Arden Producciones repone la obra con la que inauguró la Sala Russafa hace una década
VALÈNCIA. La cuarta temporada de la serie histórica The Crown parte como favorita en la categoría de drama con seis nominaciones a los Globos de Oro. Las píldoras sonoras de XRey, sobre el proceso de abdicación de Juan Carlos I, se alzaron este pasado octubre con el último Ondas al mejor podcast o programa de emisión digital, y la productora Weekend Studio prepara su adaptación en formato seriado para televisión. El interés público por los entresijos de la realeza está en auge y coincide con la reposición del 12 de febrero al 14 de marzo de la obra que inauguró la Sala Russafa hace una década, 7 reinas, sobre las cortapisas al ejercicio del poder de otras tantas monarcas, María Estuardo, Catalina La Grande de Rusia, Isabel La Católica, Cristina de Suecia, Isabel II de España, Juana La Loca y Elizabeth I.
“Nada me puede alegrar más que este interés de la audiencia por la historia. Desde la compañía Arden llevamos 25 años hablando del hoy desde el pasado, con piezas como Clandestinos, sobre los últimos días de Cristo, Matar al rey, acerca de la formación de España, o Shakespeare en Berlín, en referencia a la ascensión del nazismo. Montar una obra sobre el presente, por cotidiano, deja de ser relevante, porque lo vemos habitual, pierde la fuerza de la tragedia, pero si lo ubicas en un tiempo pretérito, ese ejercicio de comparación te ayuda a reflexionar y comparar”, defiende Chema Cardeña, autor y director de la obra.
El contexto actual se presta a relecturas de los monólogos escritos hace 10 años para sus majestades. Si el personaje al que da vida Chema Cardeña, Isabel II de España, provocaba risas por su deje castizo y chulapo al tildar de salvajismo la posibilidad de una república y amenazar en su despedida con un “volveré, España nunca se librará de los Borbones”, ahora se puede anticipar una renovada conexión de los espectadores con la huida del rey emérito a Emiratos Árabes y el anuncio en diciembre de su regularización fiscal para poder regresar a nuestro país.
En el epígrafe de Cristina de Suecia también resuena un candente debate social, el de la Ley Trans. La reina nórdica escandalizó a la corte en el siglo XVII por el uso de pantalones “para poder cabalgar más cómoda, no como una amazona”, y especialmente, por tener una amante. Fue criada como un príncipe y coronada como rey de Suecia.
“El hecho de ver a esta mujer interpretada por un hombre te da la dimensión transgénero”, valora Cardeña, que comparte el protagonismo de este montaje coral con Manu Valls, Saoro Ferre, José Zamit, Jerónimo Cornelles, Juan Carlos Garés y Juan Mandli.
Porque sí, en un intento de subvertir los roles de género, sus reales protagonistas están interpretadas por siete hombres vestidos de traje de chaqueta.
Las soberanas que incorporan fueron una excepción a la regla, mujeres en una posición que habitualmente ocupaban los hombres, por lo que a los problemas inherentes al cargo, enfrentaron los de su condición femenina, objeto, ayer y hoy, de injustificables dardos.
“Fíjate en Angela Merkel, cuando se le ataca no es normalmente por su gestión, los calificativos van por otros derroteros. Nadie se plantea si un diputado lleva una corbata fea, pero sí si una homóloga lleva un vestido feo. Son resquicios de una forma decadente y absurda de ver el mundo. Repetimos las mismas dinámicas que hace seis siglos. Hay que dar un salto hacia delante”, exige Cardeña.
El dramaturgo reconoce, no obstante, los cambios que se han producido en estos últimos años, con la profunda sacudida en la conversación que produjo la eclosión internacional del movimiento #MeToo en 2017.
“Afortunadamente se ha empezado a romper techos. Antes podía sonar como excepcional que una mujer tomase decisiones, sobre todo sobre hombres, pero ahora resulta más cotidiano. Del mismo modo que en el plano de la libertad íntima, nadie cuestiona que una mujer sea monoparental. Está en su derecho de elegir si casarse o no, si parir o no. Lo tenemos superado. Sin embargo, todavía quedan muchos frente en los que avanzar y el proceso debería ser más rápido, pero vivimos en un mundo viejo y patriarcal, al que yo llamo sociedad machista tortuga”, expone el director de la pieza.