ALICANTE. La banda andaluza Full cuelga las botas después de una década sobre los escenarios. Javier Valencia, vocalista y compositor del grupo, se corta la coleta y, con él, el resto del equipo. Así lo transmitieron a sus seguidores en un comunicado en redes sociales. El parón se debe, según explica el cantante al diario Culturplaza, a una necesidad de coger aire y reflexionar. Y es que la pandemia lo cambió todo, tanto en el sector como a nivel personal. Ese ímpetu o fuego que debieran sentir se ha ido relajando, así que ahora recorren España en una gira de despedida que han titulado Desconexión y que tiene dos citas en Alicante, la primera este sábado en La Estación Mahou. Después, el 4 de febrero, en la sala Stereo, donde el grupo al completo le dirá adiós al público alicantino. Un día antes irán también a València, el 3 de febrero, pero la gira pasará por otras ciudades como Córdoba, Madrid o Granada, para terminar finalmente en Sevilla, su casa, donde encontrarán de nuevo la paz.
— ¿Por qué colgáis las botas? ¿Es definitivo? ¿Qué buscáis con este parón?
— Necesitamos un poco de oxígeno y claridad en nuestro día a día. Después de la pandemia, todo ha mutado. Nosotros siempre hemos estado en movimiento, incluso durante las restricciones, pero cuando hemos vuelto al ruedo en la calle hemos visto que no teníamos el fuego que debíamos tener dentro. En este caso, es mejor parar y ver de qué forma se pueden hacer mejor las cosas. Necesitamos tiempo para saber si tiene que haber un futuro. Es más que necesario. Es natural descansar y replantear.
Incluso en fases de composición y grabación de discos, nosotros siempre hemos seguido tocando y dando conciertos. No hemos parado. Eso no sé si ha sido para bien o para mal, pero nosotros no queríamos parar, hiciéramos los kilómetros que hiciéramos. Ahora lo que necesitamos es un descanso. No podemos decir de forma rotunda que esto se ha acabado. Nunca se puede decir “de esta agua no beberé”, pero ahora lo que tenemos que hacer es parar porque es eso lo que nos pide el presente. No existe una verdad absoluta en la vida y siempre puede pasar cualquier cosa en el futuro.
— ¿La pandemia os llevó a centraros en otras facetas profesionales particulares?
— La vida pasa. Hemos tenido dos años muy extraños. Todo lo que habíamos construido se ha visto sometido, porque la pandemia ha hecho que temblasen los cimientos de la sociedad. A todos nos ha pegado un golpe duro. Los ritmos han cambiado y no solo ha sido así en nuestra propia dinámica, sino que vemos una situación musical muy diferente a la que había antes.
A nosotros nos gusta hacer las cosas de la forma más honesta posible. Nos tiramos a la carretera a hacer música, que es lo que nos une, pero nos hemos encontrado una situación cambiada. No sentimos las cosas de la misma forma. Esa combinación de factores ha hecho que el saco nos pese demasiado y nos haga falta un parón.
— ¿Qué es lo que ha cambiado en el sector?
— Cuando empezamos, el movimiento indie se empezaba a gestar. Estuvimos ahí cuando todo estaba floreciendo en festivales y demás. Vivimos una situación que en España pocas veces se había vivido. Eso nos daba un alimento y ahora no lo tenemos del todo. Para que la música te lo de todo, tú tienes que dárselo todo a la música también. En ese trueque, vemos cómo todo cambia y es normal. Las cosas, por naturaleza, cambian. Hay modas.
"Jamás quisimos sonar como una banda indie, pero al parecer es donde más hemos encajado"
El inde es una moda. Nosotros jamás quisimos sonar como una banda indie, pero al parecer es donde más hemos encajado. Resultó que ese concepto nos ayudó a ser más conocidos, pero creemos que nuestras canciones ya no se sienten igual porque hay otro tipo de ‘oído musical’. Por eso creemos que es el momento de respirar; se ha hecho mucho eso que Full venía ofreciendo. Sin generalizar, España tira ahora hacia otro tipo de mercado. Son muchas cosas las que no acompañan, empezando por uno mismo.
— Si no os sentís indie, que es donde habéis estado funcionando, ¿hay otra etiqueta en la que encajéis?
— Siempre tendemos a ponerle etiquetas a todo. Es la forma en que funciona el cerebro. Para tenerlo todo controlado, hay que poner cada cosa en su sitio con su etiqueta. Pero, en el caso de Full, a cada persona le suena de una manera. Nosotros lo que decimos es que somos una banda de canciones y que cada uno nos filtre como quiera. Los que han profundizado en Full saben que cada canción es de su padre y de su madre. Hay doscientas influencias. Colocar una etiqueta es un error.
"Nos parece estupendo que nos pongan en la etiqueta indie, pero no es un estilo ni es un género, sino un movimiento o una moda"
Nos parece estupendo que nos pongan en la etiqueta del indie, pero no es un estilo ni un género, sino un movimiento o una moda. Ha sido como la movida madrileña. Aquello no fue un estilo musical sino una moda que transformó estética y musicalmente a la sociedad. Empezó y terminó, como todas las modas. Entonces, es bastante injusto ponerle una etiqueta musical a eso. La música que nosotros hacemos son canciones que aguanten el espacio/tiempo por mucho tiempo que pase.
— ¿Crees que ya ha terminado el indie?
— Tal y como se originó, yo creo sí ha terminado. Como he dicho antes, yo creo que las cosas cambian por naturaleza. En esto pasa lo mismo. Si nos ponemos a hablar de lo indie, hay que remontarse a otras bandas anteriores a la nuestra. Por ejemplo, El Hombre Burbuja, una banda pionera. En los 90 ya había bandas que hacían esto y son los padres del indie. No hemos inventado nada, sino que hemos seguido la evolución. Han ido entrando influencias. Lo de ahora está muy lejos de aquello, pero es normal, ha ido mutando desde el principio.
Se ha producido, yo creo, por la fuerza que han ido cogiendo las playlist. Antes la gente escuchaba un disco entero y veía el concepto de lo que expresaban. Cosas más concretas. En el momento en el que escoge solo las canciones que le gustan en una playlist, donde hay doscientos estilos diferentes, se pierda esa fuerza del concepto. Esa vorágine de influencias acelera los cambios, pero, vamos, que no son cambios nuevos. Siempre han existido. La música heavy viene de la música clásica y cambió mucho hasta llegar a eso. Así es la historia.
— ¿Esos cambios son los que os han quitado la ilusión?
— No, tampoco. En realidad, esta decisión parte de lo personal. Después de asimilarlo partiendo desde un punto de vista honesto, sí quisimos meditar también qué era lo que íbamos a dejar de aportar o qué pensábamos que era necesario. Fueron muchos factores los que se han ido sumando. Full siempre ha estado muy por encima de lo que a la gente le guste porque sino no habríamos hecho las canciones que hemos hecho. Cualquier persona que tenga masticadas nuestras canciones sabe perfectamente de lo que le hablo.
— ¿Cómo os habéis sentido durante todo este tiempo? ¿Os da vértigo ahora la despedida?
— No hay miedo, pero sí es cierto que ya no va a estar esa sustancia que generaba nuestro cerebro cuando nos poníamos delante de tanta gente. Por supuesto que lo vamos a echar de menos, pero esto es como una relación. Claro que lo vamos a echar de menos, pero hay que parar porque sino el resultado es peor. Es decir, que esa sustancia que nos gusta, quizá se va a adulterar y eso sería peor. Incluso puede que nunca más vaya a salir si la seguimos forzando. Por amor a esa sensación, por querer protegerla, hay que parar.
— La gira Desconexión alude a esa ‘desconexión’ que vais a ejecutar con el gran público, pero ¿vais a mantener alguna actividad con la que seguir manteniendo el contacto con vuestros seguidores?
— Las redes van a seguir ahí. Nuestras canciones van a seguir ahí. Nosotros no saldremos a dar conciertos, pero la música permanece. No sabemos hasta qué punto entraremos en la labor musical, pero no vamos a cerrar esto como si nunca hubiese existido. Es bueno mantener una conexión. Hemos generado muchas conexiones y eso es mucho más importante de lo que pensamos. Tiene que estar ahí y, si alguna vez queremos hacer algún guiño, ahí estaremos.
— Capadocia, publicado en 2018, es vuestro último trabajo discográfico, con el que estáis recorriendo España a modo de despedida. Es uno de vuestros trabajos más enérgicos y profundos. ¿Previsteis en 2018 este final?
— No, ni de lejos. Ha sido un efecto dominó lo que nos ha llevado hasta aquí. Estamos muy orgullosos del disco que hicimos, pero no imaginábamos que pudiera ser el último. A nivel personal, creo que es el mejor de todos, fruto de la autoexigencia y de querer hacer bien las cosas. A partir de ahí, lo que opine la gente ya nos da igual. Yo he sacado lo mejor de mí en este disco y a partir de ahí yo soy feliz cantando mis canciones y volando libre.
Después se fueron sumando otras cosas. Lo de ahora, es otro grado más de honestidad. ¿Estoy preparado para sacar otro disco de esta forma profunda, tal y como entendemos nosotros las canciones? Desde mi perspectiva de trabajo, pienso que no sería honesto decir que sí. Cuando se publicó Capadocia sí, pero todo eso ímpetu se ha ido relajando.
— ¿Qué emociones plasmasteis en este disco en ese momento?
— Todas las canciones tienen un punto autobiográfico y después se aderezan con lo que te rodea en la vida de la gente que conoces. Queremos que nuestras canciones te pinchen un poquito dentro y se claven en esos sitios que tenemos escondidos. Que hagan sentir cosas. Parten de un punto de profundidad y reflexión, de un punto filosófico que siempre hemos tenido. El primer single de Full se titulaba Quiénes somos realmente, o sea que no podíamos partir de un punto existencialista más claro.
Siempre hemos tenido esa profundidad y, en Capadocia, hablando de esas ciudades subterráneas, iba a ser menos. Todos tenemos diferentes capas internas. En cada capa hay una o varias historias, como en el disco. En Derinkuyu, ciudad subterránea por excelencia y que da nombre a una de las canciones, cada nivel subterráneo de esa ciudad es una historia. La metáfora es una forma de atravesar todas nuestras capas hasta llegar a nuestro interior.