ALICANTE. Jorge Soler es director del Museo de Bellas Artes Gravina, dependiente de la Diputación de Alicante, desde septiembre de 2020. En el segundo año de pandemia, la sala cumplía 20 años. Abrió sus puertas en el año 2001 y, desde entonces, muchos han sido los discursos expositivos que ha ido configurando. Ahora, Soler se ha propuesto recuperar la idea de mostrar una visión completa de todos los fondos propios del museo, desde el siglo XVI en adelante. Para ello, están ejecutando una remodelación de su planta principal. Quiere poner en valor los orígenes de la colección y el edificio en el que se encuentra. “En el Mubag hay continente y contenido”, sentencia. El segundo objetivo es potenciar su actividad a nivel nacional e internacional con exposiciones de gran relevancia. Quizá, incluso, como sede provisional del Museo Thyssen en Alicante. Para ello, ha iniciado una reorganización interna que parece dar sus frutos, ya que han duplicado visitantes.
— ¿Cuál es el principal cambio que ha incorporado a la gestión del museo en este año y medio que lleva como director?
— Nos hemos especializado. Hemos dejado de trabajar todos en todo y ahora hay una especialización. No son departamentos, porque con una sola persona por cada responsabilidad no se puede hacer eso, pero sí especializarse. Siempre falta personal en una institución, pero no era una cuestión de falta de personal sino de organización. Nos hemos organizado de manera que nos enfocamos hacia fuera y hacia dentro del museo. La estructura se divide fundamentalmente en Exposiciones y Difusión, por un lado, y Conservación, por otro.
Los museos tienen actividades enfocadas hacia el público, hacia fuera, pero también otras que están enfocadas a su propia colección, hacia dentro. Hechos como la gestión de las donaciones o depósitos intervienen en la colección, en lo interno, mientras que las muestras temporales son una buena forma de expandir el museo hacia afuera. Aquí el equipo es estupendo y la maquinaria funciona. Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer.
— Uno de los principales objetivos de esta especialización para expandir el museo hacia afuera es la internacionalización ¿Cómo lo pensáis lograr?
— Primero teníamos que contar con un medio para alcanzar esa internacionalización, para ubicar al museo en el mapa. La marca Mubag es muy conocida a nivel provincial, pero había que potenciarlo. En ese sentido, hacer la revista Cuadernos del Mubag, con textos en inglés y con su edición digital, nos permite que el resto de los museos de Europa conozcan nuestras actividades. Eso nos ayuda a que, si entramos en contacto con alguna entidad para solicitar algún préstamo o para gestionar algún tipo de actuación, sepan quiénes somos.
En esta primera revista que acaba de salir en diciembre era muy importante que hubiera una memoria de actividades. Mucha gente no sabe lo que se hace en un museo. Saben que hay obras que están medianamente bien expuestas y que son atractivas, pero para eso hay toda una labor cotidiana. Incluso a nosotros, toda esa labor, prácticamente se nos olvida al empezar el siguiente proyecto. Por eso tenemos que hacer este recordatorio de nuestra actividad, que va generando nuestro propio know how. Así, cuando alguien propone algo o cuando nosotros proponemos algo, eso ayuda a demostrar que lo sabemos hacer o identificar mejor qué es lo que nos interesa. En este sentido, traer una exposición con Renoir y Sorolla también era muy interesante para revitalizar el museo y ponerlo en un sitio adecuado.
— ¿Se van a incrementar este tipo de exposiciones con autores de repercusión internacional?
— Sí. Estamos contactando con museo europeos de esa índole para conseguir muestras de carácter internacional próximamente. Esa línea de exposiciones que hemos iniciado es una voluntad clara de la vicepresidenta de la Diputación de Alicante, Julia Parra, para posicionarse a nivel nacional e internacional. Esto es un punto de arranque y hay que hacer un esfuerzo, pero hay todo un respaldo.
— ¿Se va a potenciar además la labor de investigación en esta nueva publicación?
— Sí. En esta primera edición de diciembre hemos publicado la investigación desarrollada en nuestra última exposición temporal. La idea es recoger, además, parte de la información que hemos preparado en catálogos. Este año hemos hecho catálogos de la exposición sobre Didier Petit de Meurville y Emilio Varela. Hemos hecho una labor de investigación muy interesante desde el equipo del museo y todo ello está también publicado en inglés. También queríamos dedicarle un artículo a Vicenta Pastor, que trabajaba en la Diputación de Alicante.
La revista irá cogiendo su propia andadura y sus propios rasgos. La estrategia es arrancar nuevas iniciativas y que vayan circulando. Como, por ejemplo, otra cosa que me parece muy interesante, que es La ventana del arte. Una forma de poner en valor a figuras clave del panorama alicantino de los años 80 a los 2000, cuya obra está presente en la colección de la Diputación de Alicante. Lo inauguró María Chana y estamos trabajando en la próxima edición de este ciclo. La estrategia es implementar el museo en la ciudad y la provincia. Abrirlo a la calle, también desde las redes sociales, que es otra de las especializaciones que hemos iniciado. Todo eso consigue que la actividad se conozca.
— ¿Cómo cierra el segundo año de pandemia el Mubag?
— Pues hemos pasado de 18.029 visitantes en 2020 a 56.856 en 2021. Las cifras antes de la pandemia rondaban los 25.000, así que en este momento hemos duplicado las visitas que se registraban con anterioridad. La gente tenía muchas ganas de salir a la calle y ver cosas, pero es cierto que, con la nueva organización y el equipo del museo, también se han conseguido más acciones hacia la calle. Ha habido un trabajo para poner el Mubag en el conocimiento público, que es el primer encargo que me hicieron. Esa era la idea.
— ¿Qué otros objetivos se habían marcado?
— Lo primero que debía hacer era recuperar el edificio. No recuperarlo por estar roto, sino ponerlo en valor porque, como estrategia comunicativa, el edificio es muy importante. Por ejemplo, una de nuestras preocupaciones ha sido recuperar la luz natural volviendo a abrir las ventanas, que estaban cegadas por placas de yeso. El objetivo es conjugar mejor el edificio con todos los montajes que se puedan hacer dentro.
— Es historiador, especialista en el Neolítico, pero dirige un museo de Bellas Artes. Gran parte de su trayectoria transcurre en el museo arqueológico, sobre todo como responsable de Exposiciones y Difusión. ¿Es porque ese es precisamente el reto del Mubag? ¿Reorganizar el espacio y potenciar los montajes?
— Yo he trabajado treinta años en museos y de lo que sé es de museos. Estoy aquí como gestor. Sé trabajar la museografía, que es lo que he trabajado siempre. No es que se haya establecido un reto en concreto. Los museos tienen un continente y un contenido. Si el lugar no merece la pena, pues nada, pero si tienes un palacio del siglo XVIII, hay que decirlo, porque eso es absolutamente fantástico. En el Mubag hay continente y contenido.
En el año 1997 empezaron las obras del Mubag y se inauguró en 2001 con el nombre de Museo de Bellas Artes Gravina, porque esa fue la marca que se eligió al encontrarse en la calle Gravina, pero este fue el palacio del Conde de Lumiares. Es un Bien de Interés Cultural y uno de los pocos edificios del siglo XVIII que sigue en pie en Alicante. No se trata de hacer nada nuevo, sino de contarlo e insistir más.
— El edificio ya experimentó una remodelación hace menos de dos años con el cambio en la climatización y nuevos espacios ¿Va a cambiar el espacio expositivo?
— Sí, estamos remodelando el espacio expositivo porque hasta ahora se exponían obras del siglo XIX en adelante, pero vamos a mostrar obras desde el siglo XVI. Queremos cubrir todas las etapas de los fondos que disponemos en nuestra colección y que están guardadas. En estos momentos tenemos un espacio reservado a las vanguardias del siglo XX y otro al arte figurativo del XX, con los premios que otorgaba la Diputación de Alicante. Por otro lado, tenemos un espacio reservado al siglo XIX y otro para Emilio Varela. Sin embargo, hemos recuperado la idea primigenia del museo de mostrar todas las etapas de sus fondos. Por lo tanto, se van a incrementar el número de obras que se van a poner a disposición del público.
— ¿Hay sitio para todo o habrá que guardar obras que ahora están expuestas?
— Hay espacio para mostrarlo todo con otra organización. Lo primero que había que hacer es elaborar un proyecto museográfico y, a partir de ahí, estamos construyendo una nueva exposición permanente con otro concepto. En la planta baja vamos a hablar del siglo XX, vamos a poner a Emilio Varela en un ámbito exclusivo para él y vamos a dinamizar las actividades paralelas en esa planta. En la primera planta, donde se mostraba el siglo XIX, es donde estamos actuando para reformar la exposición permanente, que hemos ampliado.
Partimos de la tabla de Rodrigo de Osona, del siglo XVI, hasta los cuadros de tránsito al XX. Se recuperan fondos de los almacenes y se crea un nuevo discurso expositivo. La idea es abordar incluso el siglo XIX desde otra perspectiva. Las temáticas serán mujer y familia, modernidad, retrato en sociedad, retrato íntimo, Puerto de Alicante y viajes.
— ¿En qué consiste ese nuevo concepto? ¿Necesitaba actualizarse?
— No le pasaba nada al museo. Simplemente que la exposición llevaba varios años sin renovarse y ahora se ha hecho. Hay que ir moviendo el contenido: reestructurando y reorganizando. Hay cosas que echas de menos porque son importantes. En mi caso, me llamaba la atención que no se pudiera ver en el museo un cuadro de algún pintor de Alicante que tiene calle. Recientemente se ha rescatado a autores como Joaquín Agrasot o Vicente Rodes, y esa línea era magnífica, pero se centraba en el siglo XIX. Por otro lado, en la exposición del siglo XIX yo echaba de menos algunos cuadros que conocía de otros montajes y que no estaban a la vista.
Pero es que la etapa anterior a mi mandato han sido treinta años y en todos esos años se ha podido ver ya todo. Un museo es un diálogo constante entre el presente y el pasado. Hay que ir moviendo y renovando. En el presente estamos quienes interpretamos la historia y en el pasado están quienes la hicieron. Tenemos una manera distinta de ver la historia y quizá después de la pandemia haya otra forma de ver las cosas.
— ¿Sobre ese nuevo concepto del Mubag puede ahondar más?
— En este caso, tratándose de un edificio que en su época estaba en primera línea de costa y teniendo en cuenta los inicios artísticos en el Consulado del Mar, pues nos hemos preocupado de recuperar esa parte primigenia. Pero no es algo que haya hecho yo. Es algo que viene de una dinámica larga y proyectada. Había una preocupación enormemente elogiosa de la etapa anterior que era recuperar la etapa del Consulado del Mar como imagen previa de lo que es hoy en día la actuación del Mubag. Todo eso no solo hay que mantenerlo sino potenciarlo.
Eso tiene que ver con el puerto y con la imagen de la ciudad. Y, luego, estamos abordando el siglo XIX hasta los años XX. Con Vicente Rodes y Didier Petit de Meurville recuperamos imágenes de Alicante, hasta 1840. También nos interesa mucho el ámbito femenino y la familia, y todas esas temáticas citadas. Muy pronto lo daremos a conocer con más detalle.