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TENDENCIAS ESCÉNICAS

Las coreografías de Lali Ayguadé no se crean ni se destruyen, sólo se transforman

La coreógrafa catalana visita la Sala Russafa con una pieza para la compañía austríaca Bodhi Project

4/04/2018 - 

VALÈNCIA. Lali Ayguadé (Barcelona, 1980) se formó en el Institut del Teatre de Barcelona y en la escuela de danza de Anne Teresa de Keersmaeker, P.A.R.T.S., en Bruselas, donde creó un solo bajo la supervisión de Wim Vandekeybus. Tras graduarse, trabajó en la Publik Eye Company de Dinamarca y una década en Londres junto al aclamado coreógrafo Akram Khan. Entre sus colaboraciones acumula trabajos compartidos con Roberto Olivan, Hofesh Shechter, Marcos Morau y Anton Lachky. Pero también con el director de la Asociación de Circo de Barcelona, Joan Ramon Grael, con el acróbata Joan Catalá, con la compañía Baró d’Evel Cirk y con el cineasta Juanjo Giménez Peña, que le dio el papel protagonista en su corto nominado al Oscar Timecode.

Lali sabe lo que es beber de muy diversas fuentes y cómo ese caudal se traduce en creatividad. La disciplina del circo le ha aportado otra manera de entender el movimiento, y el audiovisual, un modo nuevo de expresarse.

“Los encuentros con otros creadores te aportan algo que te vas a quedar, porque estamos formados por diferentes personas. Tengo algo de Akram, cuyo enfoque creativo está centrado en la fuerza del movimiento, pero me he quedado también con algo de Baró, que es muy teatral… A partir de estas confluencias te creas a ti misma. Todo está hecho, pero al tomarlo, lo personalizas y se transforma”, explica.

De ahí que alabe la labor desarrollada por la Salzburg Experimental Academy of Dance, una academia austríaca que forma a un grupo de estudiantes en tránsito, entre la escuela y la vida profesional durante dos años. Ayguadé se encuentra entre los profesores de este centro caracterizado por la excelencia técnica y por el fomento de capacidades como el canto, la improvisación o las dotes interpretativas para completar las habilidades dancísticas de sus alumnos. Por su formación integral, la SEAD se considera una de las plataformas profesionales más importantes de Europa.

“Creo mucho en ese tipo de enseñanza, donde te incitan a moverte por ti mismo, a ser más intuitivo, y en la que además, los profesores son bailarines en activo”, valora.

Lucy, Lucifer

La academia ha conformado una compañía de danza contemporánea llamada Bodhi Project, que este próximo 5 de abril visita la Sala Russafa, y el 7, el Teatre Arniches de Alicante, con dos coreografías de media hora cada una. La primera es Beneath a Fallling Sky, una amalgama de ballet, contemporáneo, acrobacias y breakdance del finlandés Jarkko Mandelin. La segunda es Lucy, de Ayguadé, una propuesta que plasma la coexistencia de los extremos: la bondad y la maldad, la belleza y la fealdad. Sobre las tablas, se suceden los movimientos cortantes y rápidos de un grupo que actúa con ropa de calle y con la duda de hacia dónde caminan.

Ayguadé arrancó el proyecto con la idea de recrear el paraíso, pero los bosquejos le salían “tan bonitos” que terminaba destruyéndolos, así que finalmente trocó su idea por la de una travesía desde el infierno hasta el cielo. El nombre de la pieza es, de hecho, la versión femenina de Lucifer.

En este espectáculo de corto formato se pueden rastrear dos de las constantes en el imaginario de la creadora catalana: la transformación y la religión, “entendida como la creencia de las personas en algo superior”, matiza.

En constante mutación 

Su debut en el formato largo en su propia compañía, Kokoro, subía a escena a cuatro personas en busca de su identidad y se escenificaba en una iglesia. En la coreografía, Lali reflexionaba sobre la evolución como destino inevitable y lo explicaba a través del cuerpo.

La que le siguió, IUanMI, estrenada este pasado mes de marzo en el Mercat de les Flors, se ambienta en un funeral y analiza cómo reaccionan las personas ante hechos irreversibles como la muerte, con hincapié en la transformación de los individuos y de los grupos. Y habrá una tercera entrega para completar una trilogía sobre la metamorfosis, pero todavía no la ha pergeñado.

“La transformación es algo precioso, nos sucede a lo largo de la vida, al ir superando las diferentes etapas, de bebé a niño y de adolescente a adulto. El cuerpo se transforma, como también los pensamientos, las ciudades, que envejecen o se cambian. A nuestro alrededor las modificaciones imprimen tanta belleza como desesperación, y es un contraste muy bonito”, se explaya Ayguadé.

En coherencia con ese interés, la coreógrafa escoge a intérpretes que tengan muchas herramientas con las que jugar, que puedan transformar su cuerpo.

Lali no baila en ninguna de las dos obras citadas, pero eso no quiere decir que haya dejado el escenario. De hecho, nuestra entrevista se desarrolla a trompicones en la línea de tranvía de Bruselas, donde se encuentra desarrollando su próximo proyecto, un trío junto a una cantante de ópera belga y un bailarín francés que conjugara el canto lírico con la guitarra eléctrica y que se estrenará en septiembre en el festival Temporada Alta de Girona.


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