conferencia en la nau

Cómo descubrirse a una misma: Elvira Lindo aborda la búsqueda de su propia voz creativa

26/09/2018 - 

VALÈNCIA. Si este martes, 24 de septiembre, a eso de las siete de la tarde, notó usted València más vacía de lo habitual hay una explicación científica: toda esa gente que faltaba estaba en La Nau y, más concretamente, asistiendo a la multitudinaria conferencia que impartía la escritora Elvira Lindo. Completísimo el aforo de la sala, la continua llegada de nuevos asistentes obligó a habilitar otro espacio en el que los más rezagados pudieron seguir la charla por streaming. Acompañada por el vicerrector de Cultura de la UV, Antonio Ariño, y la vicerrectora de Igualdad, Elena Martínez Garcia, la autora de Una palabra tuya inauguraba con su presencia el ciclo de encuentros con mujeres creadoras que ha puesto en marcha la Escola de Pensament Lluís Vives.

Bajo el título “En busca de una voz propia” y con esa mezcla de acidez y costumbrismo que caracteriza su trabajo, la madrileña desgajó ante un público mayoritariamente femenino los momentos clave de su existencia, esos peldaños que han configurado su personalidad como creadora, su yo público. Se tejió así una charla salpicada de referencias literarias como Thoreau, Chejov o su actual lectura, Una educación, de Tara Westover. Entre esa audiencia que seguía atenta el recorrido de Lindo por los recovecos de su identidad, sobresalían aquí y allá niños que sujetaban sus ejemplares de Manolito Gafotas a la espera de una firma al finalizar la ponencia.

"Una catedrática me explicó que reúno todos los condicionantes que podían dificultar mi carrera literaria: venir del mundo del periodismo, haber empezado publicando libros infantiles, optar por el humor y, además, casarme con Antonio Muñoz Molina, un autor reconocido. Lo tengo todo, pero aquí estamos". Puestas las cartas sobre la mesa, empieza el relato sobre la formación de la mirada única y personal de una creadora que se mueve cual pez en las dispares aguas de la novela, el guion cinematográfico, la televisión, la prensa y la radio.

Una infancia con poca escuela

Los continuos traslados de su padre por cuestiones laborales marcaron los primeros años de existencia de Lindo: "de niña fui poco a la escuela, porque a veces nos mudábamos a mitad de curso y se me quedaban meses en blanco". Estos frecuentes cambios de escenario resultaron esenciales en la formación de su carácter pues, por una parte, desarrolló "un espíritu camaleónico con el que aprendía a adaptarme a las circunstancias para poder luego hacer lo que me diera la gana". De hecho, considera que esa flexibilidad es una de las características que más le han ayudado en su posterior vida laboral: "he hecho muchas cosas, pero en realidad era siempre la misma: contar historias, ya fuera en un género o en otro". 

En esa infancia repleta de mudanzas, Lindo dio con Mujercitas de Louisa May Alcott, un libro que acabaría resultando trascendental en su carrera. "Fue la primera vez que me plantee que había alguien que escribía los cuentos que yo leía, que había una persona detrás, expuso Lindo. Tras asimilar esa rotunda certeza, comenzó un hábito: "escribir se convirtió para mí en un juego solitario". Había nacido un autora. "Los productos culturales a los que nos acercamos durante la niñez y la adolescencia nos definen, son el primer paso hacia la edad adulta y la adultez", considera.

La juventud, la radio, la Transición

"Ahora queremos que los niños tengan claro desde muy pequeños a qué se quieren dedicar. Yo doy esperanza a la gente indecisa porque no sabía qué quería hacer con mi vida", confesó Lindo. Finalmente, se matriculó en la carrera de Periodismo. Los años 80 apenas habían comenzado a despuntar y, por casualidad, descubrió un taller para estudiantes impartido por un miembro de Radio Nacional de España, "ahí realmente enseñaban un oficio. Me di cuenta de que en la Universidad no estaba aprendiendo, que el periodismo estaba mucho más relacionado con la experiencia práctica y el trabajo del día a día". 

Comenzó así su andadura en un ecosistema mediático que se movía entre el alcanfor del tardofranquismo y la imperante necesidad de aire fresco que exigían las nuevas generaciones. "De adolescente, la radio me parecía algo rancio y sentimentaloide, pero dio un giro brutal tras el fin de la dictadura, irrumpió gente joven en las plantillas y se formaron dos tribus completamente diferentes", indicó la escritora, quien, al contrario que algunos de sus compañeros,  decidió mezclarse con ambos universos, "siempre he tenido curiosidad por el alma humana y aprendí mucho de esos veteranos. El mundo estaba cambiando y yo quería saber cómo había sido antes". Para ella, esa época fue "la de más creativa en la radio. Que el día del 23F hubiera tanta gente escuchando lo que sucedía a través de sus transistores fue un empujón para ese medio. Los periodistas éramos muy populares porque la ciudadanía tenía mucha ganas de informarse".

Pasó entonces a trabajar en Radio 3, emisora en la que primaban "los guiones gamberros y una fuerte identificación con los oyentes. Ahí tomé conciencia de que lo que estaba haciendo tenía sentido", apuntó la autora de Algo más inesperado que la muerte.  Su carrera en ese dial se truncó en 1990 cuando "pasó de ser una cadena de contenidos a otra meramente musical".  Se fue al paro, pero "no tenía miedo de no encontrar otro puesto, porque entonces había mucho trabajo en el sector. Actualmente, en cambio, los jóvenes no piensan que su vida vaya a ir a más, sino que les esperan sueldos mediocres y dificultades". "Yo tuve la suerte de encontrarme con una época de ebullición".

Telecinco y el vil metal

Tras su retiro radiofónico, empezó a trabajar como guionista en Telecinco, donde participó en programas como Humor Amarillo o Tutti Frutti. "Me di cuenta enseguida de que estaba allí solo por dinero. España no es igual antes y después de la aparición de esa cadena. Cuando Pasolini dijo que los medios de masas iban a abaratar la cultura popular, tenía razón". "Gané mucho dinero escribiendo tonterías. Era una época en al que reinaba un derroche completamente insostenible", señaló Lindo sobre su paso por la cadena de Vasile.

Por aquel entonces también realizó encargos variopintos, como una colección de cuentos eróticos para Interviú o una campaña para promocionar la leche española. Empezó a sentir cierto temor por estar adentrándose en un camino profesional que no era el que deseaba, por lo que se obligaba "a verlo todo con una distancia cínica". Y aquí entró en juego Antonio Muñoz Molina: "me animó a que lo dejara todo y me dedicara a escribir literatura". Y así lo hizo.

 

Manolito y todo lo demás

Contradiciendo la lógica mercantilista, Lindo abandonó su puesto en la televisión, recuperó algunos guiones de Radio 3 en los que se encontraba el germen de Manolito Gafotas y los aderezó con los recuerdos que conservaba de Moratalaz, el barrio de su familia. Era 1994 y Alfaguara publicaba la primera novela de Lindo, una fábula infantil en clave cómica sobre los vaivenes de un niño madrileño de clase obrera. La periodista resume así el resultado: "No sabía que se podían vender tantos libros. En las firmas, se me acercaban lectores a preguntarme cuándo iba a salir el siguiente. Ahí me di cuenta de que podía hacer una serie". El fenómeno Manolito se convirtió así en una colección de novelas y, más tarde, en una película. La experiencia con el filme fue bastante agria: "me timaron con el contrato y perdí los derechos de imagen del personaje durante 20 años".

La fama del pequeño miope de Carabanchel Alto seguía y seguía creciendo : "se hizo muy popular, pero yo sentía que no tenía nada más que aportar. Me fui apartando un poco de él, aunque reconozco que me proporcionó mucha estabilidad económica".  Lindo ansiaba trabajar otros campos, abrazar la literatura para adultos, algo que tampoco resultó sencillo: "a mí el trabajo creativo nunca me ha costado, pero sí ha sido más complicado conseguir que me desvincularan de ese personaje al que estaba tan asociada".  Publicada en 1998, El otro barrio fue su primera incursión en la narrativa no infantil. En ese mismo año firmó el guion de La primera noche de mi vida, justo dos años después de haber abordado la dramaturgia con La ley de la selva. El cambio de milenio le trajo, entre otros muchos proyectos creativos, las columnas de opinión en El País.

La mirada feminista

"En los últimos tiempos, he empezado a verme a mí misma de otra manera. He reflexionado más sobre mi propia vida como mujer, sobre cómo he sido considerada por mis compañeros y sobre el sentimiento de culpabilidad con el que se vivían hasta ahora muchas situaciones desagradables", explicó la escritora. Entre los episodios revisitados, su embarazo en la radio "donde algún jefe decía que las gestantes no éramos estéticas" o la maternidad "siendo una trabajadora con horarios complicados". "Esta nueva ola de feminismo está integrada, en su mayoría, por mujeres jóvenes que quieren que los cambios sucedan deprisa, que no tienen paciencia, y eso está bien,a veces en la vida hay que dejar de tener paciencia. Pienso en todo lo que yo he vivido como si fuera normal y que no debería ser considerado normal, en todo el tiempo que hemos esperado para que la sociedad avanzara lentamente... "

En su caso, un factor esencial ha sido su condición de pareja de un intelectual, un autor consolidado y respetado dentro de las altas esferas de la cultura española. "Medio en broma medio en serio le decían a mi marido que no debía dejarme publicar, que eso iba a ser un problema en nuestra casa y en nuestra relación", confesó Lindo: "a veces parece que tienes que estar todo el tiempo describiéndote a ti misma como una luchadora para que no te hagan sentir inferior. Pero yo tengo una voluntad muy grande de vivir". En la misma línea, explicó que "aunque a menudo se presupone que el varón que tienes al lado sabe más que tú, en una relación entre iguales la influencia y el enriquecimiento es mutuo".

 

El humor

La trayectoria de Elvira Lindo está inevitablemente ligada a su vis cómica, "yo no he querido ser humorista, lo he sido -a veces, a mi pesar- porque resulto graciosa en mi forma de expresarse". "Respecto a la corrección política, he tenido problemas porque me han acusado de clasista debido al retrato que hago de la infancia en un barrio trabajador", señaló la autora.

En cualquier caso, la responsable de Noches sin dormir alertó durante su conferencia sobre "el cambio de paradigma que se está viviendo en todo mundo debido al resurgir del fascismo y a figuras como Donald Trump o Matteo Salvini. Se ha abierto la caja de Pandora y parece que hay vía libre para sentirse a salvo al hacer comentarios racistas u homófobos". "Hay gente que se ofende con razón, creo que ya no tienen cabida los chistes de negros o de monjas violadas. Se está produciendo un debate equivocado en el que parece que se cercena la libertad de expresión si te critican por llamar a alguien 'maricón'. Si insultas, tienes que estar preparado para que te respondan". "Hacer bromas racistas no mejora la vida de nadie, simplemente, consigue que algunos se sientan superiores", apuntó la escritora, antes de revindicar que "para hacer buen humor hace faltar desarrollar mucho la imaginación". Lo dice una fan de Mujercitas.


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