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VALENCIA. El más famoso de los acuerdos tácitos en la era de la web 2.0, el de honrar a los muertos con buenas palabras desde el mismo instante en el que se certifica su deceso, promete convertirse en la primera gran lacra del siglo XXI y difuminar la frontera entre los buenos y los malos. Sin embargo, hay figuras que, en su extraordinaria grandeza, escapan a cualquier triquiñuela de ilusionismo social. David Bowie es una de ellas. La trascendencia histórica del británico y su poderoso legado artístico obliga, sin querer, a revisar cada uno de sus pasos y atesorar todos los recuerdos en un desesperado síndrome de Diógenes sentimental. Invita, en definitiva, a sentirse infausto como Marlon Brando. Para hacerlo con justicia, nadie mejor que músicos y protagonistas de la música en Valencia bajo el encanto de Bowie.
“Fue un shock, nunca había escuchado nada igual: tenía 13 años y era muy impresionable”. Así explica Remi Carreres su recuerdo original de Bowie cuando le escuchó por primera vez en Los 40 Principales a raíz de la edición de Starman. Carreres, hoy integrado en el brillante proyecto de Coleccionistas, es pieza fundamental de la música en Valencia desde hace más de 30 años con grupos como Glamour o Comité Cisne. El músico fue clave también en el homenaje de Valencia a David Bowie, el Bowie Tribute, hace más de un año ya en Jerusalem Club. “Es una figura única e insustituible, redefinió el papel de la música pop dándole un valor cultural añadido”, recuerda Carreres, que concluye que Bowie “no solo facturó verdaderas obras maestras en formato de canciones, también creó un universo diferente para sus jóvenes fans en el que la música y las artes tenían el papel más importante”.
Parte de esas artes, de esa pasión del británico por destacar las dos partes de su producto audiovisual, se materializa en las paredes de la sala Wah-Wah, uno de los templos de la música en directo en la ciudad. “El hecho de elegir la imagen de Bowie entre otros iconos de la música pop-rock se debe a nuestra pasión por su persona y por su extensa carrera, en la que ha dejado una gran cantidad de canciones que pasarán a la historia”, recuerda el gerente del local, Jose Casas. “Muchísima gente se fotografía junto a él, es sin duda el lugar favorito de nuestro público a la hora de registrar sus visitas a la sala”. Al tiempo que recuerda el concierto del tributo Boys, Casas no descarta rendirle un homenaje al músico: “sería un gran honor para nosotros despedirle desde nuestro escenario, intentaremos conseguir una gran banda”.
“Ha sido y será objeto de inspiración para cualquiera que se plantee tocar un instrumento y componer una canción, y todo ello por su capacidad para adaptarse y evolucionar”. Influyente, innovador, genio e inabarcable son los adjetivos elegidos por la banda de Valencia que probablemente coleccione la influencia más depurada del Thin White Duke, Ambros Chapel. El grupo, que en directo ha versionado Ziggy Stardust, Moonage Daydream (fusionada con su Recorder) y Cracked Actor, destaca ya en pasado que era “esa virtud que para ser vanguardista y al mismo tiempo no perder su estatus dentro del mainstream” lo que le convirtió en “una figura indispensable para entender la música del siglo XX y XXI”.
La influencia (más o menos) tangible de Valencia
A pesar de lo que dicta el insoportable ritual social postmortem, Remi Carreres tiene claro que “España es uno de los países que menos ha reflejado la influencia de Bowie”. El músico, además, revela una verdad sangrante por cercana y absurda: “Valencia ha sido más receptiva a los grupos que tenían a Bowie entre sus influencias que al propio Bowie”. “Nunca vino a tocar aquí, mientras que ha estado en ciudades como Zaragoza o San Sebastián”, explica Carreres, que recuerda: “incluso los fans de Bowie no éramos bien vistos por los que iban de rockeros auténticos en los 80”. Arantxa Iranzo, alterego de June’s Kaleidoscope y corte transversal de la escena joven de Valencia, no ha encontrado “una vasta influencia de Bowie en demasiadas bandas valencianas en la actualidad”, pero destaca “grupos newcomers pero con experiencia” como Lyann o los mismos Coleccionistas por el peso de Bowie en sus temas.
“Creo que la influencia de Bowie está en todas partes, incluso para gente que no se considere muy influenciada: su obra está presente en la cultura popular de manera transversal”. De esta manera, Monty Peiró (Gran Quivira, Femme Fractal) refleja la ascendencia del inglés: “puedes ver su influencia en la estética, en el sonido o, simplemente, en el hecho de que abriera puertas que ya nunca se han cerrado”. Juanma Pastor (Johnny B. Zero) reubica la influencia del músico de Brixton en el infinito: “Bowie ha supuesto mucho por el hecho de cómo asumir en la cultura popular la personalidad ambigua de un artista, desplazada de los cánones más arcaicos y masculinistas, y en esto todos estamos bajo su influencia, aquí y en cualquier otra parte del mundo”.
Bowie Tribute, el Bowie me del dELUXE o el sello Absolute Beginners; Valencia también tiene su dosis de influencia tangible. O Ambros Chapel. “Para nosotros ha sido siempre, y será, una influencia inconsciente a la hora de componer”, confiesan desde el núcleo del grupo: “dentro de nuestro repertorio hay muchos sonidos que demuestran su influencia, no de una forma clara, pero que reconoces fácilmente si te paras a escuchar”. La formación asegura que “en Valencia su influencia es notoria desde antes de los ochenta hasta ahora”. “Pon el ejemplo de un grupo pionero, innovador, y seguro que en algún momento se ha cruzado con Bowie”.
La valiosa discografía de David Bowie no tendría el mismo cariz de no ser por esa pátina de camaleón que se le confería y que respondía a una manifestación pura de sus inclinaciones (y estudios) hacia el mimo y el teatro vanguardista. “No tengo lealtad estilística, por eso la gente percibe que estoy cambiando todo el tiempo”, decía. Su inquietud artística también era voluble, y ahí su faceta como actor jugó un papel fundamental. “Para mí es un claro ejemplo de talento e inquietud musical”, afirma Manolo Tarancón, que comparte recuerdo con Pau Monteagudo, líder de los valencianos Uzzhuaïa: “mi primer recuerdo fue, como para muchos de mi generación, su personaje Jareth en Dentro Del Laberinto. “Quedarnos sólo con su música es perdernos el 50% de él”, reflexiona el también cantante de Pennyroyal Tea, “no se ha marchado alguien, se marchado algo que ha pisado el mismo mundo que el resto, pero que lo ha observado, analizado y experimentado como nadie”. “Escuchar su discografía es adentrarte, casi en su totalidad, en la historia de la música hasta más allá de esta década”, termina.
Bowie es un icono total de la cultura popular, y a las cintas en las que intervino hay que añadir las que ha inspirado. “Junto a otros grandes nombres de su época como Lou Reed, Freddy Mercury o David Gilmour, Bowie ha sido uno de los revolucionarios a quienes los artistas de hoy en día debemos tanto por enmoquetarnos un camino lleno de alternativas y libertad creativa”, explica Arantxa Iranzo, que recuerda que “Bowie no empezó a tener un verdadero impacto” sobre ella hasta C.R.A.Z.Y., película en la que el protagonista “se disfraza de él en la soledad de su habitación de adolescente cantando ‘Space Oddity’, soñando despierto”.
The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars (1972) cautivó a Monty Peiró, y “no sólo porque musicalmente es incuestionable y una patada a las convenciones y una oda a la libertad”. “Me encanta que se hagan discos tan serios con temas tan aparentemente poco serios: diversión, fantasía, locura, arañas y extraterrestres, pero elaborado con una perfección que valida todas y cada una de sus invenciones”, termina la cantante y bajista.
Tampoco escapó a su influjo Juanma Pastor, que reconoce en Bowie a una de sus “dos o tres influencias musicales más importantes” y apunta que, otra de ellas, John Lennon, tenía al propio Bowie como tal. La metainfluencia sólo está al alcance de los grandes. “Tenía unos 13 años y empezaba a tocar la guitarra, y no comprendía cómo un disco me podía gustar tanto con una sola escucha”, recuerda el músico mientras añade su siguiente adquisición, el Hunky Dory de Changes, Life On Mars y Song For Bob Dylan: “quemé los dos discos”.
Arantxa Iranzo coincide en la segunda referencia de Johnny B. Zero. “Hunky Dory contiene algunas de las canciones que más me marcaron cuando empecé a escribir música, especialmente Changes”, recuerda la compositora, que refleja con precisión la eternidad cíclica de un artista capaz de influir en la vida de cualquier ciudadano en cualquier instante histórico desde hace 40 años. “Time may change me, but I can’t trace time se convirtió en un mantra en mi historia personal desde aquel momento”, recuerda Iranzo, que le pone poesía al disco: “Bowie consigue que quieras creer más en ti mismo y salir fuera para unir constelaciones de sonidos nuevos que puedan guiarte”.
El Ziggy Stardust también es “una referencia” para Manolo Tarancón, pero el músico valenciano se decanta por la faceta de Bowie al otro lado de la pecera. “Puede que lo que más me guste es su mano como productor en el Transformer de Lou Reed”, confiesa, “para mí es una de las obras más grandes de todos los tiempos, y ese binomio Lou Reed-David Bowie lo hace de lo más interesante”. El propio Diego A. Manrique señalaba en su artículo ‘El golpe maestro de David Bowie’ (recogido en Jinetes En La Tormenta) el papel del músico en aquel disco, “amorosamente producido por David Bowie”.
“Me quedo con toda la década de los 70, pero creo que la trilogía que forman Station To Station, Low y Heroes irá alcanzando más reconocimiento con el paso del tiempo”. Remi Carreres ahonda en la parte menos iluminada de la década prodigiosa de David Bowie y coincide, casi coma por coma, con el análisis que hacen desde Ambros Chapel. “La etapa más clásica de los setenta es inmejorable, pero su etapa berlinesa, e incluso la de inicios de los ochenta, son de nuestras favoritas”, desgranan desde la banda; “son obras maestras”, apostillan tras añadir Scary Monsters (And Super Creeps) al trío de Carreres.
“Mi último recuerdo sobre Bowie fue hace un mes o así, cuando Pau Monteagudo me puso el vídeo de Blackstar y me voló la cabeza: sentí que no terminaba de entender ni la música ni la imagen, pero que no necesitaba hacerlo para tener los pelos de punta durante los diez minutos que dura”. La influencia polimórfica de David Bowie recuerda constantemente la amplitud infinita del buen uso de la palabra universal. Bowie ha dejado también su huella en el rock valenciano, y así lo reflejan las palabras de Monty Peiró. “Es uno de los que mejor representa el concepto de genio de nuestra época: polifacético, por encima de estilos y de épocas, autor de himnos atemporales y una influencia para casi cualquier persona que se dedique a esto, tanto en lo musical como en lo estético”.
“Si Stevie Ray Vaughan, Brian Eno o Trent Reznor (entre muchos otros) han colaborado con él y quedaron prendados de su personalidad, imagina hasta dónde puede haber llegado su influencia”. De esa premisa parte Pau Monteagudo para describir la interminable sombra del músico. “Bowie siempre ha sido el futuro, desde 1967 hasta el último día: hace insuficiente el significado de la palabra genio. En 100 años se hablará de él como alguien irrepetible e interminable, trascenderá al tiempo como lo han hecho Picasso, Da Vinci o Beethoven”. Monteagudo, que podría pasar por el personaje de la canción de Brian Jonestown Massacre ((David Bowie I Love You) Since I Was Six), reconoce que “sin él y su visión artística”, su forma de entender la música sería distinta, lo que entronca directamente con la influencia global de la que habla Manolo Tarancón: “ha sido ejemplo de eclecticismo, haciendo lo que quería cuando quería y como quería, y no sorprende ver cómo músicos y consumidores musicales de todos los palos lo respetan y homenajean”.
David Bowie se ha marchado días después de publicar un último disco, Blackstar, repleto de señales que sólo se empiezan a interpretar a la luz de los hechos. Lazarus y su “mira aquí arriba, estoy en peligro, no tengo nada que perder” es sólo una pieza más del rompecabezas infinito del británico, que ya manifestó en su día la irrealidad del concepto de travesía vital: todos estamos llegando y partiendo al mismo tiempo. Su nuevo destino depende es una incógnita existencial pero, como él mismo dijo también, seguro que no es aburrido.