Su modelo de negocio nunca aparecería en los textos de Adam Smith. Y, por eso mismo, es tan necesario hoy. El valenciano Ricardo Sanfelíu y su socia, Diana Martín, son los creadores de Here We Are, un colectivo con una misión: hacer ‘match’ entre firmas de diseño y ONGs. ¿Su próximo objetivo? Recaudar fondos para salvar la Posidonia con los grandes del diseño mediterráneo, de Mariscal a Marset
VALÈNCIA. Dicen que la metamodernidad –esta nuestra era– se cimentará sobre la unión de ética y estética. Así lo transmiten sus pensadores, como la valenciana Marusela Granell, doctora en Bellas Artes. Su traducción en el lenguaje de las grandes corporaciones sería el salto del compromiso social y medioambiental del departamento de responsabilidad social corporativa al núcleo de la empresa; en las pequeñas firmas, en la construcción de las mismas con esa filosofía –de marcas veganas a marketplaces que donan parte de sus beneficios a una causa afín de forma permanente–; y esa conjunción de creación y contribución social puede convertirse en mucho más. Lo hará en los próximos años, a prueba de los llamados greenwashing o purplewashing. Será así porque quedan pocas alternativas, siempre sin perder de vista el presente debate sobre la apropiación de estas luchas desde el liberalismo económico. Al mismo tiempo, surgen proyectos que, de todo lo anterior, sacan lo mejor. “No está mal diseñar y producir, hay gente que no sabemos hacer otra cosa, pero si lo hacemos, al menos, que sea de la mejor manera. De hecho, es muchísimo más creativo”, así piensa Ricardo Sanfelíu, un valenciano que conforma la mitad de Here We Are, un colectivo de creativos que, de manera altruista, trabaja por unir marcas con iniciativas sociales o medioambientales mediante el diseño. El otro 50% de esta fuerza idealista es Diana Martín y su último proyecto tiene un objetivo muy concreto: visibilizar el problema medioambiental que afecta a la Posidonia.
“Sabíamos que podía funcionar porque muchas marcas están en un momento reflexivo. El consumidor les demanda responsabilidad social o medioambiental y muchas no saben muy bien cómo hacerlo”
Estos dos jóvenes han reunido a las principales casas de diseño y parte del who is who de diseñadores independientes de Barcelona, donde ambos residen actualmente, para crear una colección de doce piezas para su proyecto Design for Posidonia. Marset, BD Barcelona, Mariscal, Mobles 114, Santa & Cole o Nani Marquina han “vestido de verde” algunas de sus piezas más emblemáticas. Éstas podrán verse del 4 al 6 de noviembre en Espai2, en la Sala Àngels de Barcelona, a lo que le seguirá una venta privada y una subasta online. Todos los fondos recaudados se destinarán para ayudar a la ONG GOB Mallorca a desarrollar acciones políticas de denuncia y conciencia ambiental para ciudadanos y turistas durante el verano de 2020. “Una manera fácil de explicar la labor del GOB es que si has disfrutado alguna vez de un paisaje paradisíaco de las Islas Baleares, no lo podrías haber hecho sin su empeño por la preservación del conjunto de islas desde 1973. Una de sus prioridades era la Posidonia, así que ‘Here We Are’”, comparten Diana y Ricardo, que se vieron especialmente conmovidos al conocer que esta planta marina es la especie más longeva de la biosfera, pero que, al crecer lentamente, su población se ha visto disminuida por amenazas como el fondeo de anclas de yates, las aguas poco purificadas, el cambio climático y su consiguiente aumento de la temperatura del mar; las nuevas construcciones en la línea de costa, el arrastre, el turismo incontrolado o el vertido de aguas fecales y residuales.
Hasta aquí, tanto Ricardo como Diana han llegado después de pasar por grandes empresas de moda y publicidad. O, mejor dicho, mientras siguen en ellas. “Nos volcamos en Here We Are en paralelo a nuestros proyectos profesionales. Después de todo este tiempo trabajando con ciertos clientes con los que no compartíamos valores, y observando la evolución del consumo, decidimos crear Here We Are. Suponía una vía para usar nuestra creatividad como herramienta para el cambio. Nos gusta nuestro pasado, sin él no hubiéramos llegado a este presente. Y sin él, no conoceríamos todas las herramientas y estrategias para mover un mensaje difícil de calar. A día de hoy, y de manera no demasiado pensada, nuestros clientes son marcas conscientes con los que nos sentimos muy a gusto”. Pero, como dicen, no tenían referentes nacionales ni internacionales. Y bien es sabido que ser el primero cuesta el doble, aunque su propósito no va tanto de reconocerse como pioneros, sino de que su idea se contagie. Así lo expresan: “La fórmula de proyecto salió de manera muy intuitiva. Necesitábamos ONGs para atacar de manera profesional y en campo iniciativas que nos preocupaban y, por otro lado, marcas que den la visibilidad y sirvan de escaparate para esas asociaciones. Sabíamos que podía funcionar porque muchas firmas están en un momento reflexivo. El consumidor les demanda responsabilidad social o medioambiental, y muchas no saben muy bien cómo hacerlo. De momento no hemos visto nada parecido, pero nos encantaría. Ojalá se convierta en un modelo de negocio”.
“Nos costó muchísimo encontrar una primera ONG que nos entendiera. Recordamos llamar a, por lo menos, cuarenta. Confundían diseño con hacer productos para vender en un mercadillo solidario”
Antes que su plan de salvar la Posidonia a través del diseño, hubo dos colaboraciones más. “Yo –dice Ricardo– soy más sensible a temas sociales y Diana es más medioambiental y animalista. Sin embargo, lo que realmente nos sensibiliza y nos hace esforzarnos es que la acción tenga sentido. Que el resultado, por un lado, sea algo de largo recorrido y, por otro, que en el camino, sensibilice a quien lo vea”. Aunque hoy celebran el inminente lanzamiento del que, posiblemente, sea su proyecto más ambicioso hasta la fecha, los comienzos no fueron fáciles. “Al contrario, fueron duros. Por mucho que en nuestra cabeza fuera idílico, la gente necesita ver un ejemplo, un primer feedback, una web real, un Instagram con followers… Nos costó muchísimo encontrar una primera ONG que nos entendiera. Recordamos llamar a, por lo menos, cuarenta. Confundían diseño con hacer productos para vender en un mercadillo solidario. Finalmente, la ONG Bassari Africa, capitaneada por arquitectas, nos entendió y apoyó. Lo más fácil, aunque parezca raro, fue encontrar la marca, Gimaguas, que entró de lleno en el proyecto en cuanto se lo presentamos. Y así creamos nuestra primera colaboración, Gimaguas + Bassari Africa. En un mes estábamos en Senegal haciendo dibujos con las niñas de la ONG para crear unos bolsos que se han llegado a vender en Voo Store Berlin. Con el 100% del beneficio obtenido por la venta de los bolsos (10.032€) se está construyendo ahora mismo un taller de batik que estará acabado en enero, en el que trabajarán las madres de esas niñas, un colectivo de mujeres artesanas en Dindefelo, Senegal”, relatan satisfechos. A esta primera acción, se sumó una segunda, una unión de B1B2B3 (Associació Discapacitat Visual Catalunya) y la firma Curated by. ¿El resultado? Una camiseta de algodón con un bordado en braille.
En cada proyecto, la familia Here We Are crece. Según la naturaleza de cada idea, se suma una nueva red de colaboradores, de manera que se configura ese colectivo idealista que tanto Diana como Ricardo imaginaron. “A nosotros, se unen las marcas y ONGs, la gente que colabora económicamente con las causas y los creativos profesionales que nos ayudan en cada colaboración. Por ejemplo en esta última, Design for Posidonia, la identidad gráfica es del estudio Córdova Canillas, la fotografía de Jara Varela, la comunicación digital de la agencia Cédratt, la prensa de la agencia Stefania Roth, las cesiones de espacios de Top studios, además de Espai2 de Galería Angels o el restaurante Il Giardinetto. Para nosotros esto es clave y lo valoramos increíblemente. La acción podría haber costado más de 30.000 euros y se ha reducido a los gastos inevitables, como furgonetas e impresiones. Es muy bonito ver cómo expertos profesionales, juntos, podemos crear algo grande sin necesidad del dinero, solo usando como moneda de cambio nuestras ideas, trabajo y medios”. Y, así, lo que, quizás, hace unos años parecía una utopía es una realidad. El suyo es un mensaje esperanzador y, sobre todo, generoso: “Ojalá esto se aplique en todas las ramas creativas: arquitectura, diseño, moda… Creemos que el arte tiene un poder tremendo para comunicar, así que, al tener un componente ético detrás, no solo conseguirá emocionarnos, sino también implicarnos en una buena causa”.