VALÈNCIA. La sexta edición del Deleste llega en medio de un sinfín de crisis: casi todas, de esas que se presentan como coyunturales y acaban teniendo apariencia de miseria del sistema por causa de la inacción deliberada. Probablemente, la mayor de las virtudes del festival afincado en Rambleta sea esa: sobrevivir a las crisis. Y a las burbujas; la de los festivales creados con maestría fordista han conseguido esquivarla con esa energía que, desde el principio, reivindicó la diferencia de un festival en otoño en València. En su sexta edición, el Deleste recupera la jornada única que lo vio nacer en 2012 con conciertos memorables como el de Josh T. Pearson en el auditorio de La Rambleta.
Como el Deleste, la tradición vaticinadora también sobrevive a todas las crisis, así que ahí van algunas de las cosas que pueden pasar justo delante de ti en la sexta edición del Deleste.
El Deleste vuelve a sus orígenes. El back to basics. La jornada única. Bajo el lema ‘Just For One Day’ (sólo por un día), tan David Bowie en ‘Heroes’, el Deleste regresa un lustro después al formato con el que nació. La capacidad de adaptación al medio del festival es tan fundamental para la supervivencia como ser consciente de cuándo hay que replegarse (porque siempre hay momentos para replegarse), para volver a avanzar. Cualquier propósito que incluya avanzar a toda costa y sin concesión al descanso está condenada al fracaso, y por eso el regreso a la jornada única no es tanto un retroceso como un repliegue crucial -acompañado de la jornada inaugural gratuita en el Centre del Carme-.
En un momento en el que la catalanofobia, recuperada para la causa por muchos de los nacionalistas del otro lado, hiede con insoportable pestilencia en las calles; en un momento en el que exministras estimulan el complejo de inferioridad y la ignorancia para poder rescatar sin pudor el boicot a los productos catalanes. En ese momento, el Deleste sigue con su apuesta de aprovechar las ventajas indiscutibles que significa tener una escena como la catalana a tiro de piedra. Y todavía sin Corredor Mediterráneo.
En cinco ediciones, ya han pasado por el Deleste Za!, Pau Vallvé, Maria Coma, Dj Coco, Madee, Nueva Vulcano, Mujeres, Ocellot, Maïa Vidal o Mourn. El Deleste de jornada única presenta en un solo día propuestas consolidadas como la de Enric Montefusco (dadas las circunstancias, el concierto apunta a comunión) y muestras de la siempre bulliciosa escena alterdependiente catalana como PAVVLA y Cala Vento.
En línea con su tendencia habitual, es muy probable que el Deleste vuelva a presentar un aspecto heterogéneo en lo que se refiere a las cabezas que se ven desde arriba. La abierta mezcla de su línea editorial y la condición finita del público de la música en directo en València volverá a propiciar que las galerías de fotos de los conciertos en La Rambleta ofrezcan esa sana fusión entre juventud y veteranía que, lejos del Deleste, casi siempre viene marcada por el complejo de superioridad intelectual de unos y de otros. La coyuntura hará coincidir en el mismo recinto a fans de The Wedding Present y PAVVLA, sabiendo que los primeros ya habían publicado cinco discos cuando la segunda todavía no había nacido.
El espacio local que tanto le cuesta, tradicionalmente, al festival valenciano de proyección nacional volverá a tener su cuota en el Deleste gracias, sobre todo, a la aportación de los grupos del Sona La Dipu. Algo bueno había de tener. El cartel incluye a L’Emperador, los interesantes Dûrga -ganadores del certamen en 2017 junto a Frida- y a The Vibrowaves. Fuera del menú, el talento compositor de Samuel Reina.
Y, de repente, entre Jager y Alhambra, la crisis de la industria minera del sur de Gales. O al menos esa es la idea de Public Service Broadcasting. De ahí a que se genere en alguien una conciencia de cualquier intensidad al respecto de las familias galesas desplazadas por lo que se ha dado en llamar progreso… ya es otra cosa. Por J. Willgoose, Esq. y su escolta nerd no va a ser. Sus jornadas de arqueología sonora en el British Film Institute y en el Ebbw Vale Institute para rescatar y empastar fragmentos sonoros de propaganda, entrevistas, nodos y mensajes de servicio público así lo requieren. El trío británico presentará su último disco (Every Valley), publicado este año, en el que vuelven a mezclar grabaciones vintage con guitarras eléctricas, baterías, sintetizadores, tubas y fiscornos.
El hilo invisible del Deleste une el primer concierto del sábado, los valencianos cortesía del Sona La Dipu, L’Emperador, con los sobreexplotados León Benavente, que cerrarán el apartado de la música en directo. Ese hilo, que tiene su principio a las 11.30 (valientes) y termina más allá de la 1 de la madrugada exige sacrificar (o adelantar) el vermut para ver a Enric Montefusco en el Auditorio Cervezas Alhambra -como exige la ocasión, por otra parte, y no como la última vez que visitó la Rambleta-, comer con los ecos de Cala Vento, merendar con PAVVLA y Penny Necklace, y cenar con The Wedding Present.
Algunas previsiones meteorológicas para el sábado auguran una probabilidad del 40% de precipitaciones. Otras, como la Agencia Estatal de Meteorología, las reducen un poco: 35%. Sin embargo, buenas noticias: la lluvia no importa demasiado cuando se está a resguardo en un auditorio.
Aunque la cosa ha mejorado con respecto a otras ediciones, seguirá siendo complicado encontrar a una mujer sobre el escenario. PAVVLA, Penny Necklace, The Wedding Present (Danielle Wadey) y Apartamentos Acapulco (Angelina Herrera) aportarán un poco de luz a una cuestión que no parece perdida en el Deleste: el propio festival ha reconocido en público que es una cuestión que no dejan de tener en cuenta. Sería una muy buena noticia que en los vaticinios de la próxima edición se pudiera obviar esta.
Dignificar el indie no es tan difícil, en realidad. Basta con no hacer los carteles a partir de la parrilla de programación de Radio 3 o de la escaleta del programa de Virginia Díaz. Hay que querer hacerlo, claro. El Deleste, desde su inicio, ha mirado toda la basugre indie uno o dos pasos a un lado. Este año, una vez más, asistir al festival de Rambleta vuelve a elevar temporalmente la dignidad del ciudadano indie, asiduo a los festivales del circuito veraniego de Los del Río o Raphael.
El Just For One Day del Deleste 2017, el regreso a la jornada única, va a permitir reinterpretar aquel estribillo de ‘My Favourite Dress’ que cantaban The Wedding Present en el George Best de 1987. “No puedo seguir estando borracho a las cinco… Oh, supongo que sí que puedo”, decía David Gedge hace hoy treinta años y, merced a Alhambra, Jager y quizá incluso el local homónimo del disco, cualquiera que se acerque al Deleste este año podrá cantarlo tanto a las cinco de la tarde como antes de amanecer.