en la fábrica de hielo

Fallas para no falleros: un congreso exprés para descongelar estereotipos

17/03/2017 - 

VALÈNCIA. Reunidos en la Fábrica de Hielo, hito marinero, garante del frío en la vieja València portuaria, cinco personalidades ejemplo de vidas falleras distintas acuden a la cita para hablar largo y tendido. Son: la artista fallera Anna Ruiz (junto a Giovanni Nardin, creadores de la falla infantil municipal de este año); la fallera mayor de València en 2016, Alicia Moreno (sus padres, de Cuenca y Ciudad Real, la hicieron fallera desde que tenía un año, como ejercicio de integración); el director del Museu Faller, Gil-Manuel Hernández (de niño hacía fallas de plastilina); la presidenta de la falla Borull-Socors, Pepa Gómez (atraída por la cultura fallera de barrio casi al nacer) y Joan Quirós, especialista en lettering y coautor del cartel de Fallas 2017 (junto a su hermano hacía fallas en el salón con muñecos de dinosaurios y el día de la cremà la derribaban).

¿Para ser fallero hay que pertenecer a una falla? 

—Gil-Manuel Hernández: Una de las cosas que deberíamos preguntarnos es por qué hay tantos miles de ex falleros, por qué hay tantos que han sido de una falla pero se han ido, porqué hay tantos amantes de las Fallas que no quieren ser de una falla. A veces las comisiones no tienen en cuenta otras actitudes que sin ser hostiles no tienen formas convencionales. Cada vez surgen más maneras de ser fallero sin ser de una falla.

—Pepa Gómez: Quien no está en un casal es porque no conoce lo que es un casal y quien se va es porque conoce lo que es estar en un casal. Al final son comunidades sociales de personas. ¿Tienen mucho peso los casales? Sí, pero también son la manera más democrática de hacer llegar la voz de todos.

—Alicia Moreno: No creo que la gente se vaya de los casales. Solo que fuera de las comisiones hay gente que también trabaja por las Fallas, de otra manera.

Joan Quirós: Siempre he sido introvertido y nunca he tenido ganas de formar parte de una comisión. Las he vivido como ciudadano.


—Anna Ruiz: Nunca he formado parte de un casal porque tampoco por mi carácter formo parte de ese entorno, pero siempre me ha gustado esa transformación de la calle, ese comboi muy loco de festividad.

Definid el momento en el que se encuentran las Fallas.


—Alicia Moreno: En un momento de abrirse, en todo, en casal, en proyección internacional...

—Anna Ruiz: Más bien creo que están en un periodo de cambio donde no se acaba de definir la transformación. En cuanto al monumento sigue esa frontera entre las fallas convencionales y las que son un poco diferentes, sin armonía entre ellas.


—Pepa Gómez: Estamos en un momento de intento de cambio. Hay que ver si esos cambios son gestos o de verdad. Es el momento de ser más exigentes que nunca porque ser Patrimonio de la Humanidad no es una meta, es una responsabilidad. Por eso es momento de debatir, ver si ha llegado el momento del Congreso Fallero, ser valientes. En muchos aspectos nos hemos acostumbrado a vivir en el confort.

—Gil-Manuel Hernández: La expresión es esa, perder el miedo. Las Fallas son muy recelosas al cambio, quieren proteger mucho lo que han conquistado, que no es poca cosa. Pero tienen que cambiar porque las propuestas diferentes ya han llegado: modelos distintos de sociabilidad festiva, la consecuencia con las nuevas tecnologías, nuevos modelos... Y las fallas tendrán que decidir si quieren gobernarse solas. Creo que ya están maduras para autogobernarse y autofinanciarse.

—Anna Ruiz: Desde luego si es una autogestión no debe alejar más a los que están fuera de las comisiones.

—Gil-Manuel Hernández: Pienso que los falleros ya están maduros para autogobernarse, el colectivo ha dado sobradas muestras de organizarse por sí mismo. Talento y gente preparada la hay.

Un estereotipo se debate con fuerza estos meses: el rol secundario de las mujeres en las Fallas.


—Alicia Moreno: Estoy completamente en contra de esa opinión.

—Pepa Gómez: Es una cuestión de números, ha sido un mundo de hombres en presidencias, asambleas... porque la sociedad ha sido o sigue siendo machista. Desgraciadamente todavía hay fallas que se resisten y que dicen que ni se plantean que las mujeres tomen las decisiones, que es pronto, que... Eso lo he escuchado.

—Anna Ruiz: Nunca me he cuestionado si soy una mujer a la hora de hacer las cosas.

—Alicia Moreno: Ésa es la clave, no cuestionarse si eres una mujer y puedes hacer esto o lo otro.

Pero el estereotipo no es sobre vuestra propia voluntad, sino sobre las voluntades del entorno fallero. 

—Alicia Moreno: Creo que la pregunta ya es una especie de machismo, porque está muy normalizado el papel de la mujer.


—Anna Ruiz: No está tan normalizado. La figura de la fallera mayor en un casal, ¿qué autoridad o voz tiene? O la fallera mayor de València, ¿por qué no hay un hombre? Son muchas cosas que siguen sin plantearse.

—Gil-Manuel Hernández: El cargo de fallera mayor tenía su razón de ser porque en su origen era una manera de darle visibilidad a las mujeres cuando no la tenían. Pero ese momento ya ha pasado. Pienso que uno de los elementos que más generan ese estereotipo son los propios medios de comunicación falleros, que re- piten una serie de tics que las presentan como si fueran menores de edad. «¿Cuál es tu color favorito?» Y se de- muestra que no es así.

—Alicia Moreno: Nunca lo he sentido siendo fallera mayor de València. A mí me han tratado como adulta que soy, he dado mi opinión sobre lo que me han preguntado, he hecho de embajadora ante la Unesco y no sólo ante la Unesco, en inglés y no sólo en inglés. No es sólo el papel de imagen que se cree sobre la fallera mayor y la Corte de Honor.

—Joan Quirós: Más allá del «senyor pirotècnic» desde fuera no llega mucho más sobre una fallera mayor...

—Alicia Moreno: Pero hay mucha gente seguidora de las falleras que sí sabe todo lo que hay detrás.

—Anna Ruiz: Sólo se puede seguir si estás dentro del mundo fallero, en las revistas, ¿pero al resto qué?

—Joan Quirós: Deberían comunicarse mucho más con los que no están dentro del mundo fallero, abrirse a ellos.

—Anna Ruiz: Desde fuera ves a la fallera mayor encorsetada en un protocolo, la ves fría, distante y mecánica.

A partir de la declaración de la Unesco, ¿va a cambiar alguna cosa?


—Anna Ruiz: En muchos aspectos soy reticente, no sé qué nos va a aportar. Puede que traigan un turismo que en principio parezca positivo pero que deteriore la esta, que la brecha sea mayor respecto a la población que no sabe qué hacer en Fallas. También temo que se privatice más. Espero equivocarme.

—Joan Quirós: Y el propio monumento ha de cambiar a mejor, dejar la sátira facilona, el papel tópico sobre la mujer. Y el carácter kitsch, ir más hacia las raíces.

 —Gil-Manuel Hernández: Existe un riesgo de gentrificación de la fiesta, pero la fórmula es verlo como una oportunidad para que venga turismo de calidad, recordar que la falla es una expresión artística exponencialmente universalizable. Y reivindicar lo que la Unesco considera buenas prácticas en las fallas: recuperar la sátira, la falla hecha por los falleros, la participación falleros-artista, la plantà al tomb, la mayor comunicación falleros-vecinos... y recordemos que la declaración no es irreversible, que cada cinco años se revisa.

Los carteles de Demano y Quirós muestran aspectos que conforman el valor de las Fallas. ¿Cuál es el elemento principal que creéis que las hacen verdadera- mente auténticas? 

—Anna Ruiz: Sin lugar a dudas, el monumento, pero en el contexto en el que ocurren. En cualquier otro lugar el monumento sería una instalación, en la ciudad es una falla.

—Pepa Gómez: La crítica. En todo lo que hacemos, cuando lo hacemos bien, está la crítica. La capacidad crítica que tenemos, la esencia de criticar año tras año y por la que hay que luchar para que no sea sólo un tópico. No podemos perder esa capacidad.

—Joan Quirós: Me quedo con la cultura de barrio, que un mecánico pueda tocar música, hacer teatro... el casal como elemento social. De adolescente he visitado muchos locales sociales y creo que el casal es parte de eso.

—Gil-Manuel Hernández: La capacidad de incomodar al poder, la falla para ser falla ha de ser in- cómoda, sino se transforma en una antifalla que es su propia negación. Generar alguna convulsión en la gente que va a visitarlas. Las fallas deben generar preguntas.

Noticias relacionadas