Colectivo Miss Panamá especula con la conversión del barrio marinero en parque temático tras el paso de un tsunami
VALÈNCIA. María Salguero y Blanca Añón concibieron su tour distópico Theme Park Cabañal antes de la COVID-19, pero la idea se quedó en barbecho por la suspensión de la última edición de Cabanyal Íntim. No fue la crisis sanitaria global la que inspiró la propuesta escénica itinerante, sino teorías pesimistas pre pandemia sobre el fin del mundo. De resultas, lo que entonces se gestó como ciencia ficción, ahora se aprecia en un contexto generalizado de desencanto respecto al futuro.
“Todo es distopía. Cuando ahora nos imaginamos el día de mañana no proyectamos a un siglo vista, sino dentro de cinco años o ahora mismo. Series como Years & Years y Black Mirror no se enmarcan en un porvenir a largo plazo, sino que suceden ya, porque la ciencia ficción ya no da lugar a ese margen. Nuestro presente ya es el futuro. Es horroroso y vamos a morir en dos días”, argumenta Salguero, autora y directora de la pieza.
El paseo turístico ficcionado, programado este fin de semana y el siguiente en Cabanyal Íntim, sitúa a sus espectadores en una posterioridad socavada por el cambio climático y el auge de la ultraderecha. La propuesta de Colectivo Miss Panamá arroja una mirada al presente con perspectiva arqueológica, lo que permite al visitante experimentar escenas cotidianas del barrio antes de la era del cataclismo y la gentrificación.
El público de Theme Park Cabañal es pertrechado con cascos a la llegada al punto de encuentro. A partir de ahí, una voz con dejes robóticos, en la línea de inteligencias artificiales como Siri o Alexa, guía una ruta por los rincones de un parque temático donde se soslayan los hitos turísticos convencionales: no hay paradas en la playa, en la iglesia o el mercado, sino en una tienda de todo a un euro, un callejón, una gatera o un parque de contenedores de reciclaje.
El trabajo escenográfico habitual de Blanca Añón ha consistido en este caso, al alimón con María Salguero, en seleccionar y localizar espacios que tuvieran un interés dramatúrgico.
Las acompañan en su trabajo el performer Julian Hackenberg y la compositora Virginia Roig, que se ha encargado de desarrollar la música experimental que va a acompañar las escenas que carezcan de texto, a modo de paisajes sonoros.
En todas las obras de Colectivo Miss Panamá, el público asume el papel de sujeto activo e incluso condiciona la acción teatral. En esta ocasión, es el protagonista. Sus pasos van siendo guiados por radiofonía, pues no hay actores: el rol de los participantes de la compañía es el de ejercer de azafatas.
La idea surgió durante una visita de María Salguero a la Catedral de Toledo. Hubo un momento en el que tuvo que salir y lo hizo sin dejar de escuchar la información que le detallaba la audioguía. “Me encantó la disrupción entre el relato y lo que estaba viendo. Había cambiado el entorno gótico por el ambiente de un bar. Ahí imaginé que a través de los cascos se podía contar una realidad paralela”, revela la dramaturga.
Salguero ya había participado como espectadora en propuestas escénicas desarrolladas con la ayuda de auriculares, “pero eran demasiado figurativas, no proponían discursos opuestos ni contradictorios. Se trataba de proyectos eminentemente teatrales, donde no había extrañeza ni se generaba diálogo entre lo que veías y lo que oías”.
La historia reciente y la localización geográfica del barrio marinero le ha procurado un contexto en el que cuestionar nuestro presente. El abandono, la decadencia y los derribos sufridos bajo el mandato popular contrastan ahora con el desplazamiento de la población local por la subida de los precios de la vivienda. A esa realidad social se suma la cercanía al litoral, que hace a este barrio sensible a la subida del nivel del mar.
“Las teorías del colapso dicen que en 2040 se va todo a la mierda, y los primeros afectados serán los poblados marítimos. El Cabanyal es un barrio en peligro de extinción, pero más por la gentrificación que por un sunami”, concluye la directora.
El tour explora lo que ha venido en llamarse cultura fake. El punto de partida es una noticia falsa que asegura la desaparición de los barrios dentro de 20 años. A partir de ahí, el colectivo artístico invita al público a entrar en la convención y cambiar su perspectiva.
“La idea poner un filtro fake en la mirada del espectador, quien ha de creerse que lo que ven sus ojos no es una fachada sino una recreación de una fachada”.
Esa artificialización de la realidad, tan en boga, tiene un ejemplo que ronda el siglo de historia en Barcelona, el Poble Espanyol. Este museo al aire libre fue construido para la Exposición Internacional de 1929 con la intención de reproducir la arquitectura española. En un mismo recinto puedes acceder a edificios, plazas y calles de diferentes localidades del país. María y Blanca estuvieron indagando en todo tipo de parques temáticos singulares, incluido uno de animales extintos en Japón.
“Hemos llegado a un momento en que no sabes qué es auténtico, si estás comprando en un comercio familiar o en una franquicia de Panaria diseñada como la panadería de tu abuela. Se están cargando lo auténtico para parecer auténticos”, lamenta Salguero o, quien, no obstante, afirma sentirse incómoda practicando un teatro de denuncia social: “Mi discurso es más cómico y ficcional, satírico y surrealista, teñido de mucho humor”.