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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Fiebre vintage: qué nos pasa con el regreso pasado

6/11/2016 - 

VALENCIA. Axel Vervoordt es uno de los anticuarios e interioristas más influyentes de las últimas décadas, y sus propuestas marcan tendencia. Anualmente participa en TEFAF la Feria de arte y antigüedades más prestigiosa y reconocida del mundo, sin lugar a dudas. Este año, por primera vez, se ha celebrado también en una segunda sede: Nueva York. Pues bien, Vervoordt, ha sorprendido a propios y extraños con un impresionante stand recreando una gran estancia del siglo XIX aunque decorada con antigüedades de todas las épocas, elaborando composiciones que recuerdan a gabinetes o cámaras de curiosidades. Lo interesante es que, claramente, ha abandonado el concepto de corte más minimalista que era marca de la casa en sus decoraciones, a favor de una concentración decorativa sin rodeos.

 Propuesta de Axel Vervoordt en TEFAFF 2016

Quizás el minimalismo vive sus últimos estertores. No hablo tanto del arquitectónico, que creo que es un estilo que de alguna forma viene para quedarse mucho tiempo, como el decorativo. Parece que los espacios vacíos reclaman calidez en forma de arte, de evocaciones que reflejan filias o vivencias. Durante estos últimos años, a la par que el minimalismo va cediendo, ha devenido en familiar el término Vintage. Hace diez años había que explicar qué era, y ahora es difícil encontrar a alguien que lo desconozca, al menos en entornos de carácter urbano. 

El otro día escuché algo que me pareció curioso. El vinilo ya empieza a cotizarse más que el CD. Desde el punto de vista de la conservación, es más fiable que el disco digital. Pero existe una razón añadida: de forma usual escuchamos música en nuestros dispositivos móviles a través de las plataformas diseñadas para ello, pero existe un grupo creciente de usuarios que si en cierto momento apuestan por una escucha en un formato físico, prefieren hacer un pequeño viaje en el tiempo y poner un disco de vinilo en aquel aparato de brazo mecánico llamado tocadiscos, que meter un compact disc en una fría e impersonal disquetera que además, indefectiblemente, empieza a fallar con el tiempo. Añadamos también a esto aquellos que defienden el sonido del disco de vinilo frente al digital. Ahora unamos la imagen del disco girando en el viejo tocadiscos vintage con la de los cada vez más numerosos grupos de personas que se lanzan los fines de semana a bailar en céntricas plazas de la ciudad al ritmo de melodías de los años 30: Charleston, big bands jazz…

O las llamadas Tweed Rides: concentraciones de ciclistas vestidos a la moda de principios de siglo XX. Se vislumbra una necesidad de evocar el mundo real y salirse, aunque sea temporalmente, de la burbuja virtual en la que nos hemos metido sin darnos cuenta, resultando, paradójicamente, refrescante echar la vista al pasado.

Y es que uno ve un capítulo de Black mirror, la estupenda serie de Netfix sobre distopías en un mundo tecnológico, y le entran ganas irrefrenables de contemplar un cuadro, abrir un libro y olerlo y, en definitiva, reconectase de nuevo al mundo real, incluso a través de la evocación de épocas pasadas que hasta el momento que se habían visto con demasiados prejuicios. 

Paso muy a menudo por delante de lo que fue la Cervecería Madrid en la calle, junto al ábside de la iglesia de San Martín. Actualmente inmersa en la enésima reforma, me acordé de aquel trio de jazz con guitarra que actuó una tarde en el primer piso de aquel encantador local, cuando era un lugar con una atmosfera única, más allá incluso de Valencia, que hoy me parece increíble que haya desaparecido. Un espacio lleno de recovecos y cuyas paredes estaban plagadas de pinturas de Constante Gil (fallecido en 2009) con un encantador toque naif. En la época del diseño mal entendido, del minimalismo el local fue arrasado por la piqueta para hacer allí un pub de ambiente gélido e impersonal, que fue flor de un día, como no podía ser de otra forma. Hoy, con una mentalidad mucho más sensible que parece haberse asentado, habría sido un sacrilegio y no se habría permitido. Aquella ingenua y evocadora decoración, sería un valor en si mismo, un reclamo turístico por su autenticidad, un hecho diferenciador, lleno de tipicidad y el éxito estaría asegurado.

Vintage y retro

Es significativo que la celebérrima tienda sueca de muebles y decoración vaya abandonando ciertas líneas presididas por la rectitud de líneas minimales por otras más curvas, orgánicas, evocando el afamado diseño nórdico de los 50-60. Los muebles lacados en blanco infinito dan paso a otros en los que muestra la calidez de los materiales en su estado natural. La sinuosidad de las vetas y las irregularidades que marcan los nudos de la madera se resaltan como elementos estéticamente atractivos, cuando antes se ocultaban a la vista. Ha llegado lo retro.

Retro y Vintage hay dos términos que tienden a confundirse, lo que es normal, ya que sus contornos no son del todo claros. La moda de lo retro se apropia de la estética del pasado inmediato para crear un objeto completamente nuevo. Sin embargo, los llamado vintage sí que son objetos, que fueron diseñados y fabricados en la época a la que pertenece su estilo. Pero no cualquier objeto de un pasado cercano, sino que normalmente son diseños de importantes creadores o fabricantes, que se conservan en buen estado y que pueden llegar a tener  tiene un gran valor económico. El vintage, en definitiva, debe aportar algo interesante estéticamente y no ser simplemente un rescate de lo “viejo”. 

Llama la atención como las ferias y mercados de antigüedades de hoy en día están llenas de piezas llamadas vintage, aunque no siempre lo sean stricto sensu, cosa que hace un par de décadas era harto difícil encontrar por una sencilla razón: lo que es vintage hoy en día, por aquel entonces todavía no lo era. En aquellos momentos lo más cercano que podía considerarse como piezas del pasado era el último art decó y algunas piezas de calidad de los años 50, a lo sumo. La pregunta que surge es ¿qué es lo que pervivirá, de nuestra época? ¿qué es lo que en la actualidad será el Vintage del futuro?. 

Difícil respuesta tiene esta cuestión en un tiempo en que es harto difícil dar con una estética definida y propia. Se podría trazar una especie de senda plagada de hitos decorativos prácticamente desde la edad media. En el último siglo desde el estilo Alfonsino, Modernismo, Neorrenacimiento, Art Decó, racionalismo de los años 50, Pop de los años sesenta, incluso los 70 y el postmodernismo de los 80 tienen unos rasgos definidos. ¿Podemos vislumbrar cual es la estética de los 90 y 2000?, a mí me cuesta. ¿Podemos hacernos una idea de qué piezas de una época dominada por lo tecnológico tendrá a la venta un anticuario del 2050?. En definitiva, ¿qué piezas actuales serán el Vintage de dentro de cuarenta o cincuenta años?. 

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