VALÈNCIA. A no ser que contemos con misteriosos poderes adivinatorios, ninguno de nosotros sabe a ciencia cierta qué nos depara el porvenir. Sin embargo, los responsables de Cinema Jove, tienen muy claro que a los actores Pablo Molinero y Greta Fernández les esperan días gloriosos en el mundo de la interpretación. Por ello, les han concedido el premio Un futuro de cine en la 33ª edición de este festival. Un galardón que, en anteriores años, fue otorgado a otras jóvenes promesas que ya se han transformado en figuras consagradas del sector, como Elena Anaya, Marta Etura, Carlos Areces, Leticia Dolera y Adrián Lastra.
Los dos flamantes premiados han trabajado recientemente en distintas plataformas digitales de pago y coinciden en reivindicar sus potencialidades. Así, Greta Fernández defiende que “los nuevos sistemas no opacan a las cadenas tradicionales, pero sí suponen más opciones, más puestos de trabajo y productos de mayor calidad”. “Nunca hubiese esperado que Netflix apostase por una cara nueva como la mía”, añade. Por su parte, Molinero resalta que los productos de plataformas como Movistar+ se encuentran “más cerca del cine que de la televisión tradicional”, pues cuentan con “una perspectiva cinematográfica y una libertad creativa más allá de las cuotas de audiencia. Responden a otra manera mucho más específica de consumir el audiovisual y se dirigen a un público más selectivo y menos generalista”.
En concreto, durante los últimos meses, Pablo Molinero (Castelló,1977) ha logrado el éxito de crítica y público gracias a su papel en la serie de Movistar+ La Peste, de Alberto Rodríguez y ambientada en la Sevilla del siglo XVI. Por su parte, recientemente Greta Fernández (Barcelona, 1995) ha rodado el filme Elisa y Marcela, dirigido por Isabel Coixet y producido por Netflix, que relata la historia real de dos maestras gallegas que contrajeron matrimonio en 1901 (haciéndose pasar una de ellas por un hombre) y fueron perseguidas por ello. A este respecto, Fernández apunta que se trata “de una oportunidad espectacular, pues es el primer papel en el que realmente puedo demostrar todo lo que tengo que aportar. Mi objetivo era reflejar ese amor de dos chicas que lo único que quieren es estar juntas.”. “Hasta ahora había hecho muchos papeles, pero muy pequeños, en los que no tenía tanto margen para jugar, tomar decisiones y abordar mis contradicciones”, resalta.
Antes de ser conocido por su papel en La peste, Molinero ya contaba con una consolidada trayectoria en las artes escénicas a través de la compañía de teatro físico loscorderos.sc, las iniciativas de teatro de calle Visitants y Pikor Teatro o la compañía Sol Picó (Premio Nacional de Danza 2016). De igual modo, también ha participado en proyectos de Comediants y La Fura dels Baus. En este sentido, el actor señala que “hoy en día a todos nos toca diversificar y siempre me he visto cómodo en televisión”. “Tengo ganas de experimentar y aprender en el mundo del audiovisual, que, al final, es otra forma de expresión”, destaca el castellonense.
Por su parte, Greta Fernández es una artista multidisciplinar que combina la interpretación con la fotografía. Hija del reconocido actor Eduard Fernández, debutó en el cine a los 13 años bajo la dirección de Cesc Gay en Ficción. Sus trabajos más recientes son La próxima piel, de Isaki Lacuesta, por la que fue nominada a mejor actriz secundaria en los Premios Gaudí 2017; No sé decir adiós, de Lino Escalera; Amar, de Esteban Crespo; y La enfermedad del domingo, de Ramón Salazar. Muy activa en las redes sociales, ha desarrollado en los últimos años su faceta como influencer, especialmente en Instagram. “La relación que mantengo con las redes sociales no tiene nada que ver con mi trabajo como actriz. Encontré en ellas una forma de ganar dinero. “Prefiero poner un post en Instagram a trabajar seis meses en Aquí no hay quien viva”, señala la artista. En ese sentido, asegura que tiene muy claro lo que quiere hacer o no en cine, mientras que en el universo 2.0 es “mucho más flexible, aunque también pongo ciertos límites”.
Preguntado por la situación laboral y económica que afecta a los profesionales del sector, Molinero señala que “hay una precariedad general a la que toca adaptarse. Si se saben utilizar, las series pueden crear una estructura laboral muy potente. El panorama podría estar mejor, pero hay que vivir con los tiempos que nos han tocado. No debemos parar de luchar, porque nunca sabes cuándo puede llegar tu oportunidad”.
En cuanto al reto que supone ponerse en la piel de personajes que habitaron hace más de un siglo, Greta Fernández subraya que “es necesario enfocar el trabajo desde una perspectiva muy diferente a los roles contemporáneos. Son distintos los ensayos, los decorados, el tipo de vestuario, las sensaciones que notas…Resulta más complicado hablar de ti. Además, hay expresiones, gestos y muletillas que no caben en esa época. Eso hace que, por ejemplo, resulte muy difícil improvisar”.
¿Apabulla trabajar con realizadores tan reputados como Alberto Rodríguez, en el caso de La peste, o Isabel Coixet, en Elisa y Marcela? “Yo he intentado no pensar demasiado en ello. Además, Alberto es muy accesible y se comunica muy bien”, apunta Molinero. Una opinión similar muestra Greta Fernández, quien señala cómo la directora catalana “te hace sentir muy segura y muy a gusto, no te produce vértigo colaborar con ella”.