LA FIGUERA

Dinosaurios, cuentos y punk: así es la radio confinada en la que la infancia alza su voz

20/04/2020 - 

VALÈNCIA. De tener que resignarse con las ocurrencias impuestas por los adultos a convertirse en prescriptores de obras que les han entusiasmado. De receptores pasivos a creadores de contenido. Con estas premisas comenzó el pasado mes de marzo La Figuera, un programa de radio colaborativa confeccionado por y para la población infantil, sí, esa gente con pocos años pero muchas ganas de absorber toda la vida que se cruce en su camino. Aquí niños y niñas se transforman en agentes fundamentales, pues son ellos quienes deciden qué contenidos van a protagonizar cada sesión

Nacido en el seno del proyecto cooperativo de nombre homónimo afincado en Benimaclet, La Figuera reivindica así una infancia con voz propia, con deseos, miedos, inquietudes y pasiones. Una infancia que se reivindica como interloctura válida. Los episodios se emiten en directo los jueves a las 18.00 y más tarde pueden consultarse online en formato podcast. En las diferentes entregas estos ciudadanos de nuevo cuño recomiendan libros y películas, plantean temas de debate, relatan cuentos en directo y comparten sus vivencias diarias durante el confinamiento. Incluso dan consejos a otros menores sobre cómo pasar la cuarentena con esos adultos tan pesados con los que conviven y a los que tienen que educar (reconozcámoslo, con edad de votar y conducir podemos llegar a ser bastante insoportables). Además, la librería La Repartidora propone lecturas semanales. “Desde distintas plataformas nos están bombardeando con ideas para pasar el tiempo con tus hijos, como si eso fuera una carga terrible. Hemos querido darle la vuelta y plantearlo desde la perspectiva opuesta: cómo sobrevivir al confinamiento con tus padres. Y, por ejemplo, plantean juegos para realizar con ellos, pero también critican que no les puedan hacer suficiente caso porque tienen que teletrabajar”, apunta Teresa Mata, una de las impulsoras de la iniciativa.

Así, los contenidos radiofónicos se generan a partir de la participación de las familias: en cada entrega se hace una conexión en directo con una casa “y los niños nos cuentan cómo están, qué parte de su vivienda les gusta más o menos, de qué están haciendo estos días…Luego dejamos un espacio para que ellos propongan temas de los que les apetezca hablar”, relata Mata. “A menudo lanzan cuestiones que ellos consideran casi ‘prohibidas’, temas un poco escatológicos que les resultan muy divertidos, pero también películas como Frozen, animales…Los niños tienen mucho que decir y es el momento de escucharles y aprender de ellos”, señala Oller. El resultado es una tertulia con un cromatismo más que variopinto: “intentamos no poner demasiadas premisas y simplemente dejarles un espacio en el que puedan hablar de lo que realmente les apetezca, sin esos filtros que a menudo tenemos los adultos. La clave está en arriesgarse y dejarse sorprender, pues, aunque obviamente tienen menos años de experiencia, también se atreven a abordar todo tipo de cuestiones simplemente porque les interesan en ese momento”.

Además, periódicamente lanzan retos artísticos para que cada familia los pueda reinterpretar con los materiales que tenga más a mano. Las obras resultantes son más tarde compartidas en las redes sociales de La Figuera Y como en cualquier emisión radiofónica que se precie también hay aquí un hueco para los minutos musicales: en este caso, protagonizados por bandas de rock y punk con canciones dirigidas a la gente bajita. Por ejemplo, la versión guitarrera de ‘Pimpón es un muñeco muy guapo y de cartón’ o transgresores temas de Los Punkitos como Caca, culo, pedo pis (chúpate esa, Sid Vicious).

Según expone Alba Oller, otra de las responsables de este proyecto radiofónico, la idea surgió como una forma de “mantener el contacto con las familias que participaban en el espacio físico de La Figuera, las echábamos de menos y teníamos muchas ganas de volver a hablar con ellas”. Sin embargo, pronto decidieron que, puestos a jugar, valía la pena hacerlo a lo grande: “pensamos que, teniendo en cuenta la situación actual de aislamiento, valía la pena ir más allá y crear una propuesta abierta a todos los hogares”, apunta Teresa Mata. 

“En España los niños están haciendo muchísimos esfuerzos para llevar bien esta crisis"

Gerard tiene 5 años y es un apasionado de los dinosaurios. “El velocirraptor y el anquilosaurio son mis favoritos”, concreta. Por ello, no resulta sorprendente que propusiera charlar sobre la fauna jurásica. “Cuando hablo en La Figuera cuento las cosas que estoy haciendo estos días: cocinar pasteles, jugar, aplaudir…a veces me aburro un poquito, pero no tanto. También escucho a amigos míos que llaman. Y he explicado que mi sitio preferido para estar en casa es el comedor porque es donde descanso”, relata a Culturplaza. Para este futuro paleontólogo, La Figuera constituye su primera experiencia con la radio “mi mamá se pone a veces noticias, pero yo nunca había escuchado un programa. Este me gusta mucho porque ponen música muy chula y una niña que se llama Aitana recomendó un libro que me pareció muy guay”. 

Abrir ventanas de imaginación durante el encierro se vuelve especialmente necesario en el caso de la población infantil, que está sufriendo el confinamiento más duro, sin ningún supuesto permitido para pisar la calle. Y es que, en estas interminables semanas de cuarentena gran parte de la sociedad parece haber olvidado a sus miembros más jóvenes. O quizás los haya confundido con autómatas de tamaño reducido que pueden vivir plenamente a base de ver dibujos animados en bucle y ser alimentados con regularidad. Ficus con pijamas de osos panda.

“En España los niños están haciendo muchísimos esfuerzos para llevar bien esta crisis. Otros países sí que se están tomando medidas diferentes que permiten flexibilizar la cuarentena para los menores ya que es una situación durísima para ellos, sobre todo en el caso de aquellos que viven en pisos muy pequeños, sin balcón…”, reivindica Mata. De hecho, a principios de abril el Comité para los Derechos de la Infancia ya alertó del impacto emocional, físico y psicológico que este encierro podía tener en los pequeños y alertó a que los gobiernos buscaran “alternativas y soluciones creativas" para garantizar su bienestar, como salir fuera de casa al menos una vez al día bajo la supervisión de un adulto y respetando los protocolos de higiene y distancia social. También la OMS ha mostrado su preocupación por consecuencias del confinamiento en la salud mental de los menores. 

Contra la ultraproductividad y la infatilización

Durante estas semanas de cuarentena las redes se han inundado de sugerencias con las que ocupar nuestros días ‘haciendo cosas’. ¡Cosas, cosas, cosas! Cosas que ‘sirvan para algo’, claro. Mantenerse activo, iniciar cursos, aprender bailes, asistir a conferencias online, preparar pan casero, terminar leoninas listas de películas y lecturas pendientes, fabricar manualidades por encima de nuestras posibilidades…Prohibido perder minutos en asuntos que no sean de provecho. Un discurso al que intentan plantar cara desde La Figuera. “Nos queríamos alejar de ese prisma de que hay que ocupar el tiempo libre produciendo, de esa idea de que las jornadas deben ser destinadas a actividades ‘útiles’ casi por obligación. Para empezar, porque creemos que el aburrimiento es algo genial para generar mayor creatividad”, explica Teresa Mata. 

“En la radio he hablado de una obra de teatro que estábamos montando y que hemos tenido que atrasar por el coronavirus. ¡Iba de unas princesas que se petrifican y también hay un marciano, un ninja y un vampiro!”, recuerda Naima, de cinco años. Además, esta novata de las ondas también ha aprovechado el espacio para ejercer de prescriptora literaria y recomendar los títulos de la colección Princeses Drac (SM), “una tiene mucha fuerza, otra puede volar y otra tira fuego por la boca”. “Como ya no me puedo encontrar con mis amigos, quedamos en la radio”, indica. 

Cuando una se asoma al abismo de los contenidos dirigidos al público infantil es fácil reconocer que abundan los contenidos rebosantes de almíbar, de poquísimo interés creativo y de muy baja calidad pedagógica. Formulas ñoñas, manidas y en las que a menudo se menosprecias la inteligencia y las capacidades de las criaturas. Una realidad contra la que pelean fervorosamente desde La Figuera “Estamos totalmente en contra de utilizar un registro especial para hablar con los niños, tanto en lo que respecta al vocabulario como a los contenidos porque creemos que podemos profundizar en temas que nos parecen importante y que son aptos para todos los públicos, como explicar qué es el coronavirus o qué necesidades tienen los vecinos de la tercera edad”, apunta Mata.

En ese sentido, defiende que “las niñas y niños son personas del presente, no son el futuro. Son ciudadanos de pleno derecho y así debemos tratarlos”. No aquí cabida para actitudes condescendientes, los menores no son peluches articulados a los que cubrir. “Parece que si te diriges a un público mayoritariamente infantil tienes que hacerlo en un tono muy dulce, pero nosotras no estamos de acuerdo. Apostamos por propuestas que puedan ser de interés para toda la familia: ni demasiado edulcorado ni demasiado intelectual. Al final, si trabajas los materiales adecuados no hay tanta diferencia entre algo que le pueda gustar a un nene y a su madre”, considera Oller.

La radio, siempre la radio

La radio siempre ha sido sinónimo de intimidad en la distancia. Y más ahora, cuando la distancia es ley. “Es una herramienta sencilla para comunicarse y, en nuestro caso, al ser autogestionada, tiene un componente simbólico importante. Es un espacio en el que los participantes pueden expresarse con libertad. Además, realizar los programas en directo nos permite a todos compartir un mismo momento; estar reunidos, aunque estemos separados”, indica Mata. “Nos parecía interesante ver cómo iban a responder los pequeños ante este medio que de primeras no es algo que tengan muy presente en su día a día de entretenimiento”, añade. En la misma línea, Oller considera que esos humanos que habitan el globo terráqueo desde hace 4, 6 u 8 años todavía no tienen muy claro las características del formato podcast “o la diferencia con la tele. Pero es un medio por el que vale la pena apostar ya que tiene muchas posibilidades con el público infantil”. 

“Está siendo muy curioso porque cuando conectamos con la familia y entran en directo nos intentan enseñar libros o juguetes porque no acaban de entender que no hay imagen- apunta Mata-. Al mismo tiempo, les hace mucha ilusión escucharse cuando reproducen los podcasts en casa, grabar mensajes para enviarlos o escuchar a otros niños hablar”. 

En un mundo de pantallas, de repente, la voz desnuda comienza a llenar las habitaciones. “Su generación está muy acostumbrada al mundo audiovisual, así que no tener imágenes se les hace un poco raro, pero les llama la atención y están teniendo un montón de ideas para llevar a cabo. Es importante hacérseles partícipes de lo que está ocurriendo y preguntarles qué opinan”, explica, Neus, madre de Naima, quien resalta que estos momentos radiofónicos “permiten experimentar la convivencia de otra manera. Una cosa que me está horrorizando es que, hasta hace poco, los niños eran considerados un colectivo que debía ser protegido por la sociedad y ahora, con esa creencia de que podían ser supertransmisores, se ha creado un relato de que los niños son un peligro público. No se están teniendo en cuenta sus necesidades”.

“La radio les permite estar en contacto con muchas de sus compañeros, con personas que son importantes en su vida, y sentir que están cerca. Le encanta escuchar las voces de los demás, compartir imágenes…”, explica Sandra, madre de Gerard. Además, resalta como eje vertebrador del proyecto que “se trata de una iniciativa muy abierta, los niños ofrecen su perspectiva y eso es lo fundamental”. La Figuera está logrando así fidelizar a unos parroquianos muy comprometidos con la causa: “les emociona participar y están trabajando a fondo los contenidos que comparten, desde recitar un cuento a prepararse preguntas para formularlas en directo, porque saben que les va a oír mucha gente y eso hace que sientan que su intervención es importante -indica Oller-. Ellos son los protagonistas y eso les motiva una barbaridad”.


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