Hicieron de su edificio uno de los epicentros editoriales españoles. Ahora les han comunicado que deben abandonar el edificio. Su ejemplo es un termómetro sobre la evolución de las ciudades
VALÈNCIA. Es uno de los medios especializados de referencia en el sector del diseño. Su audiencia es cuantiosa en Latinoamérica. Su cuidada selección de revistas es también un ejemplo en el sector editorial español. Desde hace años su redacción estaba situada en un ático de un edificio entre San Vicente y María Cristina, en el octavo piso de San Vicente Mártir 16. Un buen lugar para editar un medio, pensaron sus editores Ana Gea y Víctor Palau.
Les acaban de comunicar que deben marcharse del edificio. Lo van a convertir en un hotel. Sus cinco vidas en el edificio representan su relación vital con València, pero también ejemplifican las propias en el centro ciudad, su conversión en espacio monofuncional.
Ana Gea: Cuando llegamos aquí, Gràffica no formaba parte de nuestro imaginario. Llegamos al edificio algo después de dejar un estudio que estaba situado en Grabador Esteve con Cirilo Amorós, del que tuvimos que marchar porque la propietaria falleció y sus hijos requerían el inmueble. Comenzó la búsqueda de un espacio pequeño en el que trabajar, y a través de una inmobiliaria lo visitamos. Fue Víctor el primero que lo habitó, ya que por aquel entonces yo vivía en Barcelona. Recordamos perfectamente la primera vez que accedimos al inmueble: un pequeño espacio diáfano, la luz que se colaba a través de una pared agujereada por la que asomaba el cielo y una especie de terraza… imaginamos lo que se podía hacer, ya que el espacio necesitaba algunos arreglos.
Víctor Palau: Llegamos a este edificio justo en el momento que estaba vacío y pudimos elegir el ático de arriba. Era justo en el momento que a la empresa propietaria le habían adjudicado la concesión de Las Arenas y después de años con el edificio parado, como ahora, decidió abrirlo para oficinas. Hubo un momento que en el edificio pasamos de ser dos o tres a estar todas las plantas repletas de actividad. Ese momento fue muy interesante por la cantidad de personas y negocios que había en el mismo edificio.
Ana Gea: Hemos vivido un continuo cambio de paisaje que ha ido desembocando en una pérdida de identidad cada vez más latente. Puede parecer un discurso nostálgico u obvio, pero es un discurso real que se repite en todos los centros neurálgicos de las grandes ciudades, hasta convertirlos en escenarios idénticos salvados por las fachadas y las gentes autóctonas que aún permanecen paseando sus calles.
Al principio, era sencillo bajar a almorzar un pincho de tortilla, comprar el almuerzo en un colmado o comer un menú casero. También observar esos negocios singulares con solera, desde cafés, guanterías, librerías, anticuarios de carteles y rarezas, hasta cualquier otra cosa con singularidad. Hemos sido testigos de cómo cerraban esos pequeños negocios, algunos por jubilación y falta de continuidad del negocio, otros por no poder hacer frente a las grandes subidas de alquiler. Hemos sido espectadores de cómo llegaban las grandes marcas.
Hoy, esas grandes marcas que llegaron en su día, son sustituidas por otras grandes marcas, y todo funciona a través de ensayo y error, en un cierre y apertura constante de diversos negocios que a su vez son víctimas de las diferentes tendencias de consumo.
También hemos observado cómo han desaparecido algunos vecinos y muchas de las viviendas con la llegada de los alojamientos turísticos, y hemos visto cómo ha mutado el volumen y las formas de las personas que habitan las calles con la pérdida de la estacionalidad del turismo, que en los últimos años se ha extendido a los 365 días. Es algo así como que el centro ha pasado de ser un lugar para vivir a ser un lugar por el que pasear y observar.
Víctor Palau: Cuando el edificio estuvo activo podías encontrar una cantidad de negocios en cada planta que era muy interesante. Hubo una empresa que hacía publicaciones para la Unión Europea y había profesionales de casi cualquier país ya que editaban libros en multitud de idiomas. Parecía la Torre de Babel. También han habido arquitectos, asociaciones, productoras… incluso un departamento del Ayuntamiento que se dedicaba a los grandes eventos. Estaba Onda Cero en la segunda planta, era también un buen termómetro. Pasaban por el edificio futbolistas, cantantes, actores… que venían a entrevistas a la radio. Incluso nosotros hemos recibido un montón de personalidades y profesionales del sector de la creatividad que han contemplado la ciudad desde nuestra terraza.
Ana Gea: Nos lo comunicaron hace un par de semanas a través de una conversación por teléfono; la propiedad es amable, siempre hemos mantenido muy buena relación con ellos. Nos avisaron de que nos iba a llegar una notificación por escrito, mantuvimos una agradable conversación recorriendo los años…
Víctor Palau: En todos estos años siempre ha habido una magnífica relación con la propiedad. Nunca han sido agresivos, y eso que en estos 24 años, hemos pasado por muchas fases y momentos. Ampliamos la oficina, hicimos reformas, solicitamos mejoras, incluso hace poco nos instalaron un nuevo sistema de calefacción.
Ana Gea: Somos perfectamente conscientes de que la situación del edificio ya no es sostenible. Estamos en un edificio emblemático y majestuoso que ocupa casi una manzana, prácticamente vacío. Somos la única empresa que lo habita junto a 3-4 vecinos que nacieron aquí.
Está claro que hablamos de algo material desde el primer mundo, pero no podemos evitar sentir tristeza; los espacios ocupan lugares y colman memorias. Durante 24 años han sido muchas las vivencias acumuladas. Comenzamos siendo dos personas en un pequeño espacio que luego ampliamos.
Desde aquí hemos escrito millones de letras, diseñado muchos proyectos, ideado Gràffica y otras realidades. Hemos vivido cambios, evoluciones, crisis. Estás paredes contienen muchas palabras e historias. Han sido muchas las personas que han formado parte de este espacio; por aquí han pasado centenares de personas, entre equipo, eventos, formación y también momentos festivos. Son más horas aquí que en casa. Sabemos que perdemos mucho. Trabajamos en un oasis en el centro de la ciudad, en el que la luz natural es pura magia, en un piso undécimo con una terraza de 50 metros, con la ciudad a nuestros pies, en la que cada día los atardeceres son un espectáculo y cada año la pólvora pura vida con las visitas que abrigan, ya que nuestras vistas son la Plaza del Ayuntamiento, que también hemos visto cómo se ha transformado. Nos sentimos muy afortunados de haber podido disfrutar de este espacio durante tantos años; ha sido un privilegio tener la altura, las vistas, la calma y ver cada mañana a Isabel, nuestra portera y a nuestros vecinos, especialmente a Adela, que ya es familia. Nos vamos a echar mucho de menos, y si nosotros sentimos tristeza, imagínate ellos que han nacido aquí.
También estamos seguros de que algo ganaremos, aunque aún no sabemos muy bien qué; todas las pérdidas traen alguna ganancia, y esto sin duda significará la apertura de una nueva etapa.
Víctor Palau: Es como si nos arrancaran un brazo. Como dice Ana, han pasado tantas cosas en este espacio que es difícil no sentir una ruptura interior. Es una frase hecha, y un tópico, pero no te das cuenta hasta qué punto estás unido a un espacio hasta que lo pierdes. En ese espacio hemos realizado muchas cosas, y casi nuestra actividad estaba organizada en ese espacio: una redacción de un medio, un estudio de diseño, una tienda online, una escuela de formación, una sala de baile… han sido tantas cosas que va a ser difícil sustituirlo.
Víctor Palau: Pues de momento no está nada decidido. Está claro que algo que hemos construido con tantos años no se puede cambiar de la noche a la mañana. No tenemos la suerte, como pasa con otras organizaciones que se dedican a promocionar el diseño, que la administración nos regale unas instalaciones. Tendremos que replantearnos nuestra actividad y nuestra función. Sin ayuda ahora mismo no tenemos la posibilidad de posicionarnos en una ciudad totalmente desatada con el alquiler de espacios que sean una alternativa asumible.
Ana Gea: En estos momentos aún no sabemos muy bien dónde acabaremos o continuaremos, aunque tenemos escasos meses para decidirlo y el momento inmobiliario no es el más razonable ahora; estamos comenzando a explorar opciones, reflexionando y valorando posibilidades. Esto ha coincidido también con un cambio de modelo en nuestra propia actividad, donde vayamos intentaremos seguir teniendo algún espacio abierto al aire libre, pero por ahora está todo abierto, cambio de formato de espacio, cambio de ciudad…