sur. En el exterior de una furgoneta, un grupo de mujeres se exhibían como señuelo ligeras de ropa o con prendas llamativas. En el interior protagonizaban números privados de striptease para un público exclusivamente masculino. Para sortear la prohibición de acceso a mujeres, la hoy presidenta de la Fundación Magnum se disfrazó de hombre y entre robados a hurtadillas, instantáneas del día a día de las bailarinas y entrevistas tanto a sus protagonistas como a sus novios, los gerentes de aquellos espectáculos y el público conformó todo un corpus sobre la explotación del cuerpo femenino.

“Las mujeres que conocí tenían entre 17 y 35 años. La mayoría había salido de pequeños pueblos, buscando movilidad, dinero y algo diferente a lo prescrito o proscrito por sus vidas, de las que el carnaval les permitía escapar. Eran fugitivas, novias de feriantes, bailarinas de clubes. Una y otra vez, a lo largo del día y de la noche, las artistas se trasladaban desde el escenario frontal, con su llamada atrevida -la perorata del animador que atrae a la multitud-, al escenario, donde cada una actuaba durante la duración de un vinilo pop de 45”, describía Meiselas en su libro de 1976 Carnival Strippers.

Este proyecto de fotografía documental le ha servido a la actriz, dramaturga y directora Rocío Chico como coartada y punto de partida para una propuesta en la que la compañía La Trinxera Teatre reflexiona sobre la violencia estética y los cánones de belleza hegemónicos en nuestros días, Carnival Striptease. La Sala Ultramar la ha programado del 19 al 29 de mayo. Sobre las tablas la acompañarán los actores Carmen Comes y Carles Sanchis en una escenografía que emula el exterior de aquellas caravanas y donde se propone al público dos planos temporales y espaciales.

Poder o no poder

La idea surgió durante el confinamiento, lapso de tiempo en el que Chico hizo un curso sobre los fotógrafos de la Agencia Magnum. Al descubrir las imágenes de mujeres desnudas firmadas por Meiselas se quedó sorprendida: “La manera en que las había retratado era muy sensual. La mirada de la fotógrafa atenuó la violencia que me transmiten algunas campañas de publicidad cuando el físico de cierto tipo de mujer se utiliza como reclamo”.

Uno de los aspectos que más sorprendieron a Meiselas durante las conversaciones que mantuvo con las bailarinas fue que muchas de ellas consideraban sus espectáculos actos revolucionarios, porque mientras se exhibían frente a los granjeros que acudían a la feria, los tenían a su merced, en un intercambio de poder. 

Chico difiere: “No es algo que empoderase más que al tipo que llevaba el show y cobraba por los números de baile. Tampoco lo hace el burlesque, aunque se venda como una variante elegante, hablamos de lo mismo, porque se utiliza el cuerpo de la mujer sexualizándola para sacar dinero”.

Ser mocatriz

En la obra de Rocío  la autora ha decidido plantear un paralelismo entre las ferias de la Costa Este de Estados Unidos y la sensibilidad estética actual, con el foco de atención puesto en el mundo de la interpretación. 

“Lo valido y lo valioso es ser una mujer atractiva, si no lo eres, se te invisibiliza. En muchas de las propuestas audiovisuales que están en emisión hay un tipo de perfil muy concreto que hace pensar que para ser actriz has de ser modelo. No plasman la realidad”, lamenta Chico.

En contraste, el libro de Meiselas recorre los cuerpos de mujeres de estatura y peso dispares, de aspecto natural, con sus curvas y sus moraduras. En la actualidad, se nos ha hurtado esa representatividad.

“Parece que las actrices tenemos prohibido envejecer. En los carteles promocionales, a las intérpretes que son mayores les aplican filtros para eliminar las arrugas”, expone la autora de la obra, que al respecto avanza una escena en la que Comes se presenta a una audición para interpretar a una madre cuando todavía no ha cumplido los 30. “En la actualidad cada vez se retrasa más la maternidad, pero en el cine y en las series cada vez presentan a madres más jóvenes”.

En la puesta en escena ha colaborado el coreógrafo y bailarín Toni Aparisi, ganador de tres Premios Max. Uno de las números que ha desarrollado arranca como un baile aparentemente juguetón y sensual y poco a poco se va tornando grotesco.

“Tengo una visión muy negativa de la sexualización de la mujer. Hay personas que sacan beneficios de nuestros complejos y de los cánones a los que queremos aspirar”, se queja Chico, que con este montaje pretende denunciar la normalización del uso del cuerpo de la mujer como gancho para la venta de productos y de ideales de belleza. La pregunta que sobrevuela Carnival Strippers es si el audiovisual no es sino una feria encubierta donde se continúa mercantilizando el físico femenino.

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