VALÈNCIA. El Palau de la Música está amortiguando el enésimo sismo de los últimos años, la dimisión de Rafael Sanz-Espert, director de la Banda Municipal hasta el pasado jueves, repudiado por la formación, que llegó a pedir formalmente su cese a la concejala de Cultura, Gloria Tello, y al alcalde de València, Joan Ribó. Ni la Banda ni el Ayuntamiento han querido valorar el hecho, si bien dan por zanjado el conflicto. Ahora se abre un nuevo proceso, el de la búsqueda, en un primer momento, de una dirección interina a través de una comisión de servicios y, en más tarde, en una plaza que se convocará como una oposición más.
La semana pasada también hubo una reunión de la plantilla del Palau, y si bien no se ha concretado, ha trascendido que puede haberse planteado una posible jornada de huelga por parte de la Orquesta de València. Así que, sin haber expolsado el polvo del seísmo de la semana pasada, el Palau se prepara para que esta semana no haya otro. Y aunque, en sentido literal, los cimientos del Palau se van reformando a buen ritmo, en el figurado, la relación con la plantilla, en todas sus secciones, se sigue resintiendo por la acumulación de esos terremotos mediáticos.
Fue en julio la penúltima vez que se puso la plantilla en pie ante la concejalía de Cultura y la dirección del Palau. Tello, en la última reunión para últimar las bases del proceso de estabilización de 22 plazas en el Organismo Autónomo Municipal del Palau de la Música, decidió frenar el proceso, algo que la plantilla entendió como un “ruptura total”. Solo faltaba la firma de Tello, y todos los informes solicitados, según fue publicando este diario, avalaban el acuerdo alcanzado. Sin embargo, Cultura insiste en que las condiciones serán las mismas que el resto del funcionariado del Consistorio, a pesar de ser estas 22 plazas las de un OAM.
Esto ocurrió en julio, encendió a la plantilla, y desde la publicación de que el criterio de Tello contradice los informes, nada se ha avanzado, nada se ha deshecho. Este asunto podría provocar serios problemas con el personal, ya que los procesos de estabilización iniciados este año, gracias a la Ley Iceta, se han leído como el momento de la gran transformación del empleo público, y muchas de las plantillas están haciendo un gran esfuerzo porque así sea en sus lugares de trabajo. Las plazas que están en juego son un total de 22. Entre ellas, algún puesto musical y varios técnicos de sala. La parte administrativa sería una minoría de estas.
La ruptura definitiva de la Banda Municipal con su director, Rafael Sanz-Espert, se ha dado a raíz de un profundo conflicto que la formación ha mantenido también con el Ayuntamiento en materia laboral. El consistorio decidió “reorganizar” al personal y propuso incorporar a la Banda dentro del organigrama del OAM del Palau de la Música, cuando estos eran personal funcionarial del Ayuntamiento.
La Banda Municipal se negó, argumentando que los planes del Ayuntamiento acabarían "desmantelando" la formación y que sus derechos laborales se verían mermados. Tello, por su parte, defendió a capa y espada el proceso porque "sus razones son fruto del desconocimiento”, haciendo referencia a que sus derechos no se verían mermados. La Banda se movilizó con varias protestas y paros, y si bien el Ayuntamiento sigue sin haber admitido que no es la mejor opción, en marzo decidieron “paralizar” el proceso porque “nunca quieren estar en contra de la Banda”; así que hasta la finalización de las obras del Palau y también el final de los procesos de estabilización, han dejado el proceso en stand-by.
En todo caso, la Banda sigue desconfiando del Ayuntamiento, y sobre todo, de su hasta hace días director. A los pocos días del anuncio de la congelación, la formación emitió un comunicado en el que acusaba a Sanz-Espert de "no saber trabajar en equipo, no mantiener una correcta comunicación con los integrantes de la misma y no mantiener un proyecto musical y de gestión a la altura de las necesidades del colectivo y de una ciudad como València”.
Más recientemente, también la Banda acusó al Ayuntamiento de ser el causante de las cancelaciones de varias actuaciones de la banda. Los sindicatos entendieron que la falta de bolsas de empleo es causa de la "desidia y descoordinación” de Cultura, y de la falta sistémica de personal. Tello, por su parte, se defendió explicando que se trató “de tres bajas sobrevenidas por motivos de salud de tres músicos” que, a tres días de la celebración del concierto, “eran imposibles de cubrir”. Los sindicatos, de paso, apuntalaron al director, recordando que "el director no aparece por el local de ensayos desde la celebración del Certamen de Bandas en el mes de julio”.
Y la Orquesta, al igual que otras fuentes internas del Palau, apuntan a cierta preocupación, ya no por cuestiones puntuales, sino por el deterioro de la imagen de la institución, que se ha profundizado con el cierre del edificio y el debilitamiento de la relación entre el Ayuntamiento y la plantilla. Se cuestionan cómo va a salir el Palau de esta serie de sucesos y polémicas, y cuánto prestigio ganado se está quedando por el camino.
El Palau de la Música es, ahora mismo, con todos sus frentes abiertos, una olla a presión. Ni siquiera el buen avance de las obras parece poder salvar una situación más que sensible: que la plantilla esté en pie de guerra y desconfíe de sus gestores. Esta semana se puede abrir (o no) un nuevo capítulo.