El valenciano regresa a las librerías tras seis años de ausencia con un monumental trabajo sobre la historia de cómo cuatro paredes para cobijarse del frío se convirtieron en un hogar
VALENCIA. “No sé cómo clasificarlo, supongo que ya saldrá alguien que le ponga una etiqueta, pero lo que está claro es que es algo que, hasta ahora no se había hecho”, comenta el dibujante valenciano Daniel Torres (1958, Teresa de Cofrentes. Valencia), una de las leyendas de lo que se conoció como La Nueva Escuela de Valencia.
Seis años después de su última obra, un alarde de minimalismo titulado Burbujas, regresa con La Casa: Crónica de una conquista (Norma Comics), un trabajo al que se podría calificar casi de titánico: seis años -tres de documentación y tres de realización- traducidos en casi seiscientas páginas en las que cómic, texto e ilustración van de la mano en plan santísima trinidad. El que quiera un referente, le será más fácil encontrarlo en Taschen que en una editorial de cómics. Los aficionados tendrán que esperar hasta el próximo 6 de noviembre para disfrutarlo.
“Para este proyecto sabíamos lo que queríamos, pero tampoco existía un referente claro, así que fue evolucionando”, señala. La idea original era dividirlo en doce volúmenes, que luego se convirtieron en tres y, finalmente, en uno.
“Esto supone que también hemos tenido que pensar en cómo alargar su vida porque ahora se publica mucho pero con tiradas cortas y la vida de un cómic es de un par de meses. El reto es concebirlo como un long seller, confiar en el boca oreja y que se vaya vendiendo poco a poco”, señala. Incluso a la hora de leerlo, es diferente. “No creo que nadie se lo vaya a leer de principio a fin de una sentanda, es más para ir a pequeños sorbos”.
Ahora todo el mundo da por sentado que una vivienda digna es un derecho inalienable y así lo reconoce la Constitución Española en su artículo 47. “Sin embargo, eso no siempre ha sido así. Para llegar a este punto la Humanidad ha tenido que evolucionar mucho. Por ejemplo, el concepto de individuo no empieza a fraguarse hasta el Renacimiento y la idea de ‘hogar’, que es mucho más que cuatro paredes y un techo bajo el que cobijarse, nace en Holanda en el siglo XVII”, apunta Torres.
Que para Daniel Torres la arquitectura siempre ha sido un personaje, no es nada nuevo. Sólo hay que repasar sus primeros trabajos (desde las aventuras de Rocco Vargas a Opium) para ver que eran más que un decorado. Pero nunca había ido tan lejos. “Es un poco como el trabajo de fin de carrera de arquitectura que nunca entregué”, bromea.
La documentación ha sido, sin duda, otra de las tareas hercúleas que ha tenido que llevar a cabo Torres para su obra. "Existen libros sobre la evolución de la casa desde el punto de vista arquitectónico, sobre el desarrollo de las ciudades, estudios antropológicos y sociológicos de todo tipo... pero ninguno que reuniera todos los elementos que a mí me interesaban. Ha sido un proceso de investigación apasionante", explica, y que ha durado nada menos que tres años
Es fácil que a un aficionado a los cómics le venga a la memoria la magistral Avenida Dropsie (1995) del maestro Will Eisner. “Sí que puede haber puntos en común, pero también muchas diferencias. La Casa tiene una parte más académica, una vocación de trascender el simple relato que no está en la obra de Eisner, lo que no le resta ningún mérito. No es por comparar una con otra, lo que pasa que cada uno quería contar una cosas distinta”.
¿Hubo algún momento en el que, literalmente, quiso tirar La Casa por la ventana? “Sí, al final se hizo muy duro. Nos impusimos un plazo de entrega porque si no esto no se acababa nunca y durante los últimos meses tenía que seguir dibujando mientras con Paco Cavero -con quién trabaja desde hace más de 15 años- tenía que ir poniendo el color. Era agotador”, explica.
El proceso puede parecer sencillo, ya que se hace por ordenador. Sólo hay un pequeño problema: elegir los colores. “La Casa abarca 22 siglos, y los colores del primer capítulo (Río Jordán, 1.200 A.C) no son los mismos del Renacimiento, La Revolución Francesa o el presente, pero a la vez tiene que haber una coherencia, una unidad global. Y luego cada historia es distintas a las demás y tiene que tener su propia coherencia, pero es que además forma parte de un todo de casi 600 páginas en el que hay varios niveles de narración y que combina ilustración y cómic. Sí, el ordenador pone el color, el problema es cuál, y eso lo tienes que decidir tú”, cuenta.
Daniel Torres es, sin duda, uno de los dibujantes más destacados de lo que se llamó en su día “La Nueva Escuela Valenciana”, que dio nombres tan grandes al noveno arte patrio como Mique Beltrán, Micharmunt, Sento o Miguel Calatayud. Pese a las grandes diferencias entre ellos, se les suele considerar a todos herederos de la tradición francesa de la ‘línea clara’ y el gusto por la aventura sin etiquetas.
Torres se dio a conocer, paradójicamente en El Vívora (asociado a la llamada ‘línea chunga’) con su detective Claudio Cueto. Sin embargo, fue uno de los primeros fichajes de la Editorial Norma cuando sacó a la calle Cairo en 1981, dirigida entonces por Joan Navarro. Allí fue donde nacieron dos sus más conocidas criaturas: Opium –que llegó a publicarse incluso en las páginas de la americana Heavy Metal- y Rocco Vargas. Su (dilatado) currículum como dibujante incluye el haber colaborado ilustrando un guión de Alan Moore con The Spirit, así como otros trabajos como Tom (un dinosaurio destinado al público infantil que tuvo su propia serie de animación), la serie de relatos cortos El octavo día o Burbujas.
La Casa será objeto de una exposición en la primera edición de Tebeo Valencia, que se celebrará en Feria Valencia del 4 al 6 de diciembre. Allí los aficionados podrán disfrutar de los originales (Torres sigue dibujando en papel) que conforman esta obra única. Mientras, el dibujante tiene un pie en París, donde prepara una exposición con sus cuadros. Un no parar.