VALÈNCIA. La moda no solamente se acuerda de las flores en primavera o cuando llega el día de San Valentín, la relación entre ambas es una historia de amor larga y duradera que resiste el paso del tiempo y el cambio de las tendencias. Pintadas a mano, bordadas, estampadas o digitalizadas sobre las prendas, no hay temporada en la cual las flores no aparezcan de un modo u otro. Son un tema recurrente a lo largo de la historia de la moda. Las hay todas las variedades, colores, tamaños y formas. De los clásicos claveles de principios de siglo a las británicas de “estampado Liberty”, el buenrrollismo de las margaritas hippies, las amapolas de Kenzo o las sonrientes flores manga de Takashi Murakami para Louis Vuitton. También como complementos para el cabello donde han vivido un éxito rotundo en el mundo boda convertidas en coronas, tocados o remate para todo tipo de peinados.
Las flores se han asociado a conceptos como feminidad, elegancia y frescura y, aunque viven estrechamente unidas a las mujeres, hace tiempo que dejaron de ser una exclusiva en sus armarios para formar parte del vestuario de muchos hombres, en complementos como corbatas o pañuelos para los más discretos o en su versión maximalista firmadas, por ejemplo, por Givenchy.
A los diseñadores de moda les apasionan las flores, para salpicar con ellas sus creaciones y encontrar la inspiración. Christian Dior en sus comienzos bautizó varios de sus diseños con el nombre de las flores de su amado jardín de Granville y Roy Halston gastaba sumas indecentes de dinero en orquídeas blancas durante el apogeo de su carrera. Coco Chanel convirtió las camelias en un icono, no sólo identificativo de su firma Chanel, sino en un icono de estilo. Me viene a la mente una imagen floral e inolvidable, la de la modelo Laetitia Casta cubierta únicamente por rosas en el último desfile de Yves Saint Laurent, otro creador gran amante de las flores.
Ya en la actualidad, diseñadores como Dries Van Noten, Oscar de la Renta, Givenchy, Stella McCartney o Vivienne Westwood han utilizado la temática floral en sus colecciones y campañas publicitarias.
Las flores son una constante en el mundo de la moda y la afinidad entre ambos se hizo más grande y viral cuando en su début para la firma Dior en 2012, Raf Simons encargó al florista belga Mark Colle la decoración de su desfile. Celebrado en un hôtel particulier parisino, cubrió paredes y techo de cada habitación con una gruesa capa de flores de un color y tipo diferente según la estancia por la que iban desfilando las modelos. La “pared de flores” de Dior se viralizó gracias a las redes sociales y se convirtió en una tendencia en eventos de moda y bodas.
Las redes sociales y el auge de la floristería
Las redes sociales y los eventos de moda encienden de vez en cuando las tendencias florales. Las flores son las mismas pero la forma de combinarlas entre sí y de presentarlas están sujetas a los cambios de tendencias. En los últimos años, redes sociales como Pinterest o Instagram nos han cautivado mostrándonos el diseño de interiores, la puesta en escena de desfiles o la decoración de todo tipo de fiestas y celebraciones. Las flores están muy presentes en las redes sociales formando parte muchas veces de esa tendencia “cuqui” de cajas de madera, cestos de mimbre y banderines de colores. Las flores son un elemento decorativo fundamental en todo tipo de eventos más allá de los clásicos centros de mesa y ramos tradicionales. Hoy se apuesta por una forma más natural de presentarlas y por combinaciones alejadas de las más clásicas. Menos celofán y más papel reciclado, que parezca que han sido cortadas y mezcladas de una forma espontánea y casual.
Las flores siempre lucen bien, siempre son bonitas y eso las convierte en elementos muy fotogénicos capaces de captar la atención de milennials que, aunque aman el asfalto, fantasean con la idea bucólica de una vida de huerto ecológico y flores frescas en casa.
Todo esto ha contribuido a que el negocio de las flores viva en la actualidad un resurgir y renovación nunca antes visto. Después de los locales de zumos naturales de frutas y verduras o las pastelerías para celiacos, las floristerías se definen como el nuevo negocio de moda. Pero ojo, no vale cualquiera y las floristerías de toda la vida, como ya hicieran las cafeterías, se están adaptando a la nueva demanda con una imagen mucho más cuidada y con ideas más rompedoras.
La floristería se está convirtiendo en un negocio cada vez más fashion.
Floristerías de lujo y ramos online
Si las flores siempre han estado vinculadas al mundo de la moda, ¿por qué no darles el espacio que se merecen? Eso parece ser lo que pensaron en Loewe cuando renovaron su boutique insignia, Casa Loewe, en la madrileña calle Serrano incluyendo un espacio de floristería “Loewe Flores” que trabaja las flores con un gusto tan exclusivo y exquisito como con el que trata el resto de productos.
A su vez, algunas personas que proceden del mundo de la moda están creando negocios de floristería que han entrado en el mercado con servicios internacionales de tecnología avanzada, mientras que otros están apostando por opciones más tradicionales aunque cuidando al máximo su decoración y combinaciones florales. No solamente importa la flor, también es la experiencia de compra.
La venta de ramos online crece de forma imparable, Whitney Bromberg Hawkings, ex vicepresidente de prensa de Tom Ford , fundó Flowerbx en 2015, la primers firma internacional de flores que ya se ha ganado el apodo del “Uber de la venta de flores”.
En España también contamos con algunas empresas de venta online de flores, una de ellas y pionera en su sector es Floresfrescas. El aumento de conciencia visual de la floristería está renovando el concepto de comprar flores que se adapta a las nuevas tendencias y tecnologías.
València, tierra de las flores - y cada vez más -
València es la tierra de las flores, como dice la canción, y cada vez son más los establecimientos que justifican esta fama. Desde las floristerías de toda la vida en la Plaza del Ayuntamiento a las más clásicas y sofisticadas como Robi, Floristería Morris, La Tartana y Vitaflora y pequeños tesoros escondidos en algunos barrios como Adela&Co., La Bella Elisa o El Tilo de Sorní.