ANA FRANCÉS Y CRISTINA TOLEDO (ESTUDIO NUEVE)

«Contratar profesionales del diseño para proyectos públicos es una apuesta y un ejemplo»

29/12/2018 - 

VALÈNCIA.-El estudio formado por Ana Francés y Cristina Toledo ha realizado en los últimos años proyectos de relevancia pública en colaboración con Instituciones como IVC, IVAJ o Ajuntament de València. La apertura de un nuevo espacio cultural en València, Convent Carmen, ha significado su último trabajo.

— Tuve la oportunidad de entrevistaros hace cuatro años. Por entonces vuestro estudio todavía estaba situado en el barrio de Ruzafa. ¿Nueva ubicación, nueva etapa?

—El traslado nos cambió un poco la vida. Aquel estudio era el domicilio de una de nosotras y ahora podemos separar el trabajo de la vida diaria. Además, compartir espacio con otros profesionales creativos proporciona una sinergia interesante. En el aspecto profesional hemos crecido y evolucionado muchísimo. Por aquel entonces las ‘Llamadas a Proyecto’ no existían y su puesta en marcha ha significado una gran oportunidad para poder demostrar de lo que somos capaces. También hemos podido acceder a nuevos clientes. Las dos somos de Alicante y no teníamos creada una red de contactos en València. Las ‘Llamadas a Proyecto’, al basarse en porfolio, han supuesto un espaldarazo importante.

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—A escala del sector del diseño, ¿habéis notado un cambio?

—Creemos que ha cambiado mucho y a mejor. No solo por las ‘Llamadas a Proyecto’ que hemos comentado anteriormente, sino por el trabajo desarrollado desde ADCV (Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana), que ha hecho una labor importante en su diálogo con las instituciones públicas de cara a poner en valor el diseño. Es una tarea de difusión de nuestra actividad que no se realiza desde los estudios, sino desde una asociación profesional, y creemos que los resultados se están viendo. Contratar los servicios de profesionales del sector para proyectos públicos es una apuesta por el diseño. También se trata de un buen ejemplo que sirve para animar a las empresas valencianas, al sector privado. A escala particular es necesario saber que empezamos en plena crisis, cuando no nos conocía prácticamente nadie. A medida que fuimos ganando clientes, fuimos incrementando el porfolio. El cambio interno en el estudio ha sido brutal en estos años. Hemos pasado de realizar proyectos pequeños a llevar a cabo trabajos de envergadura. 

—Para quien no conozca vuestra trayectoria, puede parecer que Nueve es un estudio relativamente reciente, ya que en este último tramo habéis firmado proyectos con mucha visibilidad, caso de l’Institut Valencià de Cultura, IVAJ o Convent Carmen. 

—Ocurre que hay proyectos que, aunque su repercusión pública sea relativamente cercana, se extienden en el tiempo. Un ejemplo es el proyecto para la red de bibliotecas municipales de l’Ajuntament de València, que arranca hace casi dos años y en el que continuamos trabajando en estos momentos en el apartado de señalética con César Mallent. Al comienzo del estudio, entre nuestros clientes más importantes se encontraba uno de Alicante y otro de Barcelona, y se trataba de proyectos valiosos pero que no tenían tanta visibilidad en València en comparación con los que hemos citado. Esta mayor visibilidad comenzó con la realización del estand del IVAJ, un trabajo en el que colaboramos con Ricardo Alcaide. La concesión de premios a los proyectos, evidentemente, ayuda.

—En este sentido, ¿creéis que se debería dar una mayor colaboración entre diseñadores de distintas disciplinas? ¿Ayudaría esto a asumir proyectos de otra índole?

Contratar los servicios de profesionales del sector para proyectos públicos es una apuesta por el diseño

—Estamos acostumbradas a trabajar con colaboradores. En el caso de Ricardo, en tareas de producción de estands y diseños expositivos. Nosotras también somos bastante atrevidas y hay que tener en cuenta que nuestra formación es distinta: gráfico y producto. Esta versatilidad nos ha permitido movernos entre diferentes aguas.

—¿El diseño expositivo es un campo que para los diseñadores puede dar mucho más de sí?

—Hemos tenido pocas oportunidades en diseño expositivo, salvo los premios del Centre d’Artesania de la Generalitat Valenciana y la exposición Desde Velluters. Cuando estudiábamos, la máxima en diseño expositivo es que fuera discreto, silencioso. Hemos visto exposiciones que eran un auténtico esperpento, en las que el diseño expositivo solapaba por completo el contenido. El diseño ha de estar presente pero nunca por encima de los contenidos de la muestra, siempre a su servicio. En el equilibrio está la clave. 

—Habéis trabajado para diversas instituciones públicas. ¿Hay una mayor concienciación del valor que aporta el diseñador?

—Sí, vamos por el buen camino, pero todavía falta mucho. Políticos, gestores, técnicos que desconocían qué era el diseño y el valor que puede aportar ahora lo conocen un poco más. Pese a ello, nos encontramos con algunas dificultades a la hora de desarrollar los proyectos, con unos más que con otros. Siempre hay proyectos en los que se dejan aconsejar más y nosotras tenemos más cancha.

—Proyectos como la Gran Fira de València son agradecidos por su repercusión pública aunque también están sometidos a multitud de juicios, más o menos formados.

—A veces pensamos: «Por Dios, que no nos pidan el cartel de Fallas o el 9 d’Octubre», porque son proyectos que en un principio abruman. Te da cierto vértigo, pero si el trabajo parte de un buen concepto y está bien desarrollado, no hay que tener ese respeto inicial. Somos bastante autocríticas y cuando realizamos un proyecto lo dejamos reposar para analizarlo más tarde y reflexionar en común sobre su desarrollo. El diseño, sobre todo el gráfico, está sometido a ese juicio, incluso el personal. Las opiniones van implícitas en nuestro trabajo.

—¿Cuál es vuestra dinámica interna de trabajo?

—Cuando llega un proyecto, reflexionamos e investigamos por separado y después ponemos en común este análisis. De ahí sale el concepto. Pese a tener perfiles distintos, hacemos las mismas labores. Una no asume los trabajos de gráfico y otra los de producto. Esto provoca que cada una se atreva con proyectos que en principio no realizaría por separado.

—No quiero finalizar la entrevista sin hablar de vuestro último proyecto, desarrollado para Convent Carmen. ¿Era imprescindible una identidad tan marcada para anclar este nuevo espacio cultural?

—De partida, es una propuesta bastante potente, comenzando por la rehabilitación del espacio que ha realizado Francesc Rifé o el hecho de que el mayor jardín privado en València se ha abierto a la ciudadanía. La oferta es amplísima y para todos los públicos: gastronomía, conciertos, talleres, conferencias, cine... Esta apuesta necesitaba ir complementada de una identidad potente, pero no estridente, ya que será muy usada dada la cantidad de actos y comunicaciones que se realizarán. No imaginábamos algo ‘blandito’ para este proyecto. Debía ir en consonancia con el proyecto global, reconocible y de fácil uso interno por parte de Convent Carmen.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 50 de la revista Plaza

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