VALÈNCIA. ¿Puede una comedia escrita hace 2.436 años tener alguna conexión con la actualidad? En el 414 a.C., el autor griego Aristófanes escribió Las aves, la historia de dos atenienses adinerados que, hartos de la ingerencia pública en sus asuntos particulares, deciden abandonar el mundo de los humanos y convencer a las aves para crear una nueva civilización. Dos milenios y medio después, la compañía barcelonesa La Calòrica, conocida por sus ácidas reflexiones sociopolíticas a través del humor, ha querido revisitar el texto de Aristófanes y hablar sobre la instrumentalización de los problemas del pueblo para alcanzar los objetivos individuales, un argumento que, sorprendentemente, continúa tan vigente como entonces debido al populismo neoliberal y su auge imparable en la esfera internacional.
Para Joan Yago (dramaturgia) e Israel Solá (dirección), “vivimos una crisis democrática sin precedentes y queremos reflexionar sobre su origen: la Antigua Grecia”. Así surgió Els ocells, que ellos mismos definen como “un cabaret político en el que desfilan temas como la corrupción o los mecanismos de manipulación de masas”, y que se alzó con el Premio TeatreBarcelona 2019 al mejor espectáculo de pequeño formato. Los próximos días 19 y 20 de febrero (19:30 horas), Els ocells llegará al Teatre El Musical con sus dos primeras representaciones en València, quince meses después de que La Calòrica visitara el espacio del Cabanyal-Canyamelar con otro montaje repleto de sátira y mala leche, Fairfly.
Els ocells presenta a dos personajes deseosos de vivir una vida cómoda, relajada y libre de impuestos. Como en su contexto humano les resulta imposible, se les ocurre disuadir a todas las aves del mundo para fundar una nueva sociedad en la que ellos puedan hacer todo lo que les plazca. Antes, sin embargo, tendrán que convencer a las masas. “Nos preguntamos qué hemos hecho para detener al populismo, hasta qué punto somos impermeables a sus eslóganes y si queda algo realmente democrático en las democracias occidentales”, explican sus responsables, que definen su espectáculo como “una comedia donde el humor más negro y absurdo se pone al servicio del discurso más político, y que dinamita cualquier eje de coordenadas que pueda intentar usar el espectador para clasificarla”.