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Juan José Millás vuelve con 'Desde la sombra', una novela sobre quienes no encuentran su sitio

El valenciano aborda esta vez, desde la ficción y con cierto sentido del humor, el drama de todos aquellas víctimas de la alienación que habitan un mundo en el que no saben integrarse

23/05/2016 - 

VALENCIA. Damián Lobo tiene cuarenta y tres años y acaba de perder su empleo como responsable de mantenimiento. Ahora no tiene mucho que hacer, tampoco a nadie que le espere en casa. Su madre murió y su padre vive con su hermana mayor, que fue adoptada en China después de que sus progenitores -a quienes les había dicho que no podrían tener hijos- viesen un terrible documental en el que se mostraban las condiciones de vida en los orfanatos chinos, a rebosar por culpa de la política del hijo único. Tras la adopción nació él, de la misma sangre pero no deseado, y fue relegado a un segundo plano lejano, hasta tal punto que llegó a sentirse más querido por la asistenta china que había sido contratada para que su hermana tuviese un referente étnico, que por su familia misma. Paradójicamente, su hermana nunca tuvo ningún problema de adaptación, nunca se sintió una extraña. Pero él sí. Él nunca fue precisamente profeta en su tierra. 

De aquella época sin embargo sí se llevó algo consigo: su fijación obsesiva por las mujeres asiáticas -heredada de los episodios incestuosos que vivió por obra y gracia de su hermana, obsesionada a su vez con su pene, que según ella decía, tenía alma- y su adicción a un programa de entrevistas que se emitía en directo únicamente en su cabeza y en el que el protagonista siempre era él. El director de este producto televisivo, Sergio O'Kane, era su alter ego. De unos cuarenta y cinco años, blanco, metro ochenta, delgado aunque con el abdomen ligeramente abultado, siempre vestido con trajes oscuros, camisa blanca, y corbatas extravagantes que sujetaba con un pasador de oro: O'Kane podía ser producto de su imaginación, pero no era una idea difusa. Su imagen era tan nítida como la de Iñaki Gabilondo, también muy presente en sus pensamientos.

El programa de O'Kane le servía a Damián para hablar consigo mismo y aliviar un poco la soledad. Era mucho mejor ser entrevistado en un supuesto prime time que estar siempre inmerso en un interminable y aburrido monólogo; mejor hablar con uno mismo desdoblándose en un otro yo interesante y seductor que contentarse con lo mismo de siempre. Este diálogo televisivo también le ayudaba a superar situaciones de estrés, como aquella en la que se convierte el hurto de un pisacorbatas en el mercadillo benéfico de un centro comercial y su posterior huida tras ser descubierto. Una travesura que acaba desarrollándose de un modo inesperado, con Damián Lobo escondido durante horas dentro de enorme armario que por suerte o por desgracia, es adquirido con él dentro y transportado hasta su nuevo hogar -el de Damián y el del armario- sin que nadie se dé cuenta de que en sus entrañas va un polizón.

Con estos hechos arranca Desde la sombra, la nueva novela del periodista valenciano Juan José Millás, una extraña e inquietante aventura, millasiana sin lugar a dudas, en la que somos testigos de la transformación que experimenta un ser humano quien confinado por accidente en un armario ajeno y aislado de su entorno, se reencuentra consigo mismo y con algo parecido a la felicidad, e incluso con una nueva familia de la que formar parte, aunque sea en la categoría de daimon doméstico. La vida en el armario llega a ser para nuestro protagonista mucho más acogedora que su día a día como familia unipersonal en paro. En la oscuridad de su nueva guarida se olvida de revisar el teléfono móvil para comprobar si está averiado ante la aplastante ausencia de llamadas y se entrega a otros menesteres mucho más prácticos. 


Dice Millás que la vida, cada vez más, “escupe hacia los márgenes a quienes no se integran”, a esa gente sin grupo, a los rezagados o periféricos a la manada. Desde la sombra es una incursión en ese mapa de soledades, una ficción construida sobre los cimientos de un drama muy real que afecta a un sinfín de personas en esta sociedad que ya no vive con los abuelos y a la que estorba el compromiso, una sociedad que quién sabe si por contar con más canales para la comunicación que nunca, llega a ser una tremenda cacofonía que ahoga las voces de los menos adaptados. Lo peor es que los menos adaptados pueden ser los más bondadosos, porque según Millás, la bondad aleja. “En ninguna empresa te cogen por ser buena persona”. En algunas puede que busquen, de hecho, lo contrario. 

Si Damián Lobo le sirve al autor para ilustrar la alienación del siglo XXI, la familia a la que observa es un perfecto caso de normalidad enferma -muy típica también de nuestros días-: “La familia operaba, en fin, con arreglo a unas pautas perfectamente establecidas, y aunque sus miembros apenas discutían, tampoco realizaban manifestaciones de afecto. Ausente el amor, funcionaba entre ellos una especie de pacto implícito de convivencia, como si, en vez de un hogar, se encontraran en la sala de espera de una estación, donde cada uno esperaba partir tarde o temprano hacia un destino diferente”. Ni más ni menos. En las tinieblas del armario, Damián recibe todo tipo de revelaciones: Lejos de ser un hikikomori enfadado y apático, Damián se vuelve un buda, un iluminado en la sombra.

“Para escribir -y para leer- hace falta cierto desajuste con el mundo”, asegura Millás. Fruto de ese desajuste, de esa manera de juzgar la vida, nace esta historia con una lectura polivalente: por un lado está el misterio, la intriga, el ansia por conocer el desenlace. Por otro lado está la lectura política, la metáfora, la crítica y el dedo que señala, porque como bien apunta el autor, “cuando miramos a otro a quien observamos en realidad es a nosotros mismos”. El nuevo libro de Millás es además de un libro, el ojo de una cerradura, una ventana a nuestras miserias. Nuestro protagonista no es nadie, peor que eso, es alguien a quien la alienación ha transformado en un insecto kafkiano: “Se había convertido [...] en una especie de araña que desde una esquina a la que nadie prestaba atención controlaba, protegida por la tela, los movimientos del universo”.

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