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El estallido social de 2019 en Santiago de Chile se hace memoria en la Sala Off

Teatro Apátrida estrena un espectáculo documental donde los testimonios personales se entrecruzan con la versión oficial

7/02/2024 - 

VALÈNCIA. A Omar Morán Reyes el estallido social de 2019 en Santiago de Chile le pilló en Barcelona. Como también a sus compatriotas Gabriel Díaz, Andrea Paz, Daniela García y Gonzalo Dalgalarrando. Todos ellos vivieron en la distancia la materialización en esperanza de una protesta fruto del  descontento y la frustración. Ante la imposibilidad de poder experimentar aquel soñado alzamiento popular en carne propia, iniciaron un proceso de indagación exhaustiva que ha cuajado en un espectáculo de teatro, Medium. Chile estalla en la distancia, los días 8 y 9 de febrero visita la Sala Off.

“Todo el equipo de Teatro Apátrida estábamos bajo la misma lupa, soñando con vivir y estar en Santiago, pero tuvimos que ver la revolución desde afuera, alejados en el tiempo y la geografía, a través de las pantallas de los móviles”, rememora el dramaturgo y director.

Gracias a una residencia de creación en la fábrica de creación de La Nauivanow, aquel grupo de chilenos en el exilio activó todos los mecanismos a su alcance para poder tener contacto con la revolución. Durante meses estuvieron recopilando relatos y testimonios de testigos directos, publicaciones periodísticas, fotografías y audios. Sus abastecedores eran amigos y familiares. Su duda, saber si podían convertirse en altavoces de una revolución lejana, si podían dar visibilidad a una crisis social a partir de vivencias ajenas.

“No mirábamos solo los diarios, donde lo que estaba sucediendo estaba contado por la derecha y por los medios críticos, sino que mezclamos la información oficial con chats y archivos personales. La obra es, como resultado, una gran historiografía de un momento concreto de nuestro país”, desarrolla Morán.

Cuando el autor inscribió el texto en la SGAE, solicitó autorización a cada persona a la que, afirma, robó sus palabras. Así lo hizo con una periodista que semana a semana, durante los cuatro meses que duraron las manifestaciones, fue realizando un recuento sintético. También con el activista que interpeló al presidente de la Cámara sobre el uso de gases lacrimógenos. La obra dramatúrgica es, como resultado, un documento de archivo autorizado por las voces que hablan.

Feminismo y metáfora

El estallido social de 2019 arrancó con la subida del precio del metro y consiguió aunar a 1.100.000 personas en la plaza pública. Fue una revolución sin líderes políticos. “No había caudillo que movilizara. De ahí que la obra se cuente desde la ciudadanía. Era una cosa espontánea, extraña, que mató la pandemia, primero, y el cansancio y el hastío, después”.

Como recoge Patricio Guzmán en su documental Mi país imaginario (2022), protagonizado por, entre otras, una fotógrafa, una estudiante, una chica en paro, una realizadora, una psicóloga, una jugadora de ajedrez, una líder mapuche, una politóloga y las autoras del cántico El violador eres tú, el papel de la mujer en este movimiento fue trascendental. Así lo recoge también Medium.

“La revuelta estalla con el estallido feminista, de ahí que hallamos incluido una escena hecha solo por actrices, donde suben al escenario a otra chica que reproduce un texto sobre el feminismo a partir de un trabajo de archivo que escucha a través de unos cascos”, concreta Morán.

Transcurridos más de cuatro, aquella propuesta colectiva se ha convertido en una metáfora de la realidad política de muchos países. En 2022 lo fue de Ecuador, en estos momentos, de Argentina o de la ola de protestas en todo el mundo por la guerra en Gaza. 

“La obra nunca ha ido a Chile. Está pensada desde la imposibilidad, desde la lejanía, así que los mecanismos que ocupa ahora son muy interesantes. Sentimos que no habla solo del estallido, sino de cómo imaginamos las cosas. La hiperrealidad de las imágenes nos aleja de las cosas, pero el archivo y el testimonio nos permite interrogar a esos materiales”, razona el dramaturgo.

El texto, de hecho, ha adquirido otros ribetes. Ahora se está utilizando como base para una tesis en Chile. Es una pieza de una gran porosidad. “Parte de un espacio documental, pero se desarma hacia espacios personales y melancólicos”, avanza Omar Morán.

Pateadores incansables de piedras

La obra culmina en la máxima utopia. Chile iba a celebrar un proceso constituyente que desembocaría en la invalidación de la promulgada en 1980 durante la dictadura militar y la aprobación en plebiscito de una nueva carta magna, “pero ese proceso fue caótico, la izquierda más radical se tomó el discurso oficial, con lo que la derecha arrasó, y vivimos un segundo proceso constituyente, de nuevo rechazado. Fue un fiasco dolorosísimo”. 

Los acontecimientos comprendidos entre 2019 y la actualidad han supuesto una modificación en la propuesta original. Al término de la obra, Teatro Apátrida se pregunta dónde está Chile en el momento presente. La inspiración para este punto y aparte es un álbum conceptual del grupo chileno Los Prisioneros que se titula Pateando piedras. La canción que da título al disco de estudio deriva de la letra del tema El baile de los que sobran, donde se habla de la desesperanza de los jóvenes de baja extracción social al terminar sus estudios de secundaria, abocados al paro y con escasas posibilidades de adquirir educación universitaria.

“Nos preguntamos por esos chavales que caminaban al borde del camino, sin ningún futuro, porque estamos donde estábamos”, lamenta el dramaturgo, quien completa explicando que al finalizar cada función se realiza un conversatorio con el público asistente para generar una reflexión conjunta sobre los procesos sociales actuales. 

En su faceta de director de escena, Morán se ha caracterizado por autores de obras delirantes y  verborreicas, como Rafael Spregelburd, Jean Cocteau y Bernard-Marie Koltès, pero a su llegada a España cambió su práctica escénica, que derivó hacia la performance, el activismo y el documento. 

En coincidencia con los 50 años del golpe de Pinochet en su país, el creador acaba de montar en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago un dispositivo escénico desarrollado a través de la selección de relatos históricos y afectivos vinculados a objetos íntimos de distintas personas, Los objetos de mi memoria. En 2025 tiene previsto estrenar en Canarias otra propuesta cocreada junto a gente de a pie. “Últimamente no he sentido la necesidad de montar ficciones. Estoy en las migraciones y los archivos”, se confiesa.

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