VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

La València sin letra: qué tipografía debería definir la comunicación de la ciutat

¿Debe València disponer de alguna forma o familia de letras que amalgame su comunicación visual?, ¿debe forzarse aquello que no ha sucedido por generación espontánea? ¿Hay alguna tipografía que pueda marca el camino? Es momento de abrir melones.

26/09/2020 - 

VALÈNCIA. Que se abra el melón. Si hiciéramos un intento (de hecho, vamos a hacerlo) por buscar una letra, una forma tipográfica idónea para amalgamar el espíritu de una ciudad, algún rótulo preexistente que pueda servir de inspiración, probablemente la respuesta más conveniente será concluir que ni está, ni se le espera. Amagos recientes como las letras corpóreas en su uso de trasera en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la inclusión del nombre València en el empedrado de la Plaza del Ayuntamiento, o las nuevas aplicaciones en la señalética urbana manifiestan una voluntad de remarcar el carácter tipográfico de la ciutat, tanto como un espíritu esforzadamente contrario a la uniformidad. Ni formas similares, ni estilo homogéneo. El popurrí por bandera.

Pero… ¿es realmente malo que la comunicación visual de València carezca de un acercamiento tipográfico común?, ¿debería existir un planteamiento unitario, un uso similar de letras? La rotulación puede ser una vía certera para que la ciudad transmita algunos de los valores intangibles por los que la se reconoce a sí misma.

“No hay un criterio claro ni en las placas de la calle. Tampoco cuando eran de cerámica. Quizá, dependiendo del proveedor, se usaba una tipografía u otra”, comenta Juan Nava, diseñador, promotor del proyecto Letras Recuperadas.

Son aspectos muy sutiles, pero que expresan visualmente lo que somos, nuestra cultura. El nombre de València en el suelo de la Plaza del Ayuntamiento, tan geométrico, ¿lo expresa bien?”, se pregunta Joan Quirós, experto en lettering.

Si hay una tipo que, en los últimos años, ha emergido como conato para expresar una identificación común, ha sido la de Refugio. Llevada a la comunicación más corporativa, a souvenirs, a restaurantes… y a un imán de mi nevera. Su simbolismo histórico potente, sus formas atractivas, su relevancia distintiva, ayudaron a abrir un nuevo camino. Sin embargo, ¿representa el bagaje gráfico de la ciudad? “Art déco, geométrica… El carácter mediterráneo no se ve reflejado por un estilo tan Bauhaus”, piensa Quirós. “Nuestra cultura quizá sea más mediterránea, más flexible, más cálida. Las letras comunican según sus formas y a València no la identificaría con una gótica. Quizá alguna más orgánica, más blanda”.

Fueron los manuales de rotulación, importados de otros países, los que generaron buena parte de la herencia tipográfica de la ciudad. Por eso el reto de escoger tipos genuinas pasa también por ponerlas en relación con las que proceden de otras culturas.

Sería interesante -sigue Quirós- crear una tipografía expresa. Porque ahora mismo en las placas se hace usar una grotesca inspirada en una helvética, que es Suiza, poco tiene que ver con nuestra cultura. Fijándonos, quizá, en antiguas placas de cerámica antigua, reflejan mucho mejor València”.

Juan Nava pone el ejemplo de la grafía vasca, totémica desde la cotidianidad hasta la administración, tan de piedra y leña que irrumpe como trasunto medieval. De las autopistas hasta las calles. Un código común que reafirma una visión gráfica. El propio Nava, en cambio, pincha el balón. “¿Es preciso tenerla? Yo diría que no. Cuando existe se define por una trayectoria histórica. Si eso no ha existido, ¿por qué forzarlo?”, se pregunta.

Posiblemente, más que la necesidad de una tipografía que lo explique todo (una quimera, por supuesto), lo urgente es un proceso de descubrimiento sobre qué es lo que de verdad, gráficamente, nos explica. Antes de elegir la letra, saber qué escribir.

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