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Cuando no había streaming

Juzgado de guardia, desorden en la sala

La televisión está llena de series de bufetes de abogados y jueces que dirimen casos e investigaciones apasionantes. Pero solamente una hizo que los espectadores se partieran de risa durante un juicio

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La comedia de juzgados había sembrado ya sus semillas en el cine con clásicos como De ilusión también se vive (1947) o La costilla de Adán (1949). En la televisión, las salas de los juzgados solamente daban para dramones hasta que, a principios de los ochenta, la NBC decidió subvertir esa regla. La cadena había posicionado su liderazgo en la programación nocturna gracias a sus producciones de humor, con Saturday Night Live y Cheers como sus principales bastiones. Reinhold Weege venía de trabajar en M*A*S*H y Barney Miller cuando la cadena le propuso que desarrollara una comedia de situación que tuviese lugar en un juzgado de guardia de Manhattan. Juzgado de guardia (Night Court), estrenada el 4 de enero de 1984, se convirtió de inmediato en una de las series más enloquecidas de la historia de la pequeña pantalla. Sus historias y personajes rompieron los límites de hasta dónde se podía hacer humor con una cosa tan seria —se nota que no vivían en España— como la justicia.

Un mago convertido en actor

Desde el primer momento quedó claro que la prioridad de Juzgado de guardia era hacer reír a los espectadores. Los casos que se juzgaban en las vistas tenían que ver con el proxenetismo, el robo, el exhibicionismo o los altercados nocturnos. Los pequeños criminales eran tratados con empatía, pero también con un realismo que hizo que la revista Time emitiera una de las primeras críticas favorables. ¿Cómo de irreverente era aquel juzgado neoyorquino? El juez que allí ejercía, Harry Stone, inusualmente joven para su cargo (33 años) era proclive a la mordacidad y la ironía. Era fan incondicional del cantante melódico Mel Tormé  (llegó a hacer algún cameo) y sabía hacer trucos de magia. Harry Anderson, el actor que lo interpretó, también era mago. De hecho, era más mago que actor, aunque para entonces ya había hecho algún papel en Cheers y había salido en Saturday Night Live. Allí fue donde lo vieron el productor Jeff Melman y su mujer, que inmediatamente pensaron que era la persona idónea para protagonizar la serie. Anderson aceptó a la primera. Dijo que no le cabía ninguna duda de que había nacido para encarnar a aquel personaje. Y así fue.

Su señoría Harry Stone no era el único elemento atípico en la sala. Competía con él en extravagancia el fiscal Dan Fielding (interpretado por John Larroquette), un tipo encantado de haberse conocido, ligón y sin escrúpulos en los temas referentes al sexo. Fielding era transgresoramente divertido y su contrapunto lo aportaba la abogada de oficio Christine Sullivan, inocente hasta la médula y empeñada en hacer el bien. El personaje de Sullivan se consolidó a partir de la tercera temporada. Antes tuvo tres antecesoras: Gail Strickland, que solo apareció en el piloto, Paula Kelley y Billie Young, encarnada por la cantante Ellen Foley (su segundo álbum lo produjo Mick Jones, de The Clash). Pero fue Sullivan la que finalmente se quedó en la serie, defendiendo a prostitutas y carteristas, a la vez que se iba ganando la admiración personal del juez y, por supuesto, del fiscal.

El alguacil Aristóteles Nostradamus Bull Shannon aportaba otro de los vértices cómicos a las tramas. Sus más de dos metros de altura y su pelo al cero contrastaban con su comportamiento casi infantil. Richard Moll hizo de Bull un personaje imprescindible. Cuando realizó la prueba, llevaba el cráneo rapado porque venía de interpretar una película de ciencia ficción de serie B, y Weege le pidió que lo dejara así. Moll contestó que estaba dispuesto a depilarse las piernas con tal de hacerse con el trabajo. El escribano de la sala, McIntosh Mac Robinson (Charlie Robinson), y la alguacil Roz Russell completaban el elenco. Marsha Warfield rompió la que parecía la maldición de la serie. Las dos actrices que habían encarnado previamente a otras alguaciles habían fallecido de manera casi fulminante.

Los veintidós minutos que duraba cada capítulo estaban repletos de momentos hilarantes. Los guionistas descubrieron que el personaje del fiscal Fielding tenía un enorme potencial cómico y lo despojaron de su perfil conservador para que Larroquette pudiera sacarle partido, cosa que hizo a conciencia. Algunos de los personajes tenían el nombre de los actores que los interpretaban. Weege también solía bautizar a prostitutas y proxenetas con los nombres de familiares, amigos y compañeros. De hecho, el secreto mejor guardado de Fielding es que su verdadero nombre es Reinhold, algo que le avergüenza terriblemente. Entre los momentos memorables, destacar el del tipo que se creía el hombre invisible y entraba a robar impunemente en las casas. Es por esto que el criminal (interpretado por Michael Richards, que años después se hizo popular por Seinfeld) fue a declarar en el juzgado completamente desnudo. Como dijo el guionista Stu Kreisman, «éramos tan políticamente incorrectos que, si la serie volviera hoy, seguro que elegían a una marca de tabaco como patrocinadora».

 

La nueva generación

En 2023, tras años de anuncios y especulaciones, se estrenó la secuela de Night Court y va por su tercera temporada. Esta vez, su señoría es una mujer, Abbie Stone, hija del juez Harry Stone, que decide seguir los pasos de su difunto padre. El único personaje de la serie original que reaparece es el fiscal Fielding, que vuelve a estar interpretado por Larroquete.

La serie en datos

Duración: Nueve temporadas emitidas entre enero de 1984 y mayo de 1992. En España se estrenó el 12 de septiembre de 1988 en TVE.

Premios: John Larroquette ganó cuatro años consecutivos el Emmy al mejor actor secundario. Se negó a aceptar el quinto.

La sintonía: Compuesta por Jack Elliott, décadas después tuvo un mash up que la fundía con el Single Ladies de Beyoncé.

¿Cómo verla?: En DVD y Blu-Ray.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 124 (marzo 2025) de la revista Plaza

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