VALÈNCIA. Hace cinco años, un grupo de vecinos de Benimaclet se propuso rehabilitar una antigua alquería que había quedado abandonada y convertirla en un enclave en el que realizar actividades culturales. Nacía así la Escuela Meme, en la que, desde entonces, se han ido desarrollando de forma puntual distintas propuestas artísticas. Con la llegada del presente curso, los responsables del enclave decidieron dar un paso más y lanzaron la Universitat de Barri Autogestionada (UBA) un ambicioso proyecto colaborativo que busca experimentar con nuevas formas de pedagogía y plantea la horizontalidad en el aprendizaje como alternativa frente a las rígidas relaciones que tradicionalmente se han mantenido entre docentes y pupilos. Para ello, desde el pasado 1 de octubre, ofrecen talleres que abarcan todo tipo de disciplinas: desde grabado y estampado hasta fotografía, técnicas audiovisuales para niños, introducción al guión cinematográfico o poesía. Además, la programación de la UBA alberga iniciativas como Espacio Ruido, una plataforma de expresión a través del arte contemporáneo dirigida a adolescentes.
Francisco Tarín es uno de los responsables de la Escuela y el encargado de su taller de teatro. Según explica, la Meme se erige como “un lugar abierto a todos los vecinos y multicultural. Ojalá hubiera uno así en cada barrio”. En ese sentido, destaca que el centro no solamente está integrado por individuos, sino también por distintas asociaciones “que pueden utilizar las instalaciones”, por lo que ejerce como un núcleo de dinamización para la ciudad. La horizontalidad implica para Tarín la posibilidad de “involucrarse más con el espacio e incluso animarte a plantear tú tus propios proyectos y animarte a llevarlos a cabo”.
“Creemos firmemente que hay otras formas de enseñar diferentes a las de las instituciones más regladas, en las que se impone que algo es como es simplemente porque lo dice el profesor”, defiende. De esta manera, la pedagogía que predica la Meme pasa por cuestionar los conocimientos establecidos e investigar con otros enfoques, con otras miradas. “Se puede aprender de un alumno. En mi caso, cuando más he aprendido de mi oficio ha sido enseñándolo”. La programación que conforma este curso en la UBA incluye habilidades tan antiguas y arrinconadas por los actuales ritmos de vida como la confección de complementos con esparto, una técnica que muy pocas manos dominan hoy por hoy. “Ya no queda casi ningún sitio donde puedas aprender sobre ello. No hay una oferta de este tipo de artesanía en los centros privados convencionales”, reivindica Tarín.
Con el proceso de matriculación todavía en marcha (la mayoría de actividades arrancarán a lo largo de esta semana), ¿quiénes son los potenciales alumnos de la UBA? “Nuestras puertas están abiertas a cualquier público, no importan sus conocimientos previos ni sus habilidades. Hay talleres con menores de edad y otros con personas de más de 80 años”, explica Tarín. Eso sí, participar en las distintas actividades pasa por hacerse previamente socio de la Escuela Meme, cuyas cuotas mensuales van a parar al mantenimiento de la alquería. Además, cada taller presenta un precio distinto en función de sus especificidades. “Los alumnos se convierten así en una pieza fundamental del centro. No es simplemente venir y apuntarse a unas clases, sino formar parte de algo mucho más grande, implicarse, dar su opinión y participar en nuestras asambleas”, explica.
Ana Peixet lidera un taller centrado en cianotipias, fotografía estenopeica, revelado de negativos en blanco y negro y revelado de negativos a color. En su opinión, el papel fundamental de la UBA es ejercer como “un punto dónde conocer gente, aprender sobre cualquier cosa e inyectar vida al barrio”. Tal y como explica, sus clases se estructuran “en base a lo más básico de cada tema. Por ejemplo; en el caso de las cianotipias explicamos cuál es la diferencia entre un material foto sensible y otro que no, cómo hacer la mezcla con los químicos, y los diferentes procesos experimentales (como pueden ser el fijado y lavado con café o té negro, el uso de pigmentos naturales para cambiar el color o los distintos soportes que se pueden utilizar)”. “También incorporo referencias históricas como Anna Atkins o Meghann Riepenhoff”. En el caso del taller de estenopeica, los asistentes aprenden a crear su propia cámara oscura, “y luego se la llevan a casa, si quieren”, y a revelar sus negativos y positivos.
Miembro del colectivo Catxirulo Lab, Lluc Mayol coordina el Grupo de Lectura sobre Pedagogías, y considera que proyectos como la UBA resultan relevantes ya que “hacen falta espacios donde se compartan información y conocimientos desde fórmulas no autoritarias, donde se pueden poner en marcha otras formas de aproximación al aprendizaje y otros roles en la enseñanza”. Para Mayol, resulta esencial que el proyecto se encuentre tan arraigado en el concepto de barrio, de vecindario, de grupo: “el anclaje al territorio es muy importante. necesitamos ese contacto cercano, que los participantes se conozcan y entiendan estos proyectos como una forma de construir la sociedad”. En su caso, la propuesta está dirigida a aquellos que entienden la pedagogía “como algo más allá del trato con los niños, sino que es algo que nos acompaña toda la vida, que genera relaciones y posiciones políticas”. Bajo esa premisa, se proponen artículos y otros textos de poca extensión y se organizan debates en torno a ellos. El debate filosófico se suma así al plano de la tertulia comunal, “incluso tenemos merienda”, bromea.
Por su parte, Teresa Mata es la impulsora del "laboratorio de costura", en el que se plantea explotar y explorar las posibilidades de la agujas, botones y tejidos. De esta manera, su proyecto busca “descubrir cómo está hecha la ropa que llevamos para poder rehacerla nosotros mismos”. también se estudia la reutilización de ropa que ya está confeccionada “para renovarla y adaptarla a cada cuerpo siguiendo el concepto de upcycling o supra-reciclaje”. La costura se convierte así en una forma de ganar en autosuficiencia “y no ser tan consumista". Además, de esa faceta de experimentación con el diseño, Mata plantea también algo tan terrenal como el ahorro: “puedes comprar prendas de segunda mano y modificarlas según tus necesidades”. “Es importante poder crear una red de personas comprometidas con el aprendizaje colaborativo. Cada taller de la UBA trata de un tema, pero todos tenemos en común esa voluntad de establecer un pensamiento crítico y cambiar la relación entre profesores y alumnos”, indica. Se trata, a fin de cuentas, de redescubrir el mundo desde una mirada más libre y desinhibida.