Comerse un menú fuera de lo común resulta tan tentador como peligroso en una época, la navideña, tan ligada a la tradición. Aun así, puedes atreverte y probar con un menú distinto que rompa con la rutina de tus amigos, tu empresa o tu familia.
Es muy probable que todavía no hayas decidido el lugar donde celebrar alguno de los múltiples compromisos familiares, profesionales o sociales que se avecinan imparables como alud de nieve en el Himalaya. Puedes ir al bar de siempre, a tu restaurante de confianza, allí donde nunca fallas y sabes de antemano que triunfarás. También puede que ese lugar ya esté lleno y no acepte más reservas de grupos, porque seamos sinceros, si todavía no tienes mesa para el día 17, difícilmente la encontrarás en tu primera llamada. Incluso puede que este año te apetezca innovar, y les propongas a tus amigos del equipo de rugby una cena vegetariana, o a tus compañeras de yoga bikram un asado argentino. Posiblemente no son buenas ideas. Ahora bien, no hay que tenerle miedo a innovar y a sugerir algún plan diferente entre tanta carne al horno y gamba descongelada navideña. Por eso, aquí te ofrezco, algunas propuestas de menús alternativos a los tradicionales, que sirven para una cena de empresa de esas que pagan en salario emocional, o para una reunión de ami-enemigas del colegio. También para comer bien, por supuesto.
En la delgada línea roja entre el placer y el dolor se sitúa el picante extremo, y en un mexicano, todos esperamos un poquito de fuego. En Gave han confeccionado unos menús muy asequibles, donde cada cual se pone el picante al gusto (nada pica per se). Puedes quedarte con un petardo o puedes pedirte la mascletà entera, eso ya depende de la resistencia del paladar de cada cual. Mientras tanto: nachos, guacamole, cochinita pibil, alambre y un volcán de queso y carne. Abstenerse grupos a dieta y si os atrevéis a jugar con las salsas, la noche puede ser de pocamadre.
Mucho se ha hablado ya de Kukla, ese lugar maravilloso donde disfrutan tanto los vegetarianos como los omnívoros. Si vas con algún cuñado seguro que hace algún comentario sobre cenar humus, el falafel, el mundial de fútbol y te pide le traduzcas qué significa shakshuka. Paciencia, hasta el paladar más maltratado por el glutamato apreciará que ese humus y ese falafel, son de un nivel superior. Métele buena cosa de pan en todo lo “sucable”, y no dejes pasar el postre de queso llamado Knafeh y apellidado gloria bendita. Menús de grupo asequibles y copiosos.
No hay griego que no esté harto de que sus amigos españoles le digan eso de “joroña, que joroña”, no lo hagáis, parakaló. ¿Dónde puedes acudir cuando tienes una socia mentalidad tiburón y un socio apodado “el hierbas”? A un griego. En el Kuzina la puedes gozar con el cordero al horno o con una musaka, y todos tan contentos. Hay unos menús la mar -Egeo- de cárnicos, obligatorios a partir de 7 personas, que le arreglan la noche cualquiera. Griego es la opción ganadora entre grupos heterogéneos de oficinistas de Gran Vía y exmochileros que hicieron el Interrail, garantizado.
Año 1999, salías con 2000 pesetas y volvías con pasta en el bolsillo tras cenar un menú en el Pans y visitar algunos pubs de Cánovas, Xúquer o el Cedro. Ahora parece que el bocadillo se reserva para almorzar, pero un entrepan o entreblat, puede ser el preludio de una larga noche remember. Porque si el bocata es de pulled pork, de porchetta o lleva kimchi, no estamos hablando de almorzar. Hablamos de la opción navideña que ha preparado Entreblat, entrantes molones, bocata gourmet, la noche es joven, la vida ye-yé. Por cierto, un briconsejo, eviten acudir vestidos de comerciales de Tecnocasa a la cena navideña, gracias.
La semana pasada fue nombrado restorán de la semana, ya que mola poder llamar y decir “ciérrame el local para mí”. Luego ya si quieres montar una fiesta tipo las de Freddy Mercury o estilo reunión de vecinos de urbanización de Gandía, allá tú. Pero Jaume te prepara raudo y veloz un menú con croquetas de gorgonzola, costillares al horno de vapor, unas setas de temporada y tarta de manzana. Luego puedes seguir allí con sesión de karaoke, timba de póquer y tertulia literaria. O dejar al pobre cocinero descansar y pasarte por el Jimmy Glass, el Immortal o el Unic, dependiendo de los gustos musicales del público asistente al festival. Atzucac, todo para ti, directo al corazón…
No falla, la pizza es como una ducha con agua caliente en el frío invierno, como un cachorro de labrador, como València a las revistas internacionales, siempre gusta. Bueno, pues te vas a Il Rosso, os pilláis el menú básico, y entre pizzas, pasta fresca rellena y antipastos, seguro que todos los amigos del club de pádel acaban felices y contentos. Cenar Italiano es el comodín del público, y si además está bueno, todos acaban contando la anécdota de “cuando hablaba español me entendían en Cerdeña, cacho”. Si eres de los que tiene pavor a compartir su plato, no vayas, todos van a querer catar un trozo de tu pizza o robarte un raviolo.
¿Tu jefe tenía un depósito de gas enorme escondido en Galapagar, acciones de empresas militares y se ha forrado? Pues sugiérele algo salvaje. Si en SLVJ, la cosa no es para todos los bolsillos, pero la experiencia se comentará en las todas y cada una de las cenas de empresa futuras, por los siglos de los siglos, amén. Es posible que no recuerdes muy bien si era Lamb shank o el Ichigo & Cream lo que te comiste subido sobre la silla en plan boda de la Ribera Baixa. Si tienes cartera alegre y “no mires pel”, para hacerse un “tot per l’aire” esta opción es la más recomendada entre instagramers, futbolistas del filial y empresarios recién divorciados.