VALÈNCIA. Incertidumbre. Esta es, probablemente, una de las palabras más repetidas en las últimas semanas, una sensación de inquietud que habla de un futuro sobre el que hay más incógnitas que certezas. Es esta incertidumbre el eje que vertebra la propuesta española para la próxima edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia. La cita, que debido a la crisis sanitaria ha pospuesto su celebración al 29 de agosto de 2020, propone a los diferentes comisarios una pregunta: ¿cómo viviremos juntos? La cuestión, planteada por el curador de la 17ª edición de la bienal, Hashim Sarkis, tiene hoy más relevancia que nunca, especialmente desde una Italia que está siendo una de las grandes afectadas por la crisis. Y es ahí donde llega el proyecto ‘Uncertainty’. “La ambivalencia de la incertidumbre, que alberga todas las cuestiones, pero a la vez abarca todas las posibles respuestas a las mismas, es interpretada como campo generador de soluciones inesperadas a problemas complejos que requieren atención desde diferentes posiciones y disciplinas. Un lema que abre la mano a propuestas interdisciplinares, que trabajan con un objetivo común y a la investigación e innovación a todas las escalas”, explican. Entre los distintos proyectos seleccionados para formar parte del pabellón español para La Biennale, también hay espacio para el sabor valenciano, que viene de la mano de los trabajos de Milena Villalba y Santiago Hernández sobre el Palauet de Nolla; ‘The Nice Host’, del estudio Quatre Caps; y una falla que quizá ya hayan visto: Renaixement.
Un viaje al pasado. Esto es lo que nos propone Milena Villalba y Santiago Hernández a través de ‘Showroom’, un proyecto de documentación basado en la fotografía y el vídeo que busca completar el mosaico de todas aquellas personas que han formado parte del proceso de restauración del Palauet de Nolla, en Meliana. Pero, ¿por qué el Palauet? Símbolo de la tradición cerámica valenciana, el ‘santuario’ de la artesanía de Miguel Nolla fue visitado por personalidades como Amadeo de Saboya, Poeta Querol, Blasco Ibáñez o el General Prim, un espacio en el que se intuyen glorias pasadas, aunque su estado las ocultara. “Nos impactó que estuviera a punto de la ruina. Había una contradicción entre ese estado tan ruinoso y el esplendor que transmitía a través de toda la ornamentación, los bajos techos, los suelos… se notaba que detrás del deterioro había un poso glorioso”, explicaban a Culturplaza los arquitectos Xavier Laumain y Ángela López sobre su primera visita al Palauet, en 2010. Una década ha pasado desde esa visita y numerosas intervenciones que tiene por objetivo devolver al Palauet su brillo de antaño, un proceso en cuya más reciente fase han entrado los creadores Milena Villalba y Santiago Hernández.
Ellos han sido los encargados de retratar este proceso, un proyecto a través del que han querido poner cara a todas aquellas personas que forman parte de una cadena más extensa de lo que uno podría imaginar. “El trabajo de la restauradoras de pintura no era posible hasta que el escayolista no terminara de restaurar los techos que, a su vez, no podía llevar a cabo hasta que la constructora no reforzara los forjados, hecho que complicaba además la tarea del mosaiquero; y, lógicamente, nada de esto podría funcionar sin la dirección de un equipo de arquitectura que redacte el proyecto y una arquitecta municipal que lleve a cabo las funciones administrativas y de búsqueda de financiación para la obra”, explican. Son estas piezas las que forman ‘Showroom’, un proyecto de documentación basado en la fotografía y el vídeo que pretende poner en valor todos los oficios implicados en una obra de esta magnitud, apostando por su recuperación y evidenciando la necesaria complementariedad de todos ellos. “Tal y como ocurría en el propio edificio, que servía de espacio expositivo para los productos cerámicos de Miguel Nolla, este trabajo documental aspira además a funcionar como escaparate para profesionales y oficios que habitualmente quedan al margen del relato público cuando se trata de comunicar proyectos de este tipo”.
Otro de los proyectos ‘marca València’ que darán forma al pabellón de España en la Bienal de la Arquitectura es ‘The Nice Host’, del estudio Quatre Caps, formado por Bernat Ivars Vinaroz, Dídac Sendra Rabena, Juan Suay Rel y Miguel Tomás Tena. El trabajo parte del enorme crecimiento de las ciudades en los últimos años, grandes núcleos que concentran actualmente a aproximadamente la mitad de la población y que ha resultado en ese ‘vaciado rural’ que se presenta como uno de los grandes retos del mundo moderno. Pero, este fenómeno no solo debe ser analizado desde una visión antropocéntrica, pues tiene consecuencias que van mucho más allá del ombligo humano. Y es que el crecimiento de las urbes, aunque se pinte de organizado y sostenible, tiene un impacto directo en el paisaje, en el hábitat; del desarrollo de especies invasoras y el desplazamiento de especies autóctonas a la contaminación lumínica y acústica o cambio climático.
El proyecto remite al caso de Kitty Genovese, la americana asesinada en Queens (Nueva York) a la que, a pesar de los gritos de auxilio, ningún vecino ayudó. Esto dio pie a un gran debate social y a que, posteriormente, se acuñara el propio término síndrome Genovese o del espectador. Este tiene que ver con el reparto de 'culpa', la constatación de que cuantos más 'espectadores' de un suceso más se reparte la responsabilidad y, por tanto, hay una menor acción/intervención. Este es el punto de partida de un proyecto que habla de ese "parásito" que nace de nuestra forma de entender la colectividad, unos habitantes dispuestos a no hacer nada "por miedo, por falta de recursos, por egoísmo o por ignorancia". "Nos movemos como una demasiada multicéfala, consumiendo todos los recursos que tenemos a nuestro alcance sin ser capaces de pensar en colectividad y el futuro. Como el peor de los parásitos que sangrará a hospedador hasta matarlo o debilitarlo tanto sin darse cuenta que su supervivencia depende más que nadie de este", reflejan. Así, este proyecto habla de una ciudad "atacada" por un crecimiento desproporcionado cuyo futuro todavía se presenta incierto.
Y, como no podía ser de otra manera, la aportación valenciana también pasa por las Fallas. Aunque, ojo, con un proyecto sui generis. Se trata de Renaixement, el proyecto de Miguel Arraiz y David Moreno, una ‘falla viajera’ que fue plantada en no pocas ocasiones: en el desierto de Nevada, su primera parada; el Centre del Carme, en su regreso a València, y frente a la torre de Torrent, donde ardió tras varios años de aventura. Ahora Renaixement encuentra una nueva lectura, en el contexto de incertidumbre actual, nuevas respuestas que miran al rico pasado de la ciudad a la que homenajea. Y es que la falla supone una conversación entre el lenguaje contemporáneo y las referencias históricas, una estructura compuesta por tubos de cartón con una piel exterior con diseños basados en las ventanas de la Lonja y, por cierto, preparada para soportar vientos de hasta 160 km/h, condiciones de un Burning Man que vio nacer un proyecto que acabaría viajando miles de kilómetros.
La falla, que ha sido doblemente galardonada en los Premios Nacionales de arquitectura Efímera, se prepara ahora para llegar a la bienal de la arquitectura. O, al menos, lo que queda de ella tras la cremà. De esta forma, el pabellón de España contará con textos, fotografías e imágenes que documentan ese sueño que llegó hasta el Burning Man, así como un fragmento de recubrimiento dorado de la falla, de aproximadamente un metro cuadrado.