VALÈNCIA. ¿Cómo es el duelo para una niña de ocho años que pierde a un familiar muy cercano? Este es el punto de partida de Hamila, la última propuesta de la compañía La República del Lápiz, que desde hace dos años ofrece al público infantil y juvenil una serie de piezas teatrales con una mirada pedagógica capaz de afrontar temas “adultos” desde la perspectiva de una persona de corta edad. Rashid y Gabriel, su anterior montaje, abordaba los prejuicios respecto al mundo árabe a partir de la historia de amistad de dos adolescentes. Ahora, con Hamila, la formación sostiene esa mirada a la diversidad mientras profundiza en cómo los niños son capaces de asimilar la muerte de un ser querido.
Desde este mismo mes de enero, Hamila se ensaya en el Teatre El Musical dentro del proyecto Graners de Creació, y el próximo día 30 vivirá ya su primera función con público para, si la pandemia lo permite, arrancar con una serie de funciones escolares en marzo. Un proyecto que comenzó a gestarse en noviembre y que ha contado con la ayuda de la concejalía de Acció Cultural del Ayuntamiento y el Institut Valencià de Cultura mediante sus líneas de ayuda para la producción de espectáculos. Los dos creadores de La República del Lápiz, Gabi Ochoa y Ferran Benavent, están detrás de la propuesta como productores, y el primero de ellos -programador de artes escénicas infantiles y juveniles en la temporada 20-21 de Sala Escalante- firma la dramaturgia y dirige una obra que juega con diferentes elementos escénicos. Los actores-manipuladores de la propuesta son Elisa Matallín y Juanma Picazo, la escenografía ha sido realizada por Pablo Català, los títeres por Cecilia Silva, el diseño gráfico es de Taca de Tinta y la música original es de Laura Miñarro y Eva Gómez.
La historia se centra en una niña cualquiera de un colegio cualquiera. Se llama Halima, pero todos la conocen como Hamila porque su profesora apuntó mal el nombre. Su mejor amiga es una niña oriental llamada Vero y acaba de perder a la persona que más quería en el mundo, su abuela. El problema es que Halima, o Hamila (su nombre es un error más de los muchos que configuran nuestras vidas), cree que su abuela vive ahora en su interior, junto a los recuerdos. “Ella no quiere que ese ser querido se convierta en una estrella, como dice el maestro de su clase”, señala Ochoa. “Esta es una historia contada para un público muy joven, a partir de seis años, que pretende acercarse a las preguntas más profundas del ser humano cuando las hacen los más pequeños. Es una invitación a conocer el universo de una niña que busca la manera de reencontrarse con su abuela”.