Foto: María PardoVALÈNCIA. Emocionante de verdad. Fue un día memorable. Los cinco componentes de Gener recibían una sonora ovación del público allí presente. El grupo valenciano acababa de firmar otro bello concierto y nuestras caras de felicidad así lo reflejaban. En poco más de una hora que pasó como un suspiro, la formación interpretó, en riguroso orden, las canciones de esa joya hecha álbum que es Oh, Germanes! (Mesdemil, 2016).
Hasta aquí todo normal. Pero la cosa cambia, adquiere un significado especial, cuando la actuación ha tenido lugar en el Palau de la Genralitat. Las puertas abiertas de par en par -ocurre por estas festivas fechas desde 2015- para que la gente se cuele y conozca los entresijos de uno de los edificios más apasionantes de la ciudad. Salones, escaleras, techos, ventanales, escudos…cada rincón de esta construcción gótica del Siglo XV esconde tras de sí un tesoro. Antaño opaco e inexpugnable, el feudo del Gobierno de la Generalitat permite ahora su visita. Un lugar, por cierto, de todos. Y sí, ahora también entregado al rock.
Por estos días, además, desde el gabinete de Promoción Institucional de Presidencia se programan actividades en el imponente hall del Palau. Una programación que ha ido creciendo con el paso de los años. Desde villancicos a propuestas destinadas al público infantil, a la brillante obra del artista Vicente Carrasco que se descuelga (no se la pierdan) sobre las cabezas del visitante; también actuaciones musicales en directo, pero siempre en un formato más acústico y reducido. Pero llegó la hora, y nadie mejor que Gener para abanderar el momento en que el rock conquistaba el lugar.
De l’Horta de València a Nueva Orleans. Igual les tiene el Pep Jimeno “Botifarra” que Chuk Berry o Fleet Foxes, su sonido bebe sin complejos del Mediterráneo y del Pacífico, del Turia y del Mississippi. Gener son la nueva esperanza del rock valenciano; ése grupo que debería conseguir trascender nuestras fronteras si la justicia poética hace bien su trabajo. Una genialidad que en directo toma un cariz góspel de la mano de una banda prodigiosa y compacta y, oh, la voz de un Carles Chiner en cuyo interior vive un negro; una misa pop que el conseller Vicent Marzà pudo aplaudir en primera fila. Nos cuentan que estaba por allí reunido y dejo claro el recado: “avisadme cuando toquen Gener que bajo”. Responsables de cultura que disfrutan de la cultura, les parecerá una obviedad pero, créanme, no lo es.
El centro del València bullía a esas horas de la tarde. San Vicente, las plazas de La Reina y de La Virgen presentaban un aspecto formidable. Y yo, como la ciudad, eufórico, feliz, henchido. Algo importante había pasado: El rock había tomado el Palau de la Generalitat.
