VALENCIA. ¿Izquierda? ¿Qué izquierda? Desde la caída del muro de Berlín, la izquierda del mundo occidental continúa su larga travesía por el desierto sin saber muy bien cuáles son sus límites y sus horizontes. El sueño de la conquista del orden mundial, el asalto a los cielos del marxismo, se ha diluido bajo la lógica neoliberal triunfante, bajo su narrativa más allá de la cual no existe un lenguaje para nombrar las cosas.
Y si no existe lenguaje, no existe mundo. Y ¿qué lenguaje explica hoy algo distinto al capitalismo?
Sin querer mirar demasiado a América Latina, Europa y Estados Unidos empiezan a intuir que la crisis de 2008 no es solo un fallo de equilibrios económicos, sino el colapso financiero que precede a la tragedia. El aumento demográfico exponencial, el envejecimiento de las sociedades avanzadas, el incremento de los flujos migratorios, el agotamiento de recursos naturales o la virtualización de la realidad y de las relaciones humanas adquirirán una importancia decisiva en la configuración del nuevo mundo.
Frente a estas incógnitas, una nueva generación de pensadores toman el relevo de Marx, Freud, Gramsci, Foucault, Baudrillard o Bauman, y a partir de todo este conocimiento acumulado junto a la observación de la realidad más acuciante persisten en el empeño por entender qué está ocurriendo hoy en día y por explicar qué ocurrirá mañana.
Paul Mason, PostCapitalism: A Guide to our Future (2015)
Entre las novedades de 2015, aún por desembarcar en España, el ensayo más inquietante ha sido esta “Guía hacia nuestro futuro” del periodista británico Paul Mason. El capitalismo ha muerto o va camino de morir: su causa fundamental es la misma que acabó con el sistema feudal, la tecnología. Al igual que la revolución industrial obligó a cambiar las estructuras sociales y de poder del viejo mundo por el nuevo mundo, las formas del trabajo, el sistema de clases o la idea de familia, de vivienda y de espacio privado, así sucederá con la revolución digital cuya implantación a todos los niveles tendrá consecuencias similares a aquella otra revolución.
Para Mason hay un elemento clave: la liberalización de la información. Si la economía se basa sobre el conocimiento y la información, y esta información se libera, circula sin trabas ni aranceles por nuevas redes de comunicación permitiendo a cada ciudadano el acceso libre y gratuito a sus fuentes, el sistema de poder y de control se desmorona. Ocurrió a nivel político con los numerosos procesos revolucionarios en el mundo árabe: la conexión entre ciudadanos y la libre circulación de información, ayudaron a la organización de una nueva forma de resistencia, con resultados dispares en cada territorio.
La revolución industrial concentró la fuerza del trabajo en las máquinas, pero la capacidad de producción en la idea de conocimiento y de control de las nuevas tecnologías. La revolución digital llevará esta desvinculación entre fuerza y producción hasta el extremo. Si aún no se ha aplicado esta supertecnologización, dice Mason, es porque ninguna sociedad está dispuesta a hacer estallar el mercado laboral y perder así la mitad de puestos de trabajo existentes en la actualidad.
El camino, en cambio, está trazado. La información disponible y compartida, la cogestión de los recursos (espacios de trabajo o coworking; medios de transporte: Uber, Bla Bla Car; o precisión entre la información entre oferta y demanda: Amazon; son algunas de sus manifestaciones más inmediatas), hará cambiar la idea de propiedad, de trabajo o de salario vinculado al trabajo. Cualquier proyecto político y económico anterior, dice Mason, se basaba sobre la idea de escasez; la nueva fase, en cambio, se basará sobre la idea de abundancia. Y eso lo cambia todo.
Naomi Klein, Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima (2015)
La pensadora canadiense Naomi Klein alertó a principios de siglo sobre los mecanismos de expansión de las grandes empresas gracias a su ensayo No logo (Paidós, 2002); estas empresas habían logrado expandirse por todo el mundo a través de la construcción de una “marca” asociada a unos valores frente a las noticias que esas mismas empresas generaban por sus prácticas laborales en el primer y el tercer mundo. De este modo, la imagen de la empresa en el mercado de consumo se impondría sobre su actividad real en el mercado de la producción.
Sin embargo, fue con La doctrina del shock (Paidós, 2007) cuando su posicionamiento se hizo más visible. En este ensayo conectaba economía y psicología social al asociar el avance del capitalismo y de la economía de mercado controlada por las grandes empresas a los hechos históricos traumáticos; de otro modo, Klein analizaba cómo a partir de los traumas de una sociedad (una catástrofe natural, una guerra, un atentado, un golpe de Estado o la declaración de una crisis económica global) se cercenaba toda capacidad social de resistencia y se abría la puerta a la implantación económica de las grandes empresas, en última instancia a la expansión del neoliberalismo.
Con Esto lo cambia todo (Paidós, 2014) Naomi Klein relaciona el cambio climático con el modelo capitalista imperante. El capitalismo, en opinión de Klein, se basa sobre una lógica del crecimiento que prevé la explotación a gran escala de los recursos naturales, la expansión de la producción y del consumo y el aumento demográfico constante, factores que provocarían el agotamiento de recursos, la depredación del territorio, el desplazamiento de la población y la creación de nuevas bolsas de marginalidad y empobrecimiento. El crecimiento en sí no se asocia a la idea de desigualdad, sino a la de abundancia. El clima, dice Klein, puede ser el resorte que haga estallar esa lógica suicida y reformular los modelos de economía, sociedad y poder. De otro modo: no se soluciona el problema del cambio climático sin romper con la narrativa capitalista.
Susan George, El informe Lugano II. Esta vez vamos a liquidar la democracia (2014)
La politóloga francesa Susan George con El informe Lugano. Cómo preservar el capitalismo en el siglo XXI (Icaria) reclamaba en 2001 mayor control sobre las prácticas de las grandes multinacionales, las actividades de presión sobre los países por parte de los grupos financieros, y pintaba un futuro parecido a este. De hecho, en 2015 ha vuelto sobre sus pasos con Los usurpadores. Cómo las empresas transnacionales toman el poder (Icaria, 2015), como una nueva trompeta del apocalipsis.
La presidenta de honor de ATTAC, la asociación que se formó para reivindicar la instauración de la Tasa Tobin para que pusiera freno a la volatilidad de los mercados financieros y acabó aliándose con el movimiento antiglobalización, presentó en 2014 El informe Lugano II. Esta vez vamos a liquidar la democracia (Deusto). En este docuficticio informe se vinculan los presupuestos ya desarrollados en sus anteriores ensayos con la participación ciudadana en las democracias avanzadas con una conclusión paradójica: en lugar de avanzar hacia una mayor democratización de la sociedad y diseñar mecanismos nuevos de control y de tomas de decisión colectivas, el poder está desplazando el lugar de la política hacia territorios marginales, de modo que pierda capacidad de intervención sobre la esfera pública. El Tratado de Libre Comercio UE-EE.UU. (TTIP), al que ATTAC se opone, podría ser el mejor ejemplo de esta liquidación de la democracia.
Slavoj Zizek, Mis chistes, mi filosofía (2015)
El más irreverente de los filósofos y el más mediático, el esloveno Slavoj Zizek ha publicado este año Mis chistes, mi filosofía(Anagrama), un artefacto tonto en el que a través de los chistes sobre las ex repúblicas soviéticas, sobre Dios, sobre Lenin o sobre los judíos repasa algunos puntos fundamentales de su filosofía: “a menudo encontramos en los chistes un punto de vista imposible”. Pero el humor, siguiendo a Freud o a Bajtin, lleva al extremo o a la paradoja una lógica existente, de modo que la hace comprensible.
“En una exposición artística en Moscú, se ve un cuadro en el que aparece Nadezdha Krúpskaya, la esposa de Lenin, en la cama con un miembro joven del Komsomol. El título del cuadro es Lenin en Varsovia. Un perplejo visitante le pregunta al guía: Pero ¿dónde está Lenin? El guía le contesta, circunspecto y con gran dignidad: Lenin está en Varsovia”.
El deseo atraviesa la política porque esta se conforma y se articula a partir de sujetos. Zizek combina los postulados de Karl Marx con los de Jacques Lacan, aunando marxismo y psicoanálisis, esto es materialismo y subjetivismo, para entender tanto las motivaciones políticas (fenómenos de indignados, por ejemplo, a los que apoyó) como los productos culturales de nuestra generación (de los reality shows a la pornografía) o los sentidos de la violencia en la actualidad.
Inquieta leer de nuevo sobre conceptos psicoanalíticos como “castigo” o “dominación” con vistas a cambiar el sistema.
Saskia Sassen, Inmigrantes y ciudadanos. De las migraciones masivas a la Europa fortaleza (2013)
La socióloga holandesa Saskia Sassen ha desarrollado a lo largo de su carrera un pensamiento crítico sobre la configuración de las ciudades y sus consecuencias sociales. Para Sassen, el ordenamiento urbano o la gestión del territorio explica e impone a la vez un dominio sobre ciudadanos, clases y géneros. Ahora bien, si la lógica del sistema capitalista era la de incorporar a todos los sectores en la lógica del consumo, el nuevo tiempo actúa de modo opuesto: la nueva lógica expulsa a los ciudadanos de la ciudad, de la sociedad o del poder. Física y simbólicamente.
Saskia Sassen desarrolla esta idea al pensar en los desplazamientos y en las migraciones, en las políticas públicas de integración o de exclusión y finalmente en los significados de las ciudades y de la vida urbana como lugares de relación, de creación de vínculos colectivos, de conocimiento y de transformación social, o como lugares de individualización, de consumo y de mera funcionalidad.
Manuel Castells, Redes de indignación y esperanza: los movimientos sociales en la era de internet (2015)
Manuel Castells es quizás el sociólogo español más prestigioso en el ámbito internacional. Su obra La era de la información (Alianza, 2005) ha servido como enciclopedia crítica y guía de lectura para analizar la configuración de esta nueva sociedad-red en que vivimos, en que nos relacionamos y en que generamos emociones, conocimiento y valor.
En 2012 publicóRedes de indignación (Alianza), un análisis de los fenómenos de protesta globales llevados a cabo en Madrid, Atenas, Lisboa o Nueva York. En 2015, la ampliación de este estudio da cabida a fenómenos paralelos en Brasil, Turquía, Egipto o Túnez, cada una con distinto resultado, siempre desde la óptica de las relaciones humanas en el mundo virtual como resortes para la transformación social.
Cuatro economistas para resolver la crisis
Cómo salimos del túnel y otras metáforas, estas y otras preguntas se proponen contestar Christian Felber, con su teoría del bien común (La economía del bien común, Deusto, 2012); Esther Duflo, al llamar al estudio de las causas de la pobreza y de los hábitos y creencias de las comunidades empobrecidas en lugar de aplicar esquemas y soluciones foráneas (Repensar la pobreza: un giro radical en la lucha contra la desigualdad global, Taurus, 2012); Thomas Piketti, al poner en el centro del debate la lucha contra la desigualdad y la redistribución de la riqueza y analizar de qué modo los mecanismos financieros perpetúan un estado de desigualdad en origen (El capital en el siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, 2014; Yann Moulier-Boutang, ampliando el análisis económico a factores sociales, políticos y medioambientales y escogiendo la metáfora de la abeja como productora de miel (materia) pero también como causante de la polinización, es decir, como generadora de vida (La abeja y el economista, Traficantes de sueños, 2012).
La luz al final del túnel probablemente se explique a partir del contagio entre las ciencias sociales y las ciencias humanas.
Candaya publica esta historia que se proyecta desde un volumen de relatos para convertirse en la narración íntima de la búsqueda de una casa a la que poder volver