El museo inaugura una muestra que reflexiona sobre el mar entendido como muralla que separa países y culturas
VALENCIA. "Lo bello no es sino el comienzo de lo terrible". Con esta frase del poeta Rainer Maria Rilke da inicio una exposición cuya primera parte funciona, más que como introducción, como una trampa, un canto de sirena que atrae con su belleza hacia la parte más oscura del ser humano. La exposición Entre el mito y el espanto. El Mediterráneo como conflicto abre hoy sus puertas en el IVAM donde, hasta el 3 de julio, mostrará el cambio profundo que se ha producido en su visión en apenas dos siglos.
Si desde mediados del XIX esta área geográfica era percibida como un lugar mítico, que evocaba sueños y deseos, en la segunda mitad del siglo XX se ha ido convirtiendo en un espacio donde prima el temor, la incomprensión, la muerte y el espanto. Comisariada por José Miguel G. Cortés, director del museo, su primera parte versa sobre el mar como mito, escenario de las aventuras de artistas, intelectuales y la élite adinerada. Artistas como José Benlliure, Antonio Muñoz Degraín, Ignacio Pinazo o Joaquín Sorolla presentan escenas costumbristas, románticas, de ese mar que se percibía como fuente de bondad física, porque los efectos beneficiosos del sol sanaban el cuerpo, y psíquica, pues la contemplación de obras de arte del legado grecolatino mejoraban el espíritu.
Así fue como el sur de Europa se convirtió, en el siglo XIX, en el sanatorio donde numerosos viajeros hacían un alto en el camino para curarse de sus enfermedades pulmonares, como el fotógrafo Wilhelm von Gloeden. Fascinado por las ruinas de Olimpia y Delfos, el muestra también refleje el trabajo del fotógrafo alemán Herbert List que, con evidente nostalgia, captó imágenes de míticos héroes.
La selección reúne piezas de la colección propia y también préstamos de artistas y de instituciones como el Museo Thyssen y el de Orsay, una muestra que, tras la visión amable y escasamente crítica, pasa a la de los conflictos políticos y sociales. Con esta exposición el IVAM inaugura su línea temática dedicada al Mediterráneo, "un entremés" que próximamente se ampliará con exhibiciones dedicadas a la imagen de la mujer y al orientalismo.
Una vez visto el mito llega el espacio para el espanto, sensiblemente más amplio que en el primer caso. La pieza audiovisual del artista valenciano Sergio Belinchón, Avalancha (2008), da el pistoletazo de salida a esta segunda parte con un vídeo en el que muestra de modo irónico cómo sería el asalto a una valla que separa naciones si ésta se situará en el corazón de Europa y tratara de ser superada por blancos, rubios y europeos. Él y Monstserrat Soto son los dos únicos artistas españolas que participan en la muestra, esta última con su serie fotográfica Invernaderos (2002-2003), en la que captura una de las fantasmales 'cárceles' de plástico donde miles de trabajadores africanos trabajan en deplorables condiciones laborales.
Según indicó el propio Cortés, se ha confeccionado la exposición "huyendo de las imágenes más trilladas, truculentas o sensacionalistas" ya que "la intención no es dar un puñetazo en la cara del espectador, sino ayudarle a reflexionar". Reflexionar, sí, pero no adoctrinar. A este respecto, el directo del centro incidió en que la muestra nno está pensada con el objetivo de "dar soluciones", pues esto podría suponer una "vanalización" de la crisis migratoria. "Es una problemática muy grave y profunda, no valen soluciones de barra de bar".
De hecho no sólo se habla de la crisis migratoria en tanto que intento sino que, muchas de las piezas, dan un paso más allá reflexionando sobre la deseable -y no siempre conseguida- adaptación de los inmigrantes en sus países de acogida. La serie de Adrian Paci, Back Home (2001), refleja las experiencias de aquellos albaneses que marchan a Italia en busca de una mejoría social. Vidas en tránsito, Paci los fotografía frente a un telón más que familiar, una enorme imagen de la casa que dejaron en su país de origen. Del mismo modo en el que los turistas capturan sus recuerdos frente a monumentos que le son ajenos, la serie reflexiona sobre el desarraigo y esa sensación de desconexión con tu lugar de residencia.
El recorrido culmina en una sala habilitada como una sala de cine en la que ver tres vídeos de la suiza Ursula Biemann que analizan el Magreb como un espacio de migración en tránsito a través de testimonios de la población, personajes que cuentan sus estrategias de supervivencia y reflexionan sobre las relaciones territoriales y humanas. Con motivo de esta muestra, el IVAM editará una publicación y celebrará una programación de actividades paralelas, como un ciclo de debates y otro de proyecciones cinematográficas para que surja "un coro de voces" en el debate sobre cuestiones como "qué habría sucedido si hubiéramos nacido 30 kilómetros más al sur", finalizó Cortés.