La Mutant rinde tributo a la figura del titiritero con ‘Un cuerpo sin talento’

VALÈNCIA. Cargado de trastos, arrastra un oficio milenario de pueblo en pueblo y de plaza en plaza, levantando y desmontando cada día retablos efímeros, sumando lentamente kilómetros de un viaje hacia ningún lugar. La compañía catalana Monte Isla, que en 2022 se propusieron meter un paisaje en un teatro con la propuesta ‘Donde empieza el bosque acaba el pueblo’, meten este próximo fin de semana en La Mutant todo lo que se pueda imaginar dentro de una furgoneta, dedicando esta nueva creación a la figura del titiritero.

El 7 de diciembre reflexionan sobre las condiciones existenciales del artista en ‘Un cuerpo sin talento’. El espectáculo parte del diagnóstico de un mundo cansado y saturado. La explosión visual a la que nos invitan recuerda a esos comensales hartos de los Monty Python. Detrás de la ilusión del teatro y el entretenimiento, acecha el fantasma del síndrome del desgaste profesional.

“Esta pieza también es una forma de hablar de la precariedad. No solo de la precariedad artística y laboral, que está presente, sino de la precariedad del cuerpo”, avanzan desde la formación.

Monte Isla son Andrea Pellejero y Adrià Girona. Un cuerpo sin talento es la primera ocasión en la que introducen la figura humana en sus espectáculos. El protagonista es un constructor obstinado de ficciones en un mundo que no las pide, un vendedor de humo en tiempos de aires acondicionados, un cuerpo invisible que carga sobre sus espaldas el peso simultaneo de la precariedad y la tradición.

“Preparaos para uno de los espectáculos más fecales que habéis visto. ‘Un cuerpo sin talento’ es un despliegue de humor indigesto y metáforas crueles sobre como sobreviven las artistas, vomitando confeti y bailando en un campo minado. El dolor de barriga y la defecación ofician como maestros de ceremonias en un juego de teatro dentro del teatro”, avanzan sus responsables.