“No debe mirar ni a Madrid ni a Barcelona. Hay que potenciar lo valenciano, como algo abierto”. Una conversación sobre València con el corresponsal de Monocle en España, Liam Aldous.
VALÈNCIA. Está València en un momento de coalición sectorial, de cierta voluntad de proyección a partir de lo que hace algunos telediarios era invisible. Tanto que queda a expensas del peligro de una tentación: sufrir espasmos de importancia, confundir una habitación cubierta de espejos con una miríada de ojos externos.
Alguna andanada en las últimas semanas hablaba del mundo mirando a València, como si -aunque fuera poéticamente- estuviéramos dispuestos a echarnos al mismo monte de la ampulosidad gratuita. El mundo, a pesar de los reconocimientos de nicho, no mira a València. Ni falta que hace, añadamos.
La revista británica, Monocle, es desde hace algunos años una cierta guía de reconocimiento de la calidad de las ciudades más allá de los análisis cuantitativos. Su ranking anual -Quality of Life- clasifica a las ciudades en función de baremos cualitativos como el porcentaje de áreas verdes o la presencia de cines o librerías. València no ha aparecido nunca entre el ranking. En 2019 estaba liderado por Zürich, Tokyo y Munich.
En cambio, la publicación -que apenas había nombrado a la ciutat más allá de alguna reseña a Lladró- ha dedicado sus páginas en los últimos tiempos a focos como La Patacona (“Después de años de darle la espalda a la costa metropolitana, los valencianos finalmente regresan a la arena”), La Marina de València o Espai Verd. De este último edificio, Monocle escribía: “presentado como un guión de película, esta historia enrevesada nunca hubiera pasado la primera lectura, pero la historia salvaje que rodea el complejo residencial de València Espai Verd no es ficción ni fantasía descabellada”.
Su corresponsal en España, Liam Aldous, certificaba una de sus últimas visitas con un comentario lacrado: “València como la prometedora nueva capital de las políticas progresistas (...). algo especial está sucediendo alrededor de esta ciudad”. En una suerte de camino a propósito de cómo a través de las acciones a pequeña escala puede reposicionarse, poniendo en valor aquello que ya es.
Y, en cambio, frente a la tentación, las advertencias. Al habla con Aldous para, despojado el espejo, dar voz a la mirada externa.
-¿Cómo percibes a València?
-Liam Aldous, Monocle: Hay un momento de cambio, de aires nuevos, de energía esperanzadora tras muchos años de estancamiento
-¿Se ha modificado la percepción?
-Liam Aldous, Monocle: Algo se está escuchando por ahí, pero falta mucho para que València renueve su reputación todavía. Mucha gente no conocen las joyas de la creatividad que esconde.
-¿Qué valores transmite la ciudad... o cuáles te llegan?
-Liam Aldous, Monocle: Oportunidad. Optimismo. Orgullo. Pero también, normativas anticuadas, bagaje del pasado, y quizá demasiado modestia a la hora de posicionarse.
-¿Cuáles son las claves para el futuro de la ciudad?
-Liam Aldous, Monocle: No mirar hacia Madrid ni Barcelona. Hay que potenciar lo valenciano como un espíritu abierto a colaboraciones de fuera que puedan complementar lo propio. No hay que avergonzarse por ser más pequeño ni menos ambicioso, esta ciudad ya se ha aventurado con proyectos grandilocuentes y conocemos todos los resultados. Lo que falta ahora es más flexibilidad con nuevas ideas y modelos de negocio, que puedan florecer a pequeña escala y dar vida a cada calle y a cada rincón de la ciudad.