De Tribeca a Sant Joan: Laura Rubirola conmueve con sencillez en 'Vera'

VALÈNCIA. Son los 80. Vera, que limpia por la noche unas oficinas, se pone en su reproductor de cassette la Sinfonía Nº3 de Brahms. En la misma ciudad, en el Palau de la Música de Barcelona, unos músicos hacen sonar la misma pieza sin ser conscientes ni unos ni otros de la conexión temporal entre estos dos lugares. Así empieza el cortometraje Vera, el debut como realizadora de Laura Rubirola, que se puede ver hasta hoy domingo en el Festival de cine Sant Joan d’Alacant. El corto, que se puede ver de manera gratuita online como el resto de la selección de este año, viene avalada por un importante precedente: hace tan solo unas semanas se puedo ver en el festival de Tribeca, uno de los certámenes más prestigiosos de Estados Unidos. 

Sin embargo, Laura Rubirola no ha podido ir ni a Tribeca ni a Sant Joan a presentarlo. Obviamente, la crisis del coronavirus no le ha dejado, aunque tampoco le ha impedido sentir el orgullo de haber sido seleccionada en la sección Without Borders del festival neoyorkino, formando parte de siete obras seleccionadas de entre más de 6.100 candidatas. Todo un hito -además- teniendo en cuenta que es su primer film como directora, tras formarse tras las cámaras en el departamento de producción.

Vera cuenta la historia de una trabajadora de la limpieza que, a través de los objetos que descubra en una oficina, empieza a interactuar y a vivir una historia de amor con el diseñador que la ocupa por la mañana. La historia, protagonizada por Paulina García (Gloria de Sebastián Lelio o Verano en Brooklyn de Ira Sachs), se cuenta sin diálogos, solo a través de los propios objetos y de la música. "¿Porqué es tan difícil conocernos realmente entre nosotros? ¿Es la apariencia física algo que nos distrae demasiado para conocer la esencia de cada uno? ¿Seríamos más felices si nos fijásemos en los detalles más pequeños?" son algunas de las preguntas que plantea la realizadora catalana, que explica a este diario cómo al responder a estas preguntas, el corto utiliza recursos que no son los propios personajes: "El ejercicio era contar los máximo hechos posible simplemente a través de la música, y que la historia se desarrollara sin una interacción directa".

El origen del corto tiene un origen personal: "Después de vivir durante varias semanas con un compañero de trabajo, durante el rodaje de una película, la persona encargada de la limpieza dejó de venir sin previo aviso. Fue entonces, mientras limpiaba la mesa del comedor, cuando pensé en la cantidad de cosas que aquella persona podía imaginar sobre nosotros: éramos un chico y una chica, no dormíamos juntos, no cocinábamos -ni mucho, ni muy bien- y trabajábamos en algo que nos mantenía ocupados durante muchas horas al día”. Eso se plasmó en la idea de desarrollar el corto en la década de los 80: "Ahora, si tenemos interés por conocer a alguien, nos basta con buscar su nombre en las redes sociales, pero antes no era así". La historia de amor acaba siendo lo de menos.

Vera ya cuenta con la certificación para ser candidata a los Goya y Rubirola seguirá moviéndola en el circuito de festivales. El cortometraje se rodó en cuatro noches en la oficina en la que trabajó por primera vez en el mundo del cine. También hizo lo propio en el Palau de la Música de Barcelona, donde sus familiares y amigos participaron como extras "acabo siendo una fiesta", confiesa. A pesar de que la dirección de arte de esta historia tiene un importante peso, "el corto, como casi todos, no se ha hecho ni con muchos recursos ni con mucha gente, pero las localizaciones ayudaron mucho". No físicamente desde Tribeca ni Sant Joan, pero orgullosa de los resultados obtenido, Rubirola mira hacia el futuro: "el año que viene ya me encontraré con el público", mientras augura que no será la única vez que tome el cargo de dirección y guion de un film.