VALÈNCIA. Aviso a navegantes, si tienes algún puesto de responsabilidad en la UEFA, es probable que este artículo te parezca demasiado político. Tras el año de pandemia, el Orgullo vuelve a librarse en la calle, este año, además, con un tema no poco importante como eje central: los derechos trans. Ese será el lema de la manifestación en València, que vuelve a celebrarse el próximo lunes. Pero aunque la calle vuelve a ser escenario del debate, este se sigue cocinando desde la cultura. Libros, series o películas son espacios de desarrollo y espejo de las distintas realidades que hay en el colectivo LGTBIQ+, una producción importante para reivindicar derechos, batallar contra el retroceso de los mismos y hacer comunidad. Hoy en Culturplaza hacemos un repaso -desordenado e incompleto- a algunas lecturas, películas o series que, en estos últimos meses, han enriquecido esos discursos.
En el caso del cine, la visibilidad del colectivo LGTBIQ+ ha estado habitualmente asociada a contextos de sufrimiento, en el que la opresión acaba llevando a situaciones violentas, incluso con el suicido. Por eso es destacable que haya films que luchen contra eso, poniendo en la centralidad del arco dramático la exclusión sistémica que se sufre pero sin acabar dejando como única opción la peor de las tragedias. Por eso es interesante que este curso, en el que el hecho trans ha cobrado especial relevancia, hayan coincidido dos films que acogen esta perspectiva. En primer lugar, sigue en cartelera Lola, del belga Laurent Micheli. En ella, una joven de 18 años que lleva en el proceso de transición desde hace dos años, se tiene que enfrentar al reencuentro con su padre Phillip después de dos años en un hogar de acogida. El motivo es el fallecimiento de su madre y la voluntad de esta de que tiren sus cenizas al mar. Lola se encontrará con que el padre transfobo que no le reconoce como mujer no ha cambiado, pero durante el viaje para trasladar los restos de su madre, las conversaciones entre ellos provocarán un cambio en este.
En el género de la no-ficción, también se ha estrenado recientemente en salas Una niña, un documental francés firmado por Sébastien Lifshitz que retrata la lucha de una familia para que reconozcan a su hija de siete años como mujer. El realizador utiliza la cámara para observar a la familia en el laberinto burocrático -y eminentemente poco sensible a la realidad trans- que supone la medicina, la psicología y, sobre todo, la dirección del colegio, que se niega a tratar a Sasha como niña el próximo curso. Aquí la familia representa todo lo contrario a Lola: su principal escudo; y eso sirve para reflejar también la lucha de las madres y padres con una persona trans en su familia, sujetos políticos infrarrepresentados en el cine.
Si bien al cine mainstream todavía le queda mucho por avanzar en cuestiones de género y sexualidad (ejem Disney ejem), la televisión, especialmente las plataformas de pago, se han convertido en un espacio clave para relatar historias LGTBIQ+ en toda su diversidad. Uno de los principales títulos del último año ha sido la británica It’s a Sin (HBO), creada por Russell T. Davies (Queer as Folk, Years and Years), que firma una crónica de la vida y andanzas de cinco amigos en el Londres de los años 80, en plena crisis sanitaria y social por el Sida. La serie dibuja el estigma social creado en torno al virus, un rechazo que hoy en día continúa, aunque por suerte las noticias desde el punto de vista sanitario son alentadoras. Desde hace años las distintas asociaciones del colectivo hacen un esfuerzo enorme por aclarar y divulgar en un mar de dudas y rechazo social, así que de su mano aprovechamos para apuntar dos conceptos básicos: el Sida y el VIH no es lo mismo: primero, el Sida es la enfermedad que, en última instancia, el virus puede llegar a desarrollar; y, segundo, las personas con VIH en tratamiento con una carga viral indetectable no transmiten el VIH.
Además, ojo, porque se acaba de estrenar la tercera (y última) temporada de Pose, un repaso imperdible por el Nueva York de la década de los 80 y la escena ballroom, un movimiento cultural que no solo marcó a toda una generación de bailarines o músicos sino que fue clave para crear comunidad en el colectivo. Para quien no sepa de que va eso del ballroom, no tiene excusa porque el próximo 2 de julio el Centre del Carme acoge una nueva edición del festival VIHsibles, en la que recuperará este movimiento cultural de la mano de cinco bailarines independientes afincados en Alicante y València, Bastian Hurrycane, Ororo Ebony, Cali The Mango, Toti The Kunt y Ariel. También se ha estrenado recientemente una nueva tanda de episodios de series como Special, una comedia creada y protagonizada por Ryan O’Connell que relata la vida de un joven gay con parálisis cerebral, o Love, Victor, la serie adolescente que ya tardaba en llegar.
Pero no todo son producciones internacionales, también nos toca hacer un viaje al pueblo. En este caso de la mano de Bob Pop. El escritor acaba de estrenar en TNT la serie original Maricón perdido, una ficción libremente inspirada en su propia vida que se pasea entre el dolor y la esperanza por sus distintas etapas, un narración que explota cuando Bea, su mejor y única amiga, le pregunta con 12 años: “Roberto, ¿tú eres marica?”. Todas estas series se unen a, quizá, el mayor fenómeno audiovisual LGTBIQ+ de los últimos tiempos en España: Veneno. La serie, creada por Javier Calvo y Javier Ambrossi a partir de la obra de la periodista valenciana Valeria Vegas, se estrenó en 2020 en Atresplayer Premium y desde entonces ha conquistado el mundo. La serie hace un recorrido por la vida de Cristina Ortiz, pasando por su infancia en Adra o su éxito en Esta noche cruzamos el Mississippi, aunque es a través de ella y de los personajes que la rodean que Veneno hace una fotografía mayor de la mujer trans. Además lo hace contando con un equipo -delante y detrás de las cámaras- con una gran presencia de mujeres trans, llevando al estrellato a actrices como Daniela Santiago o Lola Rodríguez y demostrando a la industria que si se quiere, se puede.
El ensayo es el terreno en el que las ideas políticas de la lucha LGTBIQ+ han alcanzado un debate mucho más sano y fundamentado que otros terrenos como el tuit, el retuit con comentario o el programa millenial del momento. La memoria y el pensamiento hace obvio lo que para la reacción transfoba no lo es. En este sentido, la editorial Imperdible, con una linea editorial muy combativa y militante, ha publicado dos referencias imprescindibles. En primer lugar, Kabaret Ploma 2, las memorias de Rampova, artista transgénero y activista pre-queer que abrió a patadas ventanas y puertas en València. Una de las figuras más relevantes de la disidencia sexual en el contexto local, que cuenta las violencias sufridas, las vidas perdidas y los logros ganados desde la década de los 60. El mismo sello propone un volumen de casi 600 páginas titulado Invertidos y rompepatrias. Marxismo, anarquismo y desobediencia sexual y de género en el estado español (1868-1982), de Piro Subirat, un estudio riguroso de los movimientos sociales y el problema de la izquierda institucionalizada con las disidencias sexuales. Algo que, sorpresa, sigue siendo un problema en 2021.
Kaótica Libros entra también en el debate actual con la publicación de la antología Transfeminismo o barbarie, que reune artículos de una quincena de voces para acercar la lucha feminista de manera integral e integradora. La propuesta transfeminista, que no es el feminismo de la personas trans, sino el feminismo que atiende el resto de interseccionalidades. El libro recoge, desde diferentes perspectivas, la propuesta de un feminismo que no sea excluyente, sino que acoja las realidades queer. Entre otras firmas, destacan la de Nuria Alabao, Lucas Platero o Alicia Ramos. Otro espacio feminista como es la colección (h)amor editada por Continta me tienes, ha dedicado su último volumen, a la cuestión trans, con relatos de Alana Portera, Coco Wiener o Elsa Ruiz. Y un ensayos algo más polémico, Después de lo trans, en el que la escritora y filósofa Elizabeth Duval cuestiona a diestro y siniestro los debates que emanan de la realidad trans.
Otro libro que puede resultar tremendamente liberador es el de Rubén Serrano, No estamos tan bien, en el que recoge decenas de testimonios para generar el relato de una sociedad que aún no ha asumido la realidad LGTBIQ+. Serrano desgrana las violencias que sufren personas del colectivo en ámbitos como la familia, el colegio, la cárcel o las terapias psicológicas. Una colección de ejemplos concretos, contados casi en primera persona y al detalle. Un libro que no busca teorizar sino revelar la violencia oculta en la realidad, y la realidad oculta en las violencias. Sin duda, una lectura recomendable para personas del colectivo, pero también a quien esté cerca y quiera entender el sufrimiento de estas personas.
Una de las lecturas más deliciosas del último año es Las malas (Editorial Tusquets), de Camila Sosa Villada. La argentina narra en primera persona su vida desde que una noche, muerta de miedo, fuera a espiar a las travestis del Parque Sarmiento, donde encontró su primer lugar de pertenencia en el mundo. Sosa Villada da forma a una narración tan dura como tierna, en la que prevalece el sentido de comunidad, un cuento de hadas y de terror que resulta en un retrato de grupo imperdible. Sumamos una última lectura no poco interesante: Cruising. Historia íntima de un pasatiempo radical (Editorial Dos Bigotes), de Alex Espinoza, que nos guía en un viaje sin censura por el atemporal arte del sexo entre hombres en lugares públicos. Combinando la labor de investigación y la historia oral con su propia experiencia personal, Espinoza examina las fuerzas políticas y culturales que subyacen tras este pasatiempo radical.