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las dos caras de la moneda

La tecnología en mano humana como villano futurista

Los avances tecnológicos se alzan como la gran amenaza y filón de oro de las series de televisión. A pesar de mostrar su lado oscuro, es la mano humana la que mueve el motor hacia un futuro distópico

1/07/2017 - 

VALÈNCIA. Tirarse en el sofá a deslizar fotos en Tinder un día de especial soledad o que simplemente esté colmado de aburrimiento es solo el principio del final que volverá a la raza humana dependiente de las máquinas, insaciables de likes y comentarios positivos. El apocalipsis vendrá en forma de unfollow en Twitter, la cual se traducirá como una puñalada literal en la vida real que se podrá curar con bitcoins, y la inteligencia artificial reemplazará al inconsciente zombie en una vuelta de tuerca macabra y futurista. Eso dicen las series.

A pesar del avance que supone y que, de momento, ningún clon ha intentado acabar con la raza humana movido por un desarrollo inesperado de la inteligencia artificial, el lado oscuro de la tecnología es un filón para las ficciones televisivas que han redescubierto al villano estrella de este siglo. El miedo al futuro ha ido cambiando cada época y se ha plasmado en el audiovisual desde que empezara el cine de ciencia ficción en los años 50. En muchas ocasiones, se ha relacionado con periodos oscuros de la historia, como la Guerra Fría en los 50, o las crisis económicas o inestabilidad política en los 70, con sus disaster movies. La ciencia ficción alzándose como un desahogo al miedo inherente. En las series actuales, los avances tecnológicos tan cercanos e inocuos como las redes sociales son la nueva última frontera. Los peligros ya no vienen del espacio inexplorado, sino de nuestras propias creaciones en forma de interacción virtual. Un pulgar hacia arriba o un corazoncito rojo son los nuevos males que asolan a la humanidad. Pero la dependencia tecnológica y el lado más siniestro de la ciencia ya estaba ahí antes, asomando la patita también en películas archiconocidas como 2001: Una odisea del espacio, Terminator o Inteligencia Artificial. Ahora mismo, El show de Truman adaptado bien podría ser un episodio de Black Mirror.


Muchas series muestran la tecnología como si fueran un señor muy enfadado echando pestes de los millennials. Aunque en la oferta reciente se pueden observar diferentes niveles en la representación de lo sanguinarias que pueden llegar a ser estas nuevas armas, la decadencia y el lado oscuro llevan todas las de ganar. Por 13 razones o Pretty Little Liars son algunas que se centran en la parte retorcida de una tecnología que ahora ya disfrutamos. Con los avances actuales, su nivel de maldad puede llegar a ser el mismo que el de bondad, dependiendo del uso que haga su usuario. Aquí se alza la figura del adolescente que sufre o que por el contrario promueve el bullying, ahora en una dimensión virtual donde el ciberacoso está a la orden del día. No constituye esa distopía que nos han prometido desde otras fuentes, sino que afecta a un nivel más personal en el que un sencillo mensaje de texto puede llegar a ser un arma psicológica peligrosa.

Los peligros y beneficios de la tecnología actual, dentro de una visión realista, es lo más positivo que suelen exprimir las series respecto a estos avances. Es el mismo nivel se pueden encontrar algunas ficciones policiacas, en las que la tecnología aparece como un aliado para descubrir un crimen. Person of interest, sin embargo, da un paso y hunde el pie en algo más parecido a la ciencia ficción. Y aunque las series que centran su eje argumental en una futura tecnología son las que aportan una mirada más negra, esta serie de HBO es de las pocas que en un principio se posiciona en el bando contrario. Person of interest en una de las pocas ficciones que no muestra la tecnología como un arma de destrucción que acabará con la vida tal y como la conocemos. Con el genial Michael Emerson, el argumento gira entorno a un programa informático que predice la identidad de quienes se verán involucrados en un futuro crimen, ya sea víctima o agresor. La tecnología aparece en un principio como un medio para detener ataques terroristas, posicionándose así en el bando de los buenos. Sin embargo, es imposible no ver la connotación negativa: la pérdida de la privacidad y una vigilancia constante, un concepto cercano a lo que ya pintaba George Orwell en 1984.


La ambivalencia parece la visión más amable que puede ofrecer la televisión de un futuro tecnológico. La marabunta de series que alzan la tecnología como el gran enemigo invisible está arrasando con demasiada fuerza como para no verla. No hace falta irse muy lejos. Como si fuera la predicción de un futuro distópico inmediato, Black Mirror mostraba al principio de su última temporada lo lejos que iban a llegar las redes sociales hasta el punto de condicionar nuestra vida, nuestro salario o nuestro lugar de residencia. Pasando por Internet, los medios de comunicación, sentencias de muerte a través de redes sociales o una tecnología que permite elegir el futuro tras morir, la rescatada por Netflix ofrece una sátira cruda de aspectos futuristas, algunos que ya podríamos reconocer en la actualidad. Y uno no puede evitar inquietarse y preguntarse si la próxima evolución de Instagram culminará en un dios todopoderoso (pero estéticamente adorable) al que alimentar con likes y comentarios para mantenerlo satisfecho. 

Charlie Brooker, el creador de la serie, no vaciló al sentenciar el espíritu de Black Mirror: “la serie va sobre los fallos y los desastres humanos, la tecnología nunca es el villano”. Así, alimenta que el uso deformado de la tecnología es lo que mueve el motor hacia estos futuros distópicos. Westworld juega también en esa liga, explorando los límites de la moralidad a base de creaciones artificiales de apariencia totalmente humana dentro de un parque temático futurista. La clave llega cuando un grupo de androides desafía las secuencias programadas y alteran su comportamiento. ¿Es culpa de la tecnología o de quien la ha manipulado hasta crear una conciencia artificial?


La línea que separa la maldad de la tecnología de la maldad respecto a su uso es tremendamente fina. Scorpionpor ejemplo, narra la historia de un equipo que lucha contra las amenazas tecnológicas tales como crímenes cibernéticos u oscuras amenazas globales. Tecnología para combatir la tecnología. Y StartUp o la aclamada Mr. Robot cuentan también con este debate interno. La serie que protagoniza Rami Malek muestra la tecnología informática como una poderosa y oscura herramienta de la que pocas cosas escapan a su alcance, entre hackers, filtraciones y dilemas éticos.

La tecnología ya es una dimensión imprescindible de la condición humana. Guste o no, se ha convertido en una parte indispensable de lo que es vivir en el mundo actual. Que lo que nos espere en un futuro sea un apocalipsis de fuego, azufre y likes comprados con bitcoins, ya está por ver.

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